Opinión: Un halo de Watergate
10 de mayo de 2017Algo semejante no tiene precedentes en la historia estadounidense: el jefe de la Casa Blanca despide al jefe del FBI, en momentos en que este último dirigía una investigación que podría llegar a ser peligrosa para el presidente. James Comey investigaba los intentos rusos de influir en la campaña electoral estadounidense, en último término para allanarle el camino a la Casa Blanca a Donald Trump y perjudicar a su contrincante, Hillary Clinton.
En las pasadas semanas, el equipo de Trump rechazó todas las acusaciones de haber cooperado con el Kremlin durante la campaña en 2016. Sin embargo, las correspondientes investigaciones del FBI aún están en marcha. El que el jefe del organismo haya sido despedido antes de que concluyeran deja un resabio político amargo. Ahora no solo los demócratas temen que Donald Trump designe un nuevo director del FBI que ponga fin rápidamente a las investigaciones. Y que, de ese modo, nunca salga a la luz pública toda la verdad sobre la injerencia de Moscú.
Presidente en apuros
La decisión de Trump perjudica la credibilidad de las instituciones políticas en Washington. El prestigio de la clase política probablemente sufrirá un nuevo bajón y seguirá aumentando el hartazgo. Supuestamente el presidente desea un nuevo comienzo para el FBI. Trump justificó el despido de Comey con su proceder en el caso de los correos electrónicos de Hillary Clinton. Pero nadie se lo cree. Ni siquiera sus correligionarios. Al fin y al cabo, el propio Trump había alabado la actitud de Comey en ese asunto, que fue un lastre para su rival en la recta final de la campaña electoral. Despedir al jefe del FBI meses más tarde, justamente por eso… quien piense mal es un bandido.
La jubilación forzada de Comey podría desencadenar un terremoto político en Washington. La decisión recuerda el escándalo de Watergate. También Richard Nixon destituyó a comienzos de los años 70 a un investigador especial que había dado con la huella de sus oscuras maquinaciones. No obstante, Nixon finalmente tuvo que renunciar. A la larga, no pudo ocultar la verdad. Puede que Trump haya despedido a Comey, pero los demócratas –y también algunos republicanos– seguirán investigando si el equipo de la campaña electoral de Trump se coludió con instancias rusas. Hasta ahora no hay pruebas al respecto. Pero eso podría cambiar.