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¿Pierde América Latina el tren europeo?

13 de enero de 2003

Con la nueva ampliación, se espera una redefinición de las relaciones externas de la Unión Europea (EU), tanto en el plano político como económico. América Latina teme ser relegada. La preocupación crece.

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Último llamado para abordar...Imagen: AP

El expreso europeo ha partido. Destino: el Este europeo. Año de llegada: desconocido. Máxima velocidad: a partir del 1° de enero próximo. El tren – de 25 compartimentos – tiene primera, segunda y tercera clase. En esta última viajan los 10 nuevos pasajeros que tendrán que entregar su tiquete con el inicio del 2004: la República Checa, Hungría, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Eslovaquia, Eslovenia, Malta y Chipre. Aunque tortuoso, el paseo promete ser reconfortante.

Un barco se aleja...

La ampliación y consolidación de la Unión Europea es un hecho. El rumbo de este "viaje comunitario" va en una dirección lógica. El Este es, por naturaleza, el sendero que la Unión Europea tiene por recorrer. Pero por razonable que parezca el viaje, este "expreso" parece haber dejado a algunos viajeros de otras latitudes que hubieran querido tomar parte en el paseo. Así lo da a entender el historiador y polítologo colombiano Hugo Fazio Vengoa en la revista Semana: "En síntesis, se puede concluir que la ampliación de la Unión derriba los últimos vestigios de la cortina de hierro que dividía el continente, pero este necesario recentramiento de la política europea en las temáticas regionales, aunado al inmenso protagonismo que está adquiriendo Estados Unidos en América Latina permiten prever que el barco europeo se aleja de nuestro continente", concluye Fazio Vengoa.

De acuerdo. "Pero no es sólo Europa la que se aleja de América Latina, sino que ambas regiones se han montado en naves diferentes con rumbos antagónicos", dice el profesor Klaus Bodemer, director del Instituto de Investigaciones Latinoamericanas con sede en Hamburgo, a DW-WORLD. No es tanto que Europa no quiera saber nada del subcontinente latinoamericano, agrega Bodemer, sino que "tanto Europa como América Latina han estado ensimismadas atendiendo sus propios problemas ".

Desplomes aquí, desplomes allá

Las preocupaciones de Europa tras el desplome del bloque comunista y las de América Latina con el desplome de sus clases medias han mantenido a ambas partes ocupadas. Mientras la Unión Europea centra sus fuerzas en tópicos políticos como una constitución común, la reforma institucional y la ampliación, América Latina lleva décadas sufriendo las crisis económicas y financieras provocadas por los Estados o por la banca privada.

La actual ampliación se caracteriza por involucrar a naciones con niveles de desarrollo muy inferiores a la media comunitaria. En general, según datos de Eurostat, su incorporación aumentará la población de la Unión en un 20,05 %, o sea 75,30 millones de personas que se sumarán a los 374,6 millones que tenían los actuales 15 miembros en 1998, pero con un aporte al producto interno bruto comunitario de sólo el 4 por ciento. Es decir, la Unión será más grande, pero también más pobre.

Es, dentro de este cambiante escenario que adquiere gran actualidad la pregunta sobre el papel y el lugar de América Latina ante esta redefinida Unión Europea. No en vano, porque ambos conjuntos de países siguen estrategias excluyentes (el Alca y la ampliación). Más concretamente ¿en qué medida las transformaciones de la Unión Europea alterarán las preferencias internacionales ? ¿Los aspirantes son países complementarios o competitivos con América Latina en los vínculos económicos con la UE?

Temor reinante

América Latina no ocupa un lugar prioritario en la política internacional de la Unión Europea y nada permite suponer que esta situación se modificará en el futuro próximo. Fazio Vengoa teme que la ampliación "se traduzca en un mayor marginamiento de la región en la escala de preferencias internacionales de la UE".

Varios factores avalan esta tesis: en primer lugar, porque los Países de Europa Centro Oriental rivalizan con América Latina, no en las ventajas comparativas de esta última, sino en la eventualidad de colocar productos con un mayor valor agregado en el mercado europeo. La tarea de homogenizar el nivel de vida en la nueva "fortaleza", relegará a un segundo plano los vínculos que mantiene la Unión con América Latina. En tercer lugar, el bajo perfil de los vínculos económicos y políticos de América Latina con los nuevos miembros se convierte en un obstáculo adicional que inhibe la posibilidad de mejorar las relaciones entre la UE y América Latina, este es el temor reinante en América Latina. Con el fin de evitar o acaso de contrarrestar este efecto, el trabajo de instituciones europeas como IRELA o el Institut für Iberoamerika-Kunde de Hamburgo, suscritas a la investigación de América Latina, es vital. El profesor Bodemer recuerda que ya en el 2000 se realizó en Viena una conferencia para acercar a científicos del Este europeo con homólogos latinoamericanos. Para ello la Unión promueve el programa ALBAN de intercambio académico.

¿Más Schröder y menos Bush?

La prolongada recesión y crisis de varios de los países latinoamericanos se han traducido en un aumento del desinterés de varios de los países europeos por intensificar las relaciones con el conjunto de la región. Por último, la suscripción de un acuerdo de libre comercio entre Chile y Estados Unidos se convierte en un accionar que delimitará los marcos de negociación del Alca y se traducirá en un fortalecimiento de la hegemonía estadounidense en la región.

Finalmente se puede decir que si los latinoamericanos quieren alcanzar el tren europeo tendrán que absolver primero su propio crucero, que por picado que esté el Atlántico, el mareo pasará y los europeos esperarán, así no los vayan a recibir al puerto.