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En Perú se conocen más de 4.500 clases diferentes de papas. Este tesoro tan variado debe conservarse, entre otras razones, porque las especies más resistentes pueden ayudarnos a sobrellevar los cambios climáticos. Un equipo de científicos trabaja codo a codo con granjeros peruanos, aprovechan sus conocimientos y, a cambio, les procuran semillas mejoradas, más rendidoras en la cosecha. Así podremos seguir comiendo papas fritas y puré en los siglos venideros.