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España y Cataluña tienen un problema de comunicación

13 de octubre de 2017

La falta de una cultura de debate en España hace que sea difícil encontrar una solución a la crisis en Cataluña. El problema va más allá del Estado, opina Stefanie Müller.

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Spanien pro-spanien Demonstranten in Barcelona
Imagen: Reuters/E. Calvo

El ya fallecido Wulf Bernotat, exdirector general del proveedor de servicio eléctrico alemán E.ON, descubrió de primera mano lo confusa que puede ser la comunicación española. La doble moral, tanto a nivel privado como profesional son bastante normales y de ninguna manera es considerado como delito. El "no mentirás" no es una parte integral de la crianza de los niños y ser "hipócrita" no es realmente malo en España.

Bernotat llegó a España en 2006 con la intención de hacerse cargo de la competidora de E.ON, Endesa, que en aquel entonces ya había recibido una oferta de la empresa de origen catalán Gas Natural. Durante las negociaciones, Bernotat puso todas sus cartas sobre la mesa. Pero la contraparte se dedicó a especular y apostar: en parte lo hicieron conscientemente y en parte, a causa de no tener un plan, simplemente para hacer tiempo. Más interesados en el negocio se involucraron y Bernotat finalmente renunció a la dura batalla. Una de sus principales razones fue que simplemente no entendió la cultura española.

Los déficits del sistema político español

No son solo los extranjeros en España los que se enfrentan a este problema. Incluso los españoles a menudo no se comprenden entre sí. Lo que se dice y lo que se quiere decir puede llegar a ser algo completamente diferente. La ineficacia de este tipo de comunicación se ha hecho evidente en la cada vez más surrealista crisis catalana. El presidente regional de Cataluña, Carles Puigdemont proclamó la independencia de Cataluña en el parlamento regional de Barcelona para acto seguido suspenderlo.

Stefanie Müller Kommentarbild
Stefanie Claudia MüllerImagen: Stefanie Müller

Del mismo modo, la respuesta de Madrid al discurso del líder catalán no pudo haber sido más ambigua. Las declaraciones del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, al Parlamento, su primera comparecencia desde el día de la votación del referéndum en Cataluña, dejaron más preguntas que respuestas.

Rajoy enfatizó repetidamente el hecho de que el referéndum fue ilegal, que su Gobierno lo ha hecho todo bien y que Cataluña no se convertirá en un Estado soberano. Algunos medios españoles hasta llegaron a interpretar las palabras de Rajoy de la siguiente manera: "El artículo de la Constitución española, el artículo 155, que prevé la suspensión de la autonomía en su plena aplicación, se activa, pero no se aplica por completo". Otros creen que Rajoy está esperando una respuesta de Cataluña: "Puigdemont primero debe explicar si ha declarado la independencia o no", para luego decidir cómo reaccionar en función de la respuesta.

Incertidumbre para la economía

La falta de franqueza y transparencia en la cultura española, así como la falta de responsabilidad y de capacidad crítica –lo que no es un componente elemental de la educación general–, también se traslada a que políticos no puedan argumentar objetivamente.

En el conflicto catalán, estos factores crean una inquietud general que ha expulsado a muchos negocios de la región y, en algunos casos, incluso fuera del país. Siguiendo las huellas de numerosas compañías y bancos regionales, la aseguradora francesa Axa anunció el miércoles que se trasladaría a Bilbao. Los rumores que circulan en los círculos financieros –los bancos catalanes Caixabank y Sabadell ya han reubicado su sede– dicen que está en marcha un éxodo de capital, al igual que un boicot a los productos catalanes.

¿Puede funcionar un diálogo forzado?

Durante años, el gallego Mariano Rajoy prefirió ignorar las dificultades de Cataluña. Ahora que ya es demasiado tarde para el diálogo, Rajoy debe tratar de establecerlo si quiere evitar cavar su propia tumba política. La oposición en el Parlamento lo exige, al igual que la comunidad internacional que vio imágenes de la violenta intervención policial el 1 de octubre en Barcelona.

Rajoy sabe que ya no puede seguir la "ruta gallega", de no poder llegar a tomar una decisión, como lo ha hecho en el pasado. El presidente español finalmente debe salir de su caparazón y mostrar sus verdaderos colores. Y asomarse no es suficiente. Tiene que tratar los conflictos de frente y no, como en el pasado, esconderse cobardemente detrás de la Constitución española. Ahora deberá reformar esa Constitución si quiere mantenerse en el poder.

Autor: Stefanie Claudia Müller (FEW/ CP)