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OSCE: hablando de paz y democracia en una autocracia

1 de diciembre de 2010

Once años han pasado desde la última cumbre de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, y tras tan largo tiempo, la 1a reunión que celebra el organismo tiene lugar en la boca del lobo: Kazajstán.

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La OSCE se reune en Astana, Kazajstán.Imagen: DW/Esther Broders

Los miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) podrían haber elegido un lugar más fácil que Kazajstán para sentarse a hablar de paz y democracia, y del sucesivo trabajo del organismo. Sobre el país centroasiático pesan graves acusaciones de violación de los derechos humanos. A su presidente, Nursultan Nazarbayev, se le considera en la práctica un dictador.

Sin embargo, el paso- y la semilla que sembraba la discordia- ya fue dado cuando este año los kazajos se convirtieron en los primeros ex soviéticos en asumir la presidencia de la OSCE, una institución que nació en 1975 como consecuencia tardía de las guerras mundiales, encomendada con la misión de evitar enfrentamientos y otorgarle por esta vía estabilidad al continente.

Un encuentro en Londres o París difícilmente hubiera alcanzado el simbolismo que tiene la presente reunión en Astana. La Guerra Fría ha terminado, parece ser el mensaje. La OSCE está presente allí donde se la requiere, reza aparentemente el otro.

Kazajstán sí o no

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La OSCE celebra su cumbre del 1 al 2 de diciembre de 2010.Imagen: DW/Esther Broders

“Si no se hubiera elegido a Kazajstán para dirigir la OSCE, el organismo habría caído en una grave crisis existencial, porque la señal hubiera sido que sólo quienes son miembros de la Unión Europea y de la OTAN, o desean llegar a serlo, pueden ocupar su directiva”, opina Wolfgang Zellner, del Instituto de Investigación para la Paz y Política de Seguridad de la Universidad de Hamburgo.

La OSCE es la única organización de la que forman parte tanto los países de Europa occidental y oriental, como todos los Estados resultantes de la desintegración de la Unión Soviética, además de Estados Unidos y Canadá, recuerda Zellner. En esta diversidad reside su fuerza a la hora de resolver conflictos y de ejercer presión para que se respeten los derechos humanos. La existencia de socios de primera y segunda clase sólo podría ir en contra de la institución misma, sostiene el experto.

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El presidente kazajo, Nursultan Nazarbayev, y la canciller alemana, Angela Merkel.Imagen: AP

Pero no todos están de acuerdo con tal visión. Un país que no respeta los principios que defiende la OSCE no puede colocarse a su frente. La cumbre en Astana es contemplada por no pocos como un evento en que le otorga a Nazarbayev la posibilidad de celebrar un triunfo personal. “La mejor manera de llevar a la práctica nuestro compromiso con la defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales sigue siendo nuestro propio orden del día”, recordó la canciller alemana, Angela Merkel, sin mencionar abiertamente al presidente kazajo.

Asia Central, potencial de conflicto

Sobre todo por su labor como observadora en procesos electorales y su trabajo en el campo del desarme se conoce a la OSCE. Sin embargo, la actividad de la organización va más allá y se refleja en algunos de los puntos que este miércoles (01.12.2010) y el próximo jueves (02.12.2010) estarán sobre la mesa en Astana: lucha a favor de la libertad religiosa, soluciones a la situación en Afganistán, mejora del sistema de respuesta en situación de crisis.

Mucho que ver con Asia Central tienen estas cuestiones. Los choques étnicos y religiosos demuestran aquí- donde la Unión Soviética practicó su política antinacionalista de división y mezcla vil de comunidades y donde las diferencias en el nivel de vida entre países vecinos crecen en función de quienes tienen y quienes no recursos energéticos- enorme potencial de conflicto.

Uno de ellos estalló en junio de este año en Kirguistán, cuando cientos de personas resultaron heridas y muertas en el enfrentamiento entre uzbecos y kirguisos. En aquella ocasión, la respuesta de la OSCE dejó que desear. “Fue incapaz de reaccionar rápidamente, impedir las masacres y controlar la situación”, dice Michael Laubsch, director del Eurasian Transition Group.

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Consecuencias de los enfrentamientos étnicos en Kirguistán, junio 2010.Imagen: AP

El que Kazajstán presidiera la OSCE ayudó, en opinión de unos, a manejar los sucesos en Kirguistán y en el futuro podría ser de más y mejor ayuda. Otros, sin embargo, consideran que el país sólo acudió en defensa de sus propios intereses, y no de los de la institución. Y así vuelven a divergir de nuevo las opiniones entorno a la OSCE.

Autor: Esther Broders/ Vitali Volkov/ Marikan Ostapschuk/ Luna Bolívar

Editor: José Ospina Valencia