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La ayuda para el desarrollo está en crisis

18 de febrero de 2010

Cada vez se hacen más tangibles los efectos de la crisis financiera; prueba de ello es la creciente dificultad de las naciones industrializadas para seguir ofreciendo más ayuda para el desarrollo a los países más pobres.

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¿Qué pasa con la ayuda para el desarrollo cuando las naciones ricas entran en crisis?Imagen: picture-alliance/ dpa

Son numerosos los países que prometieron ofrecer más ayuda para el desarrollo a países no industrializados y no podrán cumplir su palabra este año. A esta conclusión llegó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tras presentar un informe en París el pasado miércoles (17.2.2010). Francia y Alemania, que están entre los países más desprendidos en esta materia, brindaron menos ayuda de la ofrecida en la cumbre del G-8, celebrada en Gleneagles, Escocia, en 2005.

“El nuevo Gobierno federal honra los compromisos adquiridos internacionalmente por Alemania y en el contrato del Gobierno de coalición puede leerse que hasta el año 2015 queremos invertir el 0,7 por ciento de nuestro Producto Nacional Bruto (PNB) en la colaboración para el desarrollo”, anunció Dirk Niebel, ministro para la Cooperación Económica y el Desarrollo, aludiendo a la proposición suscrita por los 192 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el año 2000: dentro de lo posible, cumplir con los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio hasta el 2015.

Las metas para el milenio tienen retraso

Entre las metas fijadas por ese proyecto está reducir a la mitad el número de personas afligidas por la pobreza extrema y el hambre, el acceso a la escuela primaria para todos los niños, una reducción significativa de la tasa de mortalidad de los niños y sus madres, y el establecimiento de alianzas para el desarrollo que comprometan a los mandatarios de los países en vías de desarrollo a gobernar responsablemente y a los de las naciones industrializadas, a garantizar el suministro regular de recursos financieros. Y es que los presupuestos ministeriales y la tendencia a regatear en los países industrializados son factores que dificultan la labor de los coordinadores de la ayuda para el desarrollo en las naciones no industrializadas, cuando se trata de efectuar una planificación económica razonable a mediano plazo.

Todo eso suena muy bien, pero esos compromisos fueron adquiridos por la Unión Europea (UE) y sus países miembros en 2005, antes de que explotara la crisis financiera global. Apoyar a los Estados más pobres donando el 0,7 por ciento de los ingresos nacionales propios: esa promesa la hicieron países del hemisferio norte hace 40 años, pero sólo unos pocos –entre ellos Luxemburgo, los Países Bajos y los países escandinavos­– cumplieron con lo ofrecido. Alemania, por cierto, no lo hizo nunca.

La ayuda para el desarrollo está en crisis

En la era marcada por el Gobierno de Helmut Kohl, las dimensiones de la ayuda para el desarrollo –conocida por su nombre en inglés “Official Development Assistance” y por su versión abreviada "cuota-ODA"– se redujeron al 0,26 por ciento. Durante el Gobierno de coalición integrado por el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y el de los Verdes (1998-2005), y aquel conformado por el SPD y la Unión Democrática Cristiana (2005-2009), los recursos asignados a la ayuda para el desarrollo se incrementaron hasta alcanzar el 0,4 por ciento.

Pero la meta fijada originalmente para el año 2010 de aportar una cuota-ODA de 0,51 por ciento no podrá ser alcanzada, con todo y que el ministro para la Cooperación Económica y el Desarrollo –debido, en parte, al reforzamiento de la misión militar en Afganistán– aspira que la ayuda se intensifique para que ascienda a los 187 millones de euros. “Visto desde una perspectiva realista, pedirle al ministro de Finanzas 3,5 miles de millones de euros este año no amerita comentario alguno. Eso va a hacer que cumplir con las metas de aquí al año 2015 sea un auténtico desafío”, comentaba Niebel.

Los beneficios de la ayuda están por verse

El Gobierno federal está tanteando el terreno a la búsqueda de estrategias que le permitan cumplir su palabra sin comprometerse aún más económicamente. Dirk Niebel quiere reorientar el dinero que Alemania ya aporta a los países más pobres para que compensen los efectos de las condiciones climáticas extremas, con miras a que esos fondos sean considerados como ayuda para el desarrollo. En un principio, estas sumas fueron asignadas como recursos adicionales, distintos de los planeados para combatir la pobreza en las zonas del mundo más necesitadas. Pero también eso se hizo antes de que estallara la crisis financiera.

Autor: Jule Reimer / Evan Romero-Castillo

Editora: Emilia Rojas Sasse