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Pavarotti: „material mágico y técnica extraordinaria“

Mirra Banchón6 de septiembre de 2007

Luciano Pavarotti no cantará más sobre esta Tierra. Las casas de Ópera europeas están de luto y rinden homenaje al encantador trovatore.

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En su último concierto en Stuttgart, octubre 2005Imagen: AP

Herbert von Karajan, el afamado director de la Filarmónica de Berlín, la calificó de la voz del siglo, “de ésas hay sólo una cada cien años”. La salud de Luciano Pavarotti estaba muy deteriorada debido al cáncer; pero él seguía pensando que iba a terminar su gira de conciertos interrumpida el verano pasado. Después de su operación había declarado al diario La Stampa: “He tenido verdaderamente todo en la vida. Si se me quita otra vez todo, Dios y yo estaremos a mano”. Y ahora están tablas: su voz se ha elevado, esta vez definitivamente, a los cielos.

Casas de ópera europeas de luto

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Concierto cerca del desierto de Mexicali, en 2003 en MéxicoImagen: AP

El Teatro Municipal de Módena, su ciudad natal, llevará su nombre: ahí debutó en el papel de Rodolfo en La Boheme de Puccini. La Ópera Estatal de Viena ha izado la bandera negra, por “la pérdida de una de las voces de tenor más hermosas de mi tiempo y, más allá, por un ser humano que a través de su arte ha tenido un efecto único y se ha dado inmensamente a su público”, declaró su director Ioan Holender. El Festspielhaus de Salzburgo también puso su estandarte de luto: “fue un artista excepcional que ya al primer tono solía encantar al público y a la prensa. También a Salzburgo le regaló numerosas veladas extraordinarias”, declaró su directora, Helga Rabl-Stadler.

En un comunicado de la Royal Opera House de Londres consta: “fue uno de los mejores cantantes de nuestra época; millones de personas lo echarán de menos. Uno de sus mayores logros es haber acercado la ópera a quienes quizás nunca habrían tenido contacto con la música clásica; haciéndolo, enriqueció su vida”.

Ya en 1988, la Staatsoper de Hamburgo lo había nombrado cantante de cámara, y en la de Berlín, el mismo año, el público sucumbió a su encanto: con una lluvia de 67 minutos de aplausos lo hizo salir 115 al escenario después de que interpretara a Nemorino en Lélisir d´amore de Donizetti. En Dusseldorf, el intendente general de la Deutsche Oper am Rhein, Tobias Richter declaró: “Pavarotti contribuyó a que el bel canto sea percibido como popular, como un arte del pueblo entendido de la mejor manera”.

Un tenor pop

Y es que lo más curioso del tenorissimo es haber roto con un gran tabú, “que los puristas de la ópera no le perdonan”, opina el diario digital Stern: Pavarotti hizo de su voz una empresa que fundió la ópera, el pop y el negocio. Para ejemplo un botón: “Los tres tenores”, su empresa del bel canto junto con Plácido Domingo y José Carreras vendió la copia de su presentación en el Mundial de Fútbol de Italia en 1990 más de diez millones de veces. A Pavarotti jamás le inquietó que esto molestara a los melómanos puros: “Millones de personas ven el fútbol y no saben nada de nada”, había contestado.

Pero no sólo con su melange, Pavarotti logró grandes éxitos comerciales: en su cenit como tenor, en los años noventa, vendió más discos que Carreras y Domingo juntos. Pavarotti fue uno de los primeros cantantes clásicos en subir a los puestos más altos de la lista de éxitos. A partir de hoy, su voz sólo se escuchará en las numerosas grabaciones.

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En su oficina de Nueva York, 2003Imagen: AP

Lo que ya se había dicho

El diario Frankfurter Allgemeine Zeitung edita extractos de las críticas que, durante los últimos diez años, publicó de los conciertos de Pavarotti. Así, en 1976, después de I Puritani de Bellini en la Metropolitan de Nueva York constaba: “su bel canto es equiparable sólo al de Caruso”. En 1977, después de un Il trovatore de Verdi en la Ópera de Viena criticaba: “Pavarotti pertenece a los sobresalientes tenores de las últimas tres décadas. Cabe hacerle justicia y resaltar a este encantador tenor dejando atrás su pasión por lo sensacional. La brillantez y la belleza del material [su voz] había llamado la atención ya en los años sesenta; a ello se unió una técnica que le permitió saltar entre los tonos más altos con una elasticidad inaudita”.

“Su éxito”, decía Gerhard R. Koch en octubre de 1995, “radica en la magia material de esa voz y en el singular instinto musical que sustentó siempre la notable técnica de Pavarotti."