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Opinión: Deutsche Bank a la búsqueda de su identidad

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Henrik Böhme
2 de febrero de 2017

Quien, como el Deutsche Bank, presenta una pérdida gigantesca como un éxito, tiene que estar en muy mal estado. Tras un año de transición, es hora de que John Cryan entregue resultados, dice Henrik Böhme.

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John Cryan, gerente general de Deutsche Bank
John Cryan, gerente general de Deutsche BankImagen: Getty Images/AFP/D. Roland

El 2016 será "un año de transición", no se cansó de repetir desde 2015 John Cryan, el gerente del mayor banco alemán. Entendemos por transición hacer un barrido general, liberar la empresa de viejas cargas, restaurar la reputación, recuperar la confianza y hacer crecer el valor del banco.

Pero el balance de Cryan defrauda: 1.400 millones de pérdidas, no de "ganancias negativas” como dice el informe, que ya no habla de "nuevo rumbo” ni de la separación del departamento de inversiones ni de la venta del Postbank. Ahora los inversionistas tendrán que esperar hasta la asamblea general de mayo 

¿Para qué un Deutsche Bank?

Esta es una pregunta determinante. El Deutsche Bank  era antes un eje del desarrollo de la industria y el empresariado alemanes. El DB financió a las empresas alemanas que querían competir a nivelo mundial, pero cuando el banco quiso hacer lo mismo, fue el comienzo del fin. Un fin que el pasado otoño estuvo muy cerca, cuando hasta fondos de alto riesgo comenzaron a apostar por la quiebra del prestigioso banco de otrora.

Ahora el Deutsche Bank se enfrenta a los errores cometidos durante esa cara aventura global: miles de despidos, miles y miles de millones de dinero en pagos de sanciones. A John Cryan se le abona su clara disculpa, pero ahora este británico tiene que decir, de una vez por todas, cuál va a ser el rumbo del consorcio que dirige. No basta con repetir que "somos un banco exitoso”, como, en efecto, lo fue en Alemania durante 150 años.

¡John Cryan debe mostrar hechos!

No basta con anunciar que el Deutsche Bank ya no va a dar más préstamos para la construcción de centrales térmicas de carbón. A no ser que declaren la mediocridad como nuevo punto de referencia. Con su valor actual, el Deutsche Bank  ha caído en el ranking hasta los puestos de la mitad para abajo. Ya no pertenece a las grandes ligas. ¿Por qué entonces no volver a las raíces de su trabajo, a financiar a la mediana empresa y a jóvenes fundadores en Berlín? Eso no quiere decir que no pueda participar en algunas grandes operaciones internacionales, como un préstamo a Bayer para comprar Monsanto, o a Volkswagen.

Si 2016 fue el "año de la transición", 2017 tiene que ser el "año del nuevo comienzo". John Cryan, sin duda, un juicioso y meticuloso trabajador, tiene que convertirse ya en el arquitecto del nuevo Deutsche Bank. De lo contrario, se quedará como "hombre de transición”.