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Opinión: Merkel debe resolver crisis emocional en Alemania

Kay-Alexander Scholz13 de noviembre de 2015

La canciller alemana pretende mantener su rumbo en la crisis de refugiados. A juicio de Kay-Alexander Scholz, eso está bien. Sin embargo, Angela Merkel corre peligro de distanciarse del pueblo.

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Imagen: picture alliance/dpa/J. Roehr

Angela Merkel ha dicho muchas cosas correctas en la entrevista que concedió a la cadena de televisión alemana ZDF este viernes (13.11.2015). Tiene razón al señalar que en el pasado Europa ha evitado el tema de los refugiados. La canciller dijo que busca una respuesta sostenible a este problema y que la política de asilo alemana hasta ahora no había sido clara, por lo que ahora se deben impulsar leyes que creen reglas más claras, por ejemplo la deportación consecuente de refugiados a los que se les ha negado asilo.

Ha dejado claro que no está bien comparar a los refugiados con una avalancha, es decir con una catástrofe natural, puesto que siempre se trata de destinos particulares. También subrayó que la trata de personas en el Mar Mediterráneo es inhumana, que es necesario negociar con Turquía para que los refugiados no abandonen los campamentos en ese país y que, por ello, de momento otros aspectos de las relaciones con Turquía tienen que pasar a un segundo rango.

La canciller de Alemania señaló que, como consecuencia de la crisis de refugiados, probablemente también les aguarden experiencias positivas a los alemanes. Sin embargo, se abstuvo de usar el término de una sociedad multicultural. Además, aseguró que el Estado germano tiene suficiente dinero para afrontar los costos de la integración de los refugiados.

Todo eso es correcto y está bien. Pero, ¿de qué sirve si el pueblo y su propio partido enfrentan tantos problemas que ni siquiera pueden prestar atención a esta discusión política? Y es que las comunas ya no pueden acoger a más refugiados. Además, el miedo nubla la vista de muchas personas, y, por si fuera poco, se está formando una oposición extraparlamentaria que tiene el potencial de volverse radical. Muchos en las propias filas de Merkel sacuden la cabeza en señal de desaprobación y se preguntan a dónde nos llevará todo esto.

Kay-Alexander Scholz, corresponsal de DW en Berlín.
Kay-Alexander Scholz, corresponsal de DW en Berlín.Imagen: DW/S. Eichberg

El “miedo alemán”

El riesgo que conlleva la política de Merkel es inmenso. La mandataria cuenta con que encontrará suficiente apoyo en Europa. Sin embargo, de momento, esto no pareciera ser el caso, como admitió decepcionada la canciller. El estado de ánimo en el país pende de un hilo. Algunos se preguntan qué pasará si se llegaran a producir enfrentamientos violentos entre refugiados decepcionados que no pueden salir de sus alojamientos improvisados y jóvenes de extrema derecha.

El “miedo alemán” es legendario. ¿Qué pasará si esto se vuelve realidad? ¿Dimitará Merkel mientras que los problemas quedarán? ¿Por qué el Parlamento alemán no vota sobre un plan que indique el rumbo a seguir para obtener una legitimación democrática más amplia y así reducir el riesgo?

En la entrevista televisiva, la canciller alemana dijo que la decisión de abrir las fronteras la tomó con la cabeza y un poco también con el corazón. Es hora de que abra su corazón a su propio pueblo y encuentre palabras más adecuadas. O que diga más cosas que nos hagan reflexionar sobre nuestros propios miedos. “Mamá Merkel”, como es apodada, nos sacará adelante, esa es la confianza que se ha depositado en ella. No obstante, esa confianza está en peligro, si no es capaz de resolver también la crisis emocional en Alemania.