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Ortografía alemana: más vale malo conocido…

mb9 de agosto de 2004

Un año antes de que concluya la fase de prueba de la reforma ortográfica, los grandes consorcios editoriales alemanes Spiegel y Springer anuncian que se quedarán con la vieja ortografía. El tema divide a la nación.

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Prominentes representantes de la prensa escrita en Alemania a favor de la vieja ortografía.Imagen: AP

La reforma ortográfica dividió a las letras alemanas en antes y después. En agosto de 1998 de la comisión formada por representantes de los ministerios de Cultura, doctos germanistas de Alemania, Austria y Suiza acordaron simplificar la ortografía de la lengua de Goethe. Si lo que pretendían es que la generaciones venideras lo tuvieron más fácil, erraron.

Johann Wolfgang von Goethe in Kampanien

En realidad, nunca la quisieron

Desde el comienzo el tema estuvo plagado de discusiones bizantinas y se enfrentó a una dura oposición. Si bien la mayoría estaba de acuerdo en que los niños que apenas se escolarizasen la tendrían más fácil, las demás generaciones se las verían canutas al no conocer las nuevas reglas. Así sucedió que los más afamados escritores alemanes de pronto ya no sabían escribir correctamente. La mayoría, entonces, optó por quedarse con la vieja ortografía. Lo mismo hicieron algunas grandes editoriales.

Die neue deutsche Rechtschreibung Änderungen
Imagen: AP

La introducción de las nuevas reglas en la prensa escrita era un paso importante para la reeducación del pueblo. El afamado Frankfurter Allgemeine Zeitung, sin embargo, en realidad jamás abandonó la las viejas, lo cual le costó que lo tacharan de conservadurismo. Ahora, Springer –editora de numerosos diarios y revistas- hace causa común con el diario del corazón financiero de Alemania y con el Spiegel –el semanario de más renombre- para volver a la antigua ortografía. Muchos otros han anunciado su apoyo.

Contrarreforma costosa

Si bien reformar la reforma, sobre todo en los libros de texto, costará algunos cientos de millones de euros, en la opinión de algunas editoriales “acabará con este sin sentido” y con la inseguridad en la que ha visto sumido en los últimos años el escribiente promedio en Alemania .

Al parecer, Austria y Suiza llevan mejor el asunto, pues para unas editoriales la reforma ortográfica del alemán pasó literalmente desapercibida y otras se la tomaron con bastante parsimonia. Es decir, ninguna de estos países, tampoco Lichtenstein, sufrirían con una contrarreforma. Autoridades alemanas, asociaciones culturales y las asociaciones de maestros alemanas, sin embargo, ven en ello un gran problema. No así la población: según resultados de una encuesta, de 506 entrevistados 75% está a favor de la vieja.