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Paolo Guerrero, la precipitada mutación de ídolo a niño malo

5 de abril de 2010

El delantero peruano Paolo Guerrero pidió perdón por haber agredido el domingo a un espectador al término del partido de la Bundesliga alemana de fútbol contra el Hannover.

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José Paolo Guerrero en tiempos felices. (Foto de archivo 13.05.2009).Imagen: picture alliance/dpa

La temporada había empezado bien para Paolo Guerrero, muy bien, tanto que con sus cuatro goles en cuatro partidos se había convertido en el niño mimado de la afición del Hamburgo. Su efectividad, su olfato goleador incluso le abrieron el camino para convertirse en ídolo de una hinchada que no suele ser generosa con sus propios jugadores.

Pero ese camino se truncó. Las semanas del idilio parecieron confundir al delantero peruano y con la misma celeridad mostrada en el área rival, o en las calles de la ciudad conduciendo sus Ferraris, fue dilapidando en un vertiginoso espiral descendente las simpatías e identificaciones para terminar siendo hoy el niño malo de una película fea que lo tiene como protagonista.

El goleador es la figura central de una secuencia de imágenes que hoy se repetían en todos los canales de la televisión o que encabezaban los portales en Internet locales bajo el título: "El botellazo de Guerrero".

El depredador

Guerrero, llamado "el Depredador" por lo intrépido que supo ser a la hora de marcar, se lo ve enfrentado con su propia hinchada tras el pobre empate a cero goles ante Hannover el domingo, perdiendo los nervios, reaccionando a la ira por los insultos que le llovieron desde las gradas con un botellazo a la cara de un espectador.

Volvía así a revalidar su prodigiosa puntería, pero esta vez no frente al arco rival. Su compañero de equipo y portero Frank Rost salió en su defensa apelando a la ironía y el sarcasmo: "Le pegó bien. Los Yankees de Nueva York lo hubieran contratado enseguida".

Para Guerrero, la agresión podría significar el fin en la Bundesliga. Su descenso comenzó cuando, aprovechando su buen momento goleador a principios de temporada, dijo que sólo iba a renovar su contrato -que termina en junio- si el Hamburgo le duplicaba el sueldo.

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Guerrero con la camiseta del FC Bayern.Imagen: AP

Suponía que podía imponer sus condiciones, pero no contó con la fatalidad de una grave lesión. Una rotura de ligamentos jugando para la selección de Perú contra Venezuela lo iba a dejar fuera del fútbol siete meses.

La recuperación la hizo en Lima, lejos del invernal Hamburgo, pero fue con ribetes de una telenovela de muchísimos capítulos, que tuvo como eje central su pánico a volar. Fue la explicación que se dio para aplazar una y otra vez su regreso al club. Los comentarios en los medios y en foros en Internet fueron subiendo en acidez y mofa.

Futuro incierto

En el interín, el club no perdió el tiempo y ante la incertidumbre que presentaba "Paolo" con su contrato, sus aspiraciones salariales, la lesión y el miedo a los aviones, optó por escoger a un reemplazante. El elegido fue Ruud van Nistelrooy, una estrella consagrada llegada del Real Madrid que aportó lo suyo para opacar al ausente.

Presionado por la realidad, Guerrero regresó, aceleró la recuperación, exigió reaparecer lo más pronto posible, pero tuvo la desgracia de hacerlo en un mal momento del equipo. Una mala racha que frustró sobremanera a la exigente hinchada. El domingo, Guerrero tuvo la opción más clara de gol y la desperdició. Debía ser su primer grito de gol desde el 30 de agosto, pero no se dio.

Llegaron las silbatinas, los insultos de la propia gente y el depredador acudió al argumento del botellazo. El líder de los "supporters" del Hamburgo, el grupo más influyente entre los seguidores del club, no pidió clemencia para el jugador, al contrario: "A un hincha, si llega a hacer eso, lo castigan y le prohíben la entrada al estadio por lo menos dos años". El futuro de Guerrero en Hamburgo es más incierto que nunca.

Autor: DPA

Editor: Claudia Herrera Pahl