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Un pequeño paso ante la crisis de refugiados

Naomi Conrad29 de enero de 2016

La gran coalición de Gobierno alemana pudo dejar de lado las disputas y ponerse de acuerdo sobre las leyes de asilo. Pero, en realidad, los próximos desafíos ya están tocando a la puerta, opina Naomi Conrad.

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Sigmar Gabriel y Angela Merkel durante la reunión sobre el Paquete de asilo II.
Sigmar Gabriel y Angela Merkel durante la reunión sobre el Paquete de asilo II.Imagen: picture-alliance/dpa/K. Nietfeld

Durante meses discutieron sobre el tema, se acusaron mutuamente y escribieron cartas de protesta. Ahora, finalmente, Angela Merkel, Horst Seehofer y Sigmar Gabriel, los jefes de los tres partidos de la coalición alemana de Gobierno –la CDU, la CSU y el SPD- lograron llegar a un acuerdo el jueves (28.1.2016) por la noche. El camino hacia el “Paquete de asilo II” ya está libre de obstáculos, aseguró Gabriel luego de la reunión en Berlín.

Ahora se podría analizar cuál de los partidos de la coalición ha prevalecido en esta disputa en torno a un paquete de medidas para poner límite a la llegada de refugiados. Sobre el punto central -es decir, la creación de centros especiales de acogida en los que las solicitudes de aquellas personas con pocas perspectivas de obtener ese estatus se procesarán rápidamente- ya estaban todos de acuerdo hace tiempo.

La discordia, por el contrario, seguía dominando la cuestión de la reunificación familiar de los refugiados que no reciben el asilo, pero no pueden ser deportados porque, por ejemplo, en su país de origen los aguarda la tortura o la pena de muerte (la denominada "protección subsidiaria"). El compromiso establece ahora que a todos los refugiados “subsidiarios” se les prohíbe la reagrupación familiar durante dos años. Pero las mujeres y los niños que tienen familiares en Alemania - ya se trate de refugiados regulares o "subsidiarios”- tendrán prioridad en el próximo contingente.

Naomi Conrad, de DW.
Naomi Conrad, de DW.

La solución aún está lejos

Hasta aquí, todo bien. El paquete de asilo está listo. ¿Se puede decir que han ganado todos porque por fin el paquete puede convertirse en ley? Bueno, no del todo: debido a que el paquete no es, de ninguna manera, la gran solución al problema de los refugiados. Sólo ajusta aún más el marco de las posibilidades de asilo, acelera las deportaciones, clasifica a países con una dudosa situación en cuanto a derechos humanos, al menos en parte, como "seguros", y le niega a otros, pero para nada a todos los refugiados, traer a sus familias a Alemania.

Pero es probable que no sirva para detener a nadie que quiera emprender su camino hacia Alemania con la esperanza de escapar de la guerra, del hambre y de la pobreza. Y a veces también de la depresión demoledora a la que los someten el desempleo y la falta de perspectiva. No, en ese sentido, los centros especiales y las limitaciones a la reunión familiar ayudan poco. El arribo de los familiares de los refugiados a Alemania dura varios meses porque muchos de ellos deben esperar muchas semanas para conseguir un turno en las embajadas alemanas en Líbano o en Turquía.

Merkel y su mantra

En lugar de eso, la Canciller sigue buscando una solución a nivel europeo y repitiendo casi como un mantra su llamado a la solidaridad de los países de la UE, que siguen cerrando fronteras y creando un ambiente pésimo para los refugiados. Habla de puntos de recepción y asesoramiento para los recién llegados, que están planeados, pero aún no se han concretado. Y continúa diciendo que confía en la ayuda de Turquía, cuyo Gobierno, por su parte, concibe que proteger las fronteras incluye, de ser necesario, la deportación de refugiados enviándolos de vuelta a territorios en guerra, según afirman organizaciones de derechos humanos.

En resumen: puede que este compromiso se venda como un gran paso de la coalición, pero, en verdad, es uno bastante pequeño, de modo que la disputa debe continuar, y continuará, tanto a nivel europeo como aquí, en Alemania. Si la Unión Europea no logra ponerse de acuerdo durante la próxima cumbre, en febrero, entonces las voces que piden que se cierren las fronteras y que se fije un límite máximo para los refugiados se escucharán cada vez más alto.