Opinión: Temor en lugar de desarme
3 de abril de 2016La Cumbre sobre Seguridad Nuclear no logra aparecer en las portadas de los principales diarios estadounidenses, aun cuando fueron invitados más de 50 representantes de diferentes naciones. Y en las pocas ocasiones en que sí apareció, se reportó en las páginas traseras más sobre el miedo a un ataque nuclear terrorista que sobre la esperanza de un mundo libre de armamento atómico.
Desarrollo de nuevo armamento nuclear
En 2009, el presidente norteamericano, Barack Obama, dio inicio a la Cumbre sobre Seguridad Nuclear con la tarea explícita de encontrar seguridad y paz en un “mundo sin armamento atómico”. De esta máxima ya no queda nada. Al contrario, los Estados Unidos invierten miles de millones en investigación y en hacer aún más precisa la tecnología de armas nucleares.
Oficialmente, esta reestructuración del poderío militar estadounidense se vende al público como modernización. A esto se le han sumado ahora los rusos, quienes han reaccionado y están, asimismo, en camino de “modernizar” su arsenal nuclear. Si somos sinceros, podríamos catalogar esto como una nueva carrera armamentista. Es también por este motivo que el presidente ruso, Vladimir Putin, decidió no ir a Washington, lo que termina siendo prueba adicional de lo fría de la relaciones entre ambas naciones.
Alerta explícita
La situación actual es muy delicada. Los más recientes ataques en París y Bruselas demuestran, a pesar de todas las medidas de seguridad, de lo que es capaz la milicia terrorista Estado Islámico.
El presidente Obama habló claramente sobre el peligro del terrorismo atómico. Advirtió, a su vez, que gracias a la cooperación internacional, se ha vuelto más difícil para los terroristas conseguir uranio con fines de crear un arma nuclear. No obstante, este hecho no cambia en nada el verdadero peligro, ya que la voluntad de los grupos terroristas de llevar a cabo un ataque de este tipo es más fuerte que nunca. Daría lo mismo en qué parte del mundo se llevase un ataque de estos. El mundo entero se vería afectado, no solo por las radiaciones mortales, sino también por las consecuencias económicas, políticas y, por supuesto, psicológicas.
Trump amenaza con un ataque nuclear
Frente a este panorama, la política y estilo del presidente Obama, a pesar de las controversias, nunca ha sido tan importante. El presidente califica su estilo de gobernar como “relación de equilibrio”: no presentar ultimátums, sino más bien considerar qué es viable. Por ejemplo, negociar con China sobre desarme y control de armamento y al mismo tiempo criticar abusos de derechos humanos. Esto no es solo moralmente justificable, sino, pragmáticamente, una necesidad ineludible.
Otra cosa es que los Estados Unidos se tomen el derecho a desarrollar nuevas armas nucleares, al mismo tiempo que obligan a otros países a desarmarse. Esta doble moral es especialmente delicada para un país cuyo próximo presidente podría llamarse Donald Trump, quien no ha descartado la posibilidad de lanzar un ataque nuclear contra grupos terroristas incluso en Europa.
Para aprender: aquí puede usted leer la versión original de este artículo en alemán.