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El Gobierno de Hollande, también víctima del terrorismo

Barbara Wesel 15 de julio de 2016

Francia respiró tras una Eurocopa relativamente tranquila. Pero el atentado de Niza vuelve a plantear dudas sobre la seguridad y podría provocar una crisis en el Gobierno de Hollande, opina Barbara Wesel.

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Frankreich Präsident Francois Hollande
Imagen: Reuters/E.Gaillard

El atentado de Niza parece sacado directamente del manual del Estado Islámico. “Convertíos en lobos solitarios y perpetrad vuestros atentados”, recomendaba ya hace dos años esta organización terrorista a sus seguidores en Europa. Decía que para ello se pueden usar vehículos y cualquier tipo de objetos como armas. Y en Niza ha quedado demostrada la mortal eficiencia de este método. Atropellar a un grupo de gente festejando con un camión alquilado es un crimen difícil de evitar. Ahora, el Gobierno de Hollande está sometido a una presión enorme, porque las fuerzas de seguridad no supieron localizar antes al autor y todavía falta un conocimiento profundo de los círculos islamistas.

Hollande tendrá que plantearse preguntas

Es el tercer atentado en Francia en un lapso de año y medio, además de otros asesinatos aislados. La actitud ante la amenaza terrorista ha sido encomiable y los franceses reaccionaron con decisión. Con un fuerte espíritu de resistencia, tras los atentados en serie de la sala Bataclan y los ataques en los restaurantes de París la consigna de la mayoría seguía siendo “No dejaremos que destruyan nuestro estilo de vida”. ¿Pero cuánto más aguantará esa valiente resignación después del sangriento atentado de Niza? El espíritu republicano de los franceses, su fidelidad al Estado y su decisión en las crisis han sido sometidos a una dura prueba.

Este nuevo atentado significa además el final político del presidente Hollande. Aunque durante el invierno haya reaccionado con dureza para controlar la amenaza, con leyes más duras y el Estado de excepción, también ha fracasado en las reformas que necesitaba esa amalgama de servicios secretos para crear un cuerpo antiterrorista efectivo. En los ataques de París se vio que se habían cometido fallos a pesar de las advertencias, que los indicios caían en saco roto y que no se llegaba a detener a tiempo a los sospechosos.

Barbara Wesel
Barbara WeselImagen: DW/G. Matthes

Aparentemente, existe un agujero negro entre la Gendarmería, la policía, el Ministerio del Interior y los servicios secretos. Hollande trató de aplacar los celos burocráticos, uniendo a las fuerzas bajo un comando central. Pero las familias de las víctimas de Bataclan demandaron al Gobierno por omisión. Ahora Hollande podría utilizar la crisis para hacer cambios. Sin embargo, debería abandonar idea de presentarse a la reelección el año que viene. El peligro político viene ahora del ultraderechista Frente Nacional y el miedo que genera la inseguridad entre los electores de este partido no es infundado.

Cooperación necesaria con musulmanes

Independientemente de lo que haga el Gobierno, necesitará la ayuda de las comunidades musulmanas. No se trata de apuntar con el dedo y hacerles responsables, pero el autor del atentado de Niza tenía familia, amigos, vecinos… ¿Nadie había sospechado nada? Urge un cambio de mentalidad. El autor del atentado era francés y la amenaza viene de dentro, no desde fuera.

Ha llegado la hora de terminar con esa falsa solidaridad entre los “hermanos de credo”. En Francia, el terrorismo amenaza a todos y no tiene que ver con una guerra de “nosotros contra ellos”, puesto que también afecta al futuro y la seguridad de los musulmanes en las sociedades occidentales. Lo peor que podría pasar es que haya desde la derecha se azuce la tensión entre seculares, cristianos y musulmanes. Pero los portavoces y los imanes de las comunidades deberían terminar por todos los medios con el discurso del odio en las mezquitas y en internet. Tienen la obligación de actuar, exactamente igual que el Estado francés.