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Opinión: El Papa, entre la moral y la misericordia

8 de abril de 2016

“Amoris Laetitia” (Alegría del amor) es el título de la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco. No revoluciona la moral eclesiástica, pero es un soplo de aire fresco para el catolicismo, opina Christoph Strack.

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El Papa Francisco.
El Papa Francisco.Imagen: Getty Images/AFP/A. Solaro

No. No es una revolución. Tal vez ni siquiera sea un hito. Pero es un documento extenso que requiere tiempo para su lectura. Después de cerca de seis meses del sínodo dedicado a la familia, que creó gran expectativa, el Papa Francisco presentó ahora los temas principales poniendo más que claramente su acento sobre 325 puntos y casi 200 páginas en el original, en italiano, y unas 300 en alemán, en un texto espiritual y a menudo con un sello bíblico.

El nuevo tono papal

Sí, es otro tono, distinto al usual de la Iglesia, el que ahora usa el Papa para hablar sobre el amor, el matrimonio y la familia, sus aspectos bellos y sus dificultades, además de sobre una moral mal entendida. Una moral que Francisco describe como “fría moral de escritorio”. El Papa se refiere en algunos párrafos al “sexo” y al “erotismo”. Un hombre de 79 años sin experiencia, al menos conocida, en cuanto a la relación de pareja escribe bastante bien y con calidez no sobre todos los temas, pero sí sobre algunos.

Christoph Strack, de DW.
Christoph Strack, de DW.Imagen: DW

Los documentos postsinodales de este tipo dieron durante mucho tiempo la impresión de querer decir: “Ustedes ya hablaron. Ahora hablo yo”. Luego de los concilios sinodales, el Papa era quien marcaba el rumbo. Ahora, Francisco -que se ve a sí mismo como el primero entre iguales- trata de hacerse eco de todas las preocupaciones y problemas allí mencionados. Eso vale tanto para las necesidades materiales de muchas familias -y no solo en los países del hemisferio sur- como para cuestiones relativas a la educación y a consejos para la vida matrimonial. El tratamiento detallado y a menudo bien fundamentado en la espiritualidad deja todavía más en claro con cuánta brevedad se roza un tema que tampoco los padres sinodales querían ver mezclarse con la familia y el matrimonio: la actitud ante la homosexualidad. Eso es realmente una lástima. Y aunque Francisco haya citado frecuentemente a sus antecesores, colocándose conscientemente dentro de la tradición eclesiástica, al menos 20 de las 300 páginas son nuevas y surgieron completamente de la pluma del Papa. Veinte páginas que se las traen.

El magisterio no lo decide todo

Ya al principio, Francisco cita uno de sus axiomas más importantes y más humanos: “El tiempo tiene más valor que el espacio." Eso significa que “no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales.” ¡Guau! Y: “Además, en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales (…)”. Otra vez: ¡Guau!

A esos pasajes introductorios les siguen palabras sobre las llamadas situaciones “irregulares" que la doctrina eclesiástica excluye hasta el momento. Sobre todo, las de matrimonios sin la bendición de la Iglesia Católica y las de “divorciados en una nueva unión”. De este documento no se puede esperar –según el Papa Francisco- “una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos.” Pero alienta a los sacerdotes a buscar caminos. Dado que, dice, ya no se puede afirmar “que todas esas personas viven en una situación de pecado mortal.” La gran palabra de Francisco, la “misericordia”, encuentra allí su lugar. Un verdadero pastor no debe darse por satisfecho con la puesta en práctica de las leyes morales. “Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento (…)”, escribió Francisco.

Los debates continúan

Desde la Pascua de este año se viene produciendo un verdadero bombardeo de advertencias. Sacerdotes moderados y ultraconservadores dieron la voz de alarma y conminaron a preservar las enseñanzas de Cristo y a no malentender la exhortación apostólica ahora publicada. Al final, ya nadie pudo alegrarse. Miedo, en parte, al propio coraje. Pero Francisco no se dejó contagiar de ese miedo. ¡Qué bueno!

El Papa no llama –lo cual realmente no era de esperar- a la revolución. Pero abre ventanas y deja entrar un poco de aire fresco. La mirada sobre el tema de la homosexualidad, en el que Francisco sorprende con su nuevo estilo, demuestra que no todo está ya resuelto. El Papa y la Iglesia Católica se enfrentaron a un tema reformista. Ahora, el Papa concluye por lo pronto el capítulo sinodal oficial, pero el debate debe, en su opinión, continuar con mucha más valentía.

Para aprender alemán: aquí puede leer la versión original de este artículo.