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Es hora de perderle el miedo a los populistas

16 de marzo de 2017

Ya es un hecho. Los Países Bajos han demostrado que se puede detener a los populistas. Europa tiene que aprender de estas elecciones de cara a las próximas en Francia y Alemania, opina Bernd Riegert.

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Niederlande Mark Rutte und Geert Wilders in Den Haag
Imagen: picture-alliance/AP Photo/P. Nijhuis

En Francia, Alemania y otros países de la Unión Europea (EU), verdaderos demócratas han dado un fuerte respiro. Los Países Bajos han decidido no tomar rumbo hacia el populismo. El primer ministro liberal, Mark Rutte, permanecerá en el poder y el enemigo de la UE y el opositor del islam, Geert Wilders, ha quedado ya muy lejos de los temores o las expectativas de los ciudadanos –dependiendo desde qué punto se observe–. Después de la victoria del populismo en el Reino Unido con el "brexit” y las elecciones presidenciales en Estados Unidos, los votantes holandeses han dado una clara señal: hasta este punto y no más. Incluso los austriacos ya habían impedido por estrecho margen que ganara un presidente populista. No obstante, en Austria se trató más de un puesto representativo.

El turno de Francia y Alemania

Las elecciones en los Países Bajos pueden tener un impacto enorme en las elecciones presidenciales en Francia en mayo y en las elecciones parlamentarias en Alemania en septiembre. Y es que el mensaje es claro: los populistas pueden ser detenidos. Al parecer, los votantes holandeses no consideraron a Geert Wilders políticamente competente por la forma en que reaccionó frente a la crisis con Turquía. Sus soluciones a los problemas resultaron ser siempre precarios e inmaduros, similar a lo que se ve hoy día en Estados Unidos o el Reino Unido.

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Bernd Riegert, corresponsal de DW para Europa

El hecho de que populistas no puedan ofrecer soluciones aparte de fanfarronear, debe quedar claramente expuesto en las campañas políticas en Francia y Alemania. El dilema en Francia, sin embargo, es que el candidato de centro-derecha, básicamente, se ha eliminando a si mismo. Esto deja el camino un poco más libre a la populista nacionalista Marine Le Pen, a quien solo le quedaría un oponente serio con quien lidiar. Así, los franceses, si quieren frenar a Le Pen, deben elegir al joven independiente Emmanuel Macron. En Alemania el caso es diferente: con el actual precedente en los Países Bajos y con argumentos razonables, la canciller Angela Merkel y otras fuerzas sensatas deberían ser capaces de mantener al margen al partido de derecha Alternativa para Alemania (AfD).

El encauzamiento de los populistas de derecha, sin embargo, tuvo un precio. Al menos en los Países Bajos, el partido liberal de Mark Rutte se ha movido notablemente a la derecha con el objetivo de socavar a Geert Wilders. Asimismo, y aunque los populistas de derecha no hayan salido victoriosos, estos influirán en la agenda política y el comportamiento de las fuerzas partidistas conservadoras y liberales. Mark Rutte tuvo también la suerte de que el presidente turco, con sus atroces comparaciones nazis y sus acusaciones de genocidio, logró mover a los holandeses a apoyar a su Gobierno. Rutte brilló en las elecciones gracias a Erdogan.

Contrarrestar las tendencias populistas en Europa

Para la UE ahora es necesario utilizar el impulso de los Países Bajos y no ignorar la importancia de lo sucedido. La próxima semana en Roma, en su cumbre de cumpleaños, la UE debe dar una respuesta firme a la indiferencia y a las tendencias populistas. Los falsos pasos dados en Hungría y Polonia –sin olvidar a la Grecia gobernada por los populistas de izquierda– deben ser claramente expuestos y detenidos. Los votantes de los Países Bajos han frenado esta tendencia en su país. Ahora la UE necesita escuchar esta señal y seguir en su lucha contra los radicalismos en Europa.