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Opinión: Realidades paralelas en los 90 años de Fidel

Amir Valle (ER)12 de agosto de 2016

El gobierno cubano celebra los 90 años de Fidel Castro como otro logro de la Revolución, pero ni siquiera el exacerbado culto a la personalidad de las celebraciones logra apagar la desilusión del pueblo.

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Imagen: Getty Images/AFP/Y. Lage

Eugenio Selman, el médico personal de Fidel, fundó hace décadas el “Club de los 140 años” y varios líderes históricos cubanos y de “los países amigos” del Tercer Mundo aceptaron el reto que se les lanzaba: demostrar que una persona, con una alimentación adecuada, una vida metódica para evitar el estrés y, sobre todo, cuidados y tratamientos médicos especiales podría llegar e incluso superar la longevidad alcanzada por los líderes del pueblo hebreo que, según la Biblia, habían sido elegidos por Dios para guiar al pueblo de Israel hacia la tierra prometida. Todos los miembros de ese exclusivo club, incluido su fundador, han muerto, con excepción del líder cubano.

Todas las evidencias históricas apuntan a que Fidel hizo suya la mitología popular, alimentada por el aparato propagandístico revolucionario desde la Sierra Maestra, de que él era el Mesías que Cuba necesitaba para salvar a la isla de un sistema social que marginaba a los pobres. Pero arriba a los 90 años sin poder cumplir las promesas que lanzó en 1953 en su discurso “La historia me absolverá”, pronunciado en el juicio que Batista le hizo por el asalto armado al Cuartel Moncada y que en 1959 se convirtió en el Programa Político de la triunfante Revolución. Aquel programa y los famosos lineamientos que Raúl Castro ha establecido en su actual mandato para sacar a la isla de un prolongado estancamiento económico y social que dura ya casi cuatro décadas, han tenido la misma suerte: existir sólo en el reino de una demagogia populista que, pese a sus sucesivos y evidentes fracasos, sigue obnubilando al mundo, pero no a los cubanos.

Traspaso de poder

“A esos lineamientos los llamamos Lineamientos Divinos”, dice a DW el escritor y opositor cubano Rafael Vilches, de visita en Puerto Rico luego de varios años de represión, marginación social y violaciones de sus derechos como creador. Explica que “son tan inescrutables como la palabra de Dios y nadie sabe cómo ni cuándo llegarán a cumplirse. Lo único que nos queda claro es que están pasando el poder a sus herederos: los neocastristas”.

Y ese traspaso, bochornosamente, se produce ante la complicidad de los intereses económicos y las estrategias políticas internacionales de naciones democráticas que pretenden seguir negociando con Cuba mediante la teoría de lo políticamente correcto, aunque son conscientes de la intransigencia del gobierno de Raúl Castro, que condena a los cubanos a vagar entre dos realidades paralelas.

Kuba 90. Geburtstag von Fidel Castro
Imagen: Getty Images/AFP/Y. Lage

Por un lado, las concesiones y aperturas sucesivas de Obama en su intento por que Cuba pueda abrirse económicamente al mundo como primer paso a un cambio de sistema social; los pasos acelerados de Rusia en la reconquista de su posicionamiento estratégico en la región teniendo como plataforma a la isla, y el aluvión de propuestas económicas que la Unión Europea, encabezados por Francia y España, han venido haciendo desde el restablecimiento de las relaciones entre La Habana y Washington. Por el otro lado, la desesperación popular por la lentitud del gobierno en aplicar las soluciones económicas necesarias para paliar el deterioro económico; el miedo social ante el reconocimiento gubernamental de la posible llegada de otro período de crisis similar al de la década del 90; el recrudecimiento de los impuestos y la burocracia estatal que frena el verdadero despegue de la pequeña empresa; la desilusión evidente en la triplicación de la cifra de cubanos que escapan de la isla y que han convertido la crisis migratoria cubana en tema de las agendas políticas nacionales de varias naciones latinoamericanas, y la represión recrudecida del creciente movimiento opositor, que ha llevado a una decena de disidentes, encabezados por el Premio Sajarov del Parlamento Europeo, Guillermo Fariñas, a realizar una huelga de hambre masiva pidiendo a Raúl el cese de la brutalidad contra los manifestantes pacíficos de la oposición.

“Los cubanos seguimos sin entender en qué país vivimos, pero menos entendemos la postura de Europa con Cuba”, dice a DW desde La Habana el escritor, bloguero y opositor Ángel Santiesteban. Agrega que, “por ejemplo, mientras Cuba concede a Francia la gestión de ese entramado en bancarrota que es el Aeropuerto Internacional José Martí, acabamos de saber que ha negado a Alemania el establecimiento en Cuba del Instituto Goethe, que sería una presencia esencial para la difusión de la Cultura Cubana en Europa. ¿Cómo es posible que acepten que Cuba condicione la presencia cultural, educacional y social de la Unión Europea a una mayor y más efectiva presencia económica?”

Festejos en la mira

Las quejas más notorias de la población, materializadas incluso en los blogs independientes y artículos de la nueva generación de periodistas, hacen blanco del excesivo gasto que el gobierno, pese a las restricciones económicas aprobadas recientemente, viene realizando desde finales de junio en los preparativos para la celebración del cumpleaños 90 de Fidel Castro. “¿Qué celebran? ¿Que han arruinado al país? ¿Que han hundido la isla en un mar de desesperación ante la complicidad universal?”, dice desde La Habana Rafael Alcides, un autor clásico de las letras cubanas.

En cualquier caso, entre otras iniciativas, un grupo de populares músicos han hecho una aguerrida balada celebrando la larga vida del más viejo dictador vivo en el mundo actual y esos acordes se reproducen ya como un himno en todas las emisoras, televisoras y altoparlantes en una isla que cree cada menos en la existencia de los mesías.