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De la autodestrucción del legado de Helmut Kohl

26 de junio de 2017

El excanciller (o su viuda) no quería un funeral de Estado en Alemania. Esta arrogante actitud revela inquietantes perspectivas de la visión de Kohl sobre su propio papel en la unificación alemana, dice Jens Thurau.

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Helmut Kohl Buchvorstellung Vom Mauerfall zur Wiedervereinigung
Imagen: Getty Images/H. Foerster

¡Qué tragedia! Reunidos el jueves pasado en el parlamento alemán, el Bundestag, estaban el actual y dos ex presidentes federales, todo el gabinete y casi todos los parlamentarios. Norbert Lammert, presidente del Bundestag, habló de Helmut Kohl en lo que no sólo parecía un homenaje oficial, que lo era, por supuesto, aunque torpe. Lammert elogió el trabajo vital de Kohl, algo que cualquiera con dos dedos de frente debería hacer en ese día. Pero él también fue crítico, suavemente, al hablar del cuestionable comportamiento social del excanciller. Ningún familiar de Kohl estaba presente. Y eso es casi todo lo que el Estado tenía que decir acerca del hombre que es en gran parte responsable de que Alemania volviera a estar unida después de décadas de sufrimiento, todo sin un disparo.

Un acto de Estado europeo evita uno alemán

No importa de quién sea la culpa, si fue la voluntad de Kohl o la de su viuda. El hecho es que el primero de julio se llevará a cabo un acto de Estado en honor a Kohl en Estrasburgo. La Oficina Federal de la Cancillería necesitó mucho esfuerzo y la máxima discreción para que Angela Merkel pudiera hablar en la ceremonia. En otras palabras, Kohl, o su familia, no querían discursos de políticos alemanes en el evento. Y se oponían absolutamente a cualquier ceremonia oficial en suelo alemán. Hoy no hay un solo político alemán que el excanciller no viera como un traidor. En cambio, el presidente húngaro Viktor Orban fue invitado a hablar. Orban es un hombre que ha pisoteado las reglas de la democracia en su propio país, pero también cumplió los criterios primarios de la visión de Helmut Kohl sobre el mundo: nunca expresó ni siquiera el menor indicio de crítica hacia el excanciller.

Thurau Jens Kommentarbild App
Jens Thurau, columnista de DW.

Norbert Lammert encontró las palabras apropiadas: honrar a Helmut Kohl "no es, con todo el respeto, simplemente una cuestión de familia". Aunque en este caso la palabra "familia" se refiere a una persona: la viuda de Kohl, Maike Kohl-Richter. Actualmente, al hijo mayor de Kohl, Walter, se le ha negado el acceso a la casa de la familia debido a una orden de restricción. ¿Hasta qué punto son profundos los abismos que ahora se abren?

Debe preguntarse si realmente le importa al ciudadano de hoy, unos 27 años después de la reunificación, que el arquitecto de ese acontecimiento histórico no quería tener nada que ver con los actuales representantes del país, ni siquiera tras su muerte. Sin embargo, la situación nos dice mucho sobre la visión del mundo de Helmut Kohl. Rechazaba a aquellos que no lo apoyaron incondicionalmente. Todos los sucesores de Kohl -ya sea en la cancillería o en su partido CDU- rindieron homenaje al importante papel que desempeñó durante la reunificación alemana, y lo hicieron mientras estaba vivo. Pero eso no era suficiente para él; y menos para su viuda.

Ególatra y vanidoso

Esa actitud es egocéntrica y engreída. Helmut Kohl pasará a la historia como el canciller de la reunificación alemana, pero sus mecanismos se pusieron en marcha por la revolución pacífica llevada a cabo por hombres y mujeres valientes en las calles de Alemania Oriental. Y el tratado de unificación está intrínsecamente vinculado al nombre de Wolfgang Schäuble, con quien Kohl posteriormente interrumpió todo contacto. En cualquier caso, debe quedar claro que muchas personas estuvieron involucradas en hacer realidad ese momento de alegría alemana.

Ahora a los alemanes se les negará una conmemoración oficial del estado alemán. Eso es una estupidez. Y arrogante. Y también arroja luz sobre la visión que tenía Kohl de la reunificación y, tal vez, incluso de toda su carrera política: sólo él tenía razón, se tratara de lo que se tratara. Qué patético.