Opinión: Pakistán sigue en la encrucijada
13 de mayo de 2013Ya el sábado 11 de mayo por la mañana, el exprimer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, había anunciado la victoria de su partido, la Liga Musulmana Nawaz (PLM-N) en las elecciones parlamentarias. El Partido del Pueblo Pakistaní (PPP) sufrió inesperadas pérdidas, mientras Imra Khan, tal como se esperaba, surgió como segunda fuerza con su agrupación Tehreek-e-Insaf (Movimiento por la Justicia/ PTI). Ambos resultados señalizan, sin duda, un cambio en el panorama político pakistaní.
Un camino difícil
El resultado electoral deja en claro que en Pakistán continuará el proceso de democratización. Un gobierno civil logró mantenerse en el poder durante un período completo y, al finalizar su mandato, el pueblo eligió a un nuevo gobierno: eso marca un hito en la historia del país, y es un logro significativo, ya que Pakistán fue gobernado durante más de 30 años por los militares, quienes siempre trataron de conservar su poder por todos los medios.
Pero esto es solo el comienzo de un camino plagado de obstáculos. Al contrario de lo que anunciaban los pronósticos preelectorales, en Pakistán no se impuso una doble cúpula. El partido de Sharif cuenta con una mayoría que le permite configurar un equipo de gobierno. La Liga Musulmana Nawaz (PLM-N) conquistó a la mayor provincia y, por ende, a la más influyente: Punjab, gracias a la cual Sharif obtuvo la mayor cantidad de votos y, con ellos, su mandato para un nuevo gobierno.
Sin embargo, la euforia del éxito obtenido podría acabar pronto. Ahora, Nawaz Sharif debe presentar una estrategia política, tanto a nivel nacional como internacional. En Occidente se lo considera un pragmático. El hecho de que haya anunciado su disposición a cooperar con el Gobierno de Estados Unidos tranquilizó a muchos, pero esa promesa no es fácil de cumplir. Su actitud benévola hacia las organizaciones islamistas militantes es conocida, si bien es poco visible desde fuera, y es otro de los factores que influyeron en su victoria electoral. Sharif no puede permitirse perder el apoyo de esos grupos radicales en Punjab. En lo que respecta a política interna, debe cumplir rápidamente con su promesa de poner fin a la crisis energética en Pakistán. Su desempeño será juzgado de acuerdo a cómo y en qué medida solucione los problemas cotidianos de los ciudadanos pakistaníes.
Un buen resultado para el comercio y la economía
La elección de Sharif es, sin duda, positiva para el comercio y la economía de Pakistán. Su interés en negociar con India podría ser beneficioso para relajar las tensiones entre ambas potencias atómicas. Eso afecta, a la vez, la política de cara a Afganistán. Es de esperar que renuncien a su política de "mano dura" frente a ese país.
Al mismo tiempo, Pakistán podría modificar sus relaciones político-energéticas con Irán. El expresidente Asif Ali Zardarí trabajó con Irán en un proyecto para construir un gasoducto, contra el cual EE. UU. manifestó claramente sus reparos. Será interesante ver si Sharif, cercano a Arabia Saudí, continúa con estos planes.
¿Miedo o esperanza?
Por último, se plantea la cuestión del trato a las minorías y del respeto a los derechos humanos. Con la derrota del PPP, Pakistán cuenta ahora con una cúpula de gobierno formada, en su mayoría, por wahhabitas, quienes apoyan expresamente un acuerdo con los talibanes. Durante el gobierno anterior se persiguió impunemente a los chiítas, y ahora se teme que esas persecuciones empeoren si el Gobierno en Islamabad y en las provincias no toma medidas para impedirlo.
Pakistán sigue en la encrucijada, ante la mirada, más temerosa que esperanzada, del mundo. Ha llegado la hora de que un nuevo Gobierno pakistaní demuestre que esos temores son infundados.
Autor: Altaf Khan (CP)
Editora: Claudia Herrera Pahl