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Veto migratorio de Trump, peligroso y contraproducente

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Michael Knigge
31 de enero de 2017

La prohibición de entrada a ciudadanos de siete países mayoritariamente musulmanes daña los intereses estadounidenses de seguridad y divide aún más al país. Trump está jugando un juego peligroso, opina Michael Knigge.

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USA Tausende demonstrieren an US-Flughäfen gegen Trumps Einreisebann
Imagen: picture alliance/AP Photo/C. Ruttle

Durante la campaña electoral presidencial en Estados Unidos, Donald Trump anotó puntos al alimentar el temor en temas relacionados con el terrorismo, los musulmanes y la inmigración. Sus eslóganes sobre la "exhaustiva investigación" de personas que quieran ir a Estados Unidos y una prohibición general a la entrada de musulmanes a ese país provocaron indignación en todo el mundo. Aún así, sus demandas radicales, que dictaron el discurso político de la campaña, fortalecieron su núcleo electoral en su apoyo entusiasta.

Michael Knigge, de DW.
Michael Knigge, de DW.

Con esto en mente, no es de extrañar que en su primera semana en el cargo Trump ya haya comenzado a implementar sus ya anunciadas políticas. La construcción del muro fronterizo era la primera parte; la prohibición que ahora se impone de entrada a ciudadanos de siete países mayoritariamente musulmanes es la segunda.

No obstante, mientras que permanece el anuncio de que el muro de Trump se construirá –pero sigue siendo eso, solamente un anuncio–, la prohibición de entrada impuesta por un decreto presidencial torpemente preparado ha tenido efectos inmediatos. Resultó en el caos que se vivió en los aeropuertos de todo el mundo con pasajeros varados, líneas aéreas desamparadas, personal de seguridad desinformado y agencias gubernamentales estadounidenses que se contradecían entre sí.

La medida no trae mayor seguridad

Puede que algunos simpatizantes de Trump admitan que la implementación inicial no sea la ideal, pero consideran, a pesar de todo, que el nuevo fallo mejora la seguridad nacional. En última instancia, juzgan que la decisión tomada es la correcta. Pero es eso exactamente lo que no logrará hacer el veto de Trump. La prohibición general de ingreso a ciudadanos de siete países mayoritariamente musulmanes es arbitraria, incoherente y contraviene los valores fundamentales de Estados Unidos.

Ahora, lo que debemos preguntarnos es: ¿por qué se les niega la entrada a Estados Unidos a los ciudadanos de siete países que podrían en teoría ser problemáticos, desde el punto de vista de seguridad, mientras que a personas de países que ya han estado involucrados en ataques terroristas contra Estados Unidos, como Arabia Saudí, se les permite entrar? ¿Y en qué medida logra ser una buena política en la lucha contra el terrorismo la detención de niños y ancianos en los aeropuertos?

En principio, no hay nada malo con un nuevo Gobierno que decide volver a examinar sus medidas de seguridad. Pero Estados Unidos ya tiene un programa de investigación muy laborioso e intensivo para las personas que desean viajar al país, especialmente de las naciones que las autoridades de seguridad consideran problemáticas. Es precisamente por este largo proceso que Estados Unidos, en comparación con otros países, ha acogido a tan pocos refugiados. Así, desde el punto de vista de política de seguridad, la apresurada decisión de Trump es innecesaria e incorrecta.

Pero no es solo eso: la prohibición de entrada también es contraproducente. Para muchos musulmanes de todo el mundo es la confirmación del mensaje que Trump ya estaba enviando desde la campaña: es decir, que ellos y su religión no son bienvenidos en Estados Unidos. Lo que termina jugando a favor de extremistas islamistas en todo el mundo.

Y no son solo muchos musulmanes los que se sorprenden por el veto. Tanto dentro de Estados Unidos como por fuera, los amigos de la nación están horrorizados por el daño que la administración Trump ha hecho a la reputación del país después de tan solo una semana en el cargo y de cómo, despreocupado por las masivas protestas, ayuda a profundizar la división en la sociedad. Es de temer que esto sea solo el comienzo. Y aún quedan 1.373 días hasta la próxima elección presidencial.