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No es impensable quitar las piedras del diálogo en Venezuela

José Ospina-Valencia
14 de mayo de 2020

Tan desacreditada está la única vía pacífica hacia la transición democrática en Venezuela que hoy nadie parece querer negociar nada. Si para Venezuela no hay modelo de diálogo, ¿por qué no buscar uno que haga escuela?

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Imagen: Getty Images/AFP/L. Robayo

Hablar de diálogo en Venezuela es por estos tiempos una herejía. La instrumentalización de toda negociación, por parte del Gobierno y en detrimento de la oposición, ha generado una brecha que parece insalvable. "El régimen de Caracas solo ha utilizado el diálogo para ganar tiempo. De cada intento de acuerdo la oposición ha salido cada vez más debilitada", es la conclusión del sociólogo venezolano Tulio Hernández, quien critica fuertemente a quienes proponen una nueva negociación sin tener en cuenta las artimañas del Gobierno, y cuestiona en DW, "¿por qué se pone siempre en tela de juicio la disposición de la oposición y no le preguntan al régimen de Maduro por qué ha hecho fracasar todos los intentos de entendimiento para restaurar la democracia en el país?". 

Pero el problema parece aún más profundo. En Venezuela se ha pasado de la demonización del contendor político a la deshumanización del mismo como enemigo. Un proceso que han vivido sociedades en largos conflictos internos que no solo deterioran la infraestructura sino los valores humanos. Volver a confiar en la otra parte parece aún impensable en Venezuela. "La polarización de la sociedad venezolana ha sido replicada a nivel mundial, tanto en los países en los que se exilia la oposición como en los que respaldan al régimen", dice a DW Geoff Ramsey, director para Venezuela del taller Washington Office on Latin America (WOLA).

Si el conflicto es internacional, a nivel internacional se arregla

Los venezolanos no pueden seguir confiando en que una fuerza militar extranjera libere a su país. El único camino viable es volver a la mesa de negociaciones. Así como lo ha propuesto el salvadoreño Joaquín Villalobos, apuntando a que "el conflicto ya no es solo entre venezolanos sino entre potencias". ¿Por qué entonces no abrir un foro con diversas mesas para propiciar un diálogo entre las potencias sobre un acuerdo político en Venezuela?

Pero uno de los problemas para retomar el diálogo es justamente la polarización. "Es decir", explica Ramsey, "de un extremo se han puesto Estados Unidos, Colombia y el Grupo de Lima y del otro, China, Rusia, Cuba, Irán y otros aliados del régimen venezolano". Hasta que estos dos polos no se encuentren, no coincidan en que es Venezuela y los venezolanos lo que cuenta, "dudo mucho que se pueda solucionar el conflicto", lamenta.

Si bien la coyuntura política mundial no favorece un entendimiento fácil entre Estados Unidos y China, un acuerdo básico sobre Venezuela podría ayudar a destrabar las relaciones dañadas por la guerra comercial y la disputa por la pandemia.

China rehúye aún a la responsabilidad

 

"Para China, América Latina y el Caribe siguen siendo una parte fundamental de su ‘diplomacia para los países en desarrollo', no solo porque es fuente de importaciones de materias primas agrícolas, minerales y energéticas", dice a DW Matt Ferchen, jefe del Programa de Investigación Global en el Instituto Mercator de Estudios de China (MERICS), con sede en Berlín.

En cuanto a Venezuela, Ferchen, quien fuera profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Tsinghua, resalta que hoy el respaldo de Pekín a Caracas no es el mismo de antes: "Venezuela era un importante socio comercial y diplomático de China. Sin embargo, desde al menos el 2013, tras la muerte de Hugo Chávez, la relación petrolera y diplomática entre China y Venezuela ha cambiado fundamentalmente, debido a la crisis económica y política de Venezuela, y sus implicaciones para China". Para Pekín, parece perder peso que el poder en Venezuela esté manejado por un Gobierno de izquierda, "lo que importa son las materias primas".

Ferchen recuerda que el equipo del presidente interino Juan Guaidó, ha buscado convencer a China de alejarse de Maduro, sin éxito. "El principal argumento de Guaidó", reseña Matt Ferchen, "ha sido que Maduro y los chavistas han sido un mal socio comercial para China y que cualquier futuro Gobierno sería un socio mejor y más estable para Pekín". China rehúye, hasta ahora, a una "participación activa y pública en las discusiones regionales o multilaterales sobre cómo ayudar a abordar la crisis económica y política de Venezuela", es la conclusión de Ferchen, máster en Estudios Sino-Latinoamericanos de la Universidad Johns Hopkins.

"Las sanciones estadounidenses contra el régimen de Maduro y PDVSA podrían enredar los préstamos chinos para el petróleo", anota Ferchen, quien concluye que "entre más tiempo espere China, más probable es que las partes interesadas en Venezuela, la hagan responsable de su apoyo a Maduro, sea cual sea". Y más ahora que las susceptibilidades están al rojo vivo, debido a la pandemia del coronavirus.

No existe otra opción mejor que la de hablar

"Hay que aceptar, de una vez por todas, que no hay una opción militar extranjera al conflicto venezolano", replica Geoff Ramsey, del taller Washington Office on Latin America. Por el contrario, cree Ramsey, lo que "urge es un diálogo", por inverosímil, iluso y complicado que parezca.

Y la clave de ese diálogo la ve Ramsey, director para Venezuela del WOLA, en la Unión de Europea que "ha mantenido una postura muy cauta y estratégica" frente al caso de Venezuela. Según Ramsey, "la UE podría jugar un papel importante hacia un proceso de negociación, con la participación de Rusia, China, Estados Unidos y Cuba". La participación de estos cuatro países, en torno al foro que abra la Unión Europea "le daría grandes posibilidades de éxito al proceso", es la convicción del experto, quien considera que "con el tiempo, las presiones a China y Rusia van a generar incentivos para que Pekín y Moscú apoyen una transición. El llamado "Grupo de Contacto" podría aportar al acercamiento en América Latina misma.

Por último, el experto del WOLA concluye que, "un problema fundamental es que tanto el régimen como la oposición siempre han creído que hay una alternativa mejor a la negociación. El tiempo y la experiencia han mostrado que no es así. Ahora, los países aliados, tanto del régimen como de la oposición deberían reconocerlo abiertamente y dar vía a una transición democrática". Una Venezuela democrática le conviene a todos, una en caos, solo a los pocos que viven de él.

(few)

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