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Opinión: La explosiva despedida de Özil

23 de julio de 2018

Mesut Özil se retira de la selección alemana y pone en apuros a la Federación Alemana de Fútbol. Es el fin de los políticos en la organización, opina Thomas Klein.

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FIFA Fußball-WM 2018 in Russland | Mesut Özil, Deutschland
Imagen: picture-alliance/dpa/Ulmer Pressebildagentur/M. Ulmer

La escalada llegó finalmente a su punto culminante.Mesut Özil no volverá a jugar con la selección alemana de fútbol masculino. "El trato que he recibido por parte de la DFB (siglas en alemán de la Federación Alemana de Fútbol) y de muchos otros hacen que no quiera volver a llevar la camiseta nacional alemana. No me siento querido”, escribió el jugador de 29 años este domingo (22.07.2018) en las redes sociales.

Era un paso inevitable y la consecuencia lógica de los acontecimientos de las últimas semanas. Una mayoría de los compañeros de equipo de Özil, así como la Federación, lo habían dejado en la estacada. Ahora, el centrocampista abandona con un dramático estallido la escena futbolística de Alemania.

Y con razón. No por su controvertida foto con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, sino porque en una situación bastante complicada no recibió ningún tipo de respaldo por parte de la Federación. Nadie estuvo al lado del jugador cuando recibió insultos racistas durante el Mundial de fútbol masculino en Rusia. En lugar de eso, la DFB, a través del secretario técnico Olivier Bierhoff y el presidente Reinhard Grindel, hicieron de Özil un chivo expiatorio de la histórica eliminación prematura de la Mannschaft en la competición.

DW Kommentarbild Thomas Klein
Thomas Klein, periodista deportivo de DW

Una señal fatal para la Federación

Özil fue más allá en sus declaraciones y reprochó su racismo al presidente de la Federación: "A ojos de Grindel y sus patrocinadores, soy alemán cuando ganamos, pero un inmigrante cuando perdemos”. Que un jugador de la selección nacional de fútbol renuncie por racismo es una señal fatal para el fútbol alemán y muestra el fracaso de la DFB en las últimas semanas. La presidencia de Grindel ya no se sostiene e incluso el cargo de Bierhoff debería debatirse. La Federación tiene que reestructurarse y sacudirse bien la caspa.

Solo una cosa es segura: al final, Mesut Özil, tan a menudo criticado por su actitud, es el único que se va con la cabeza alta.

Autor: Thomas Klein (EAL/ER)

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