¡Pobre África!

La Nouvelle République du Centre-Ouest, de París: "Francia demanda un impuesto internacional para todos los boletos de avión, para poder financiar los medicamentos contra la malaria, Sida, o tuberculosis. En los países pobres una cosa depende de la otra. Pobreza, desnutrición, epidemias, enfermedades. ¿Están las naciones ricas, entre ellas Francia, dispuestas a quitar su apoyo a los líderes corruptos de las naciones africanas y otros continentes? No tiene sentido apoyar financieramente a estos países, sí sus políticos malversan este dinero. Además las naciones más pobres no requieren de donativos y caridad por parte de las naciones ricas, sino de justicia y una política renovada."

África autosuficiente

Telegraaf, de la Haya: "El problema radica en que nadie sabe cómo tratar al continente africano. Abrir la llave del dinero no es una solución más que para los casos de mayor urgencia. Tiene mucho más sentido realizar inversiones en el campo de la agricultura, la infraestructura, el servicio salud, así como la erradicación de las barreras arancelarias. Pero los líderes africanos deberían cooperar, poner fin a la corrupción así como a las guerras que consumen millones. Sin su esfuerzo África seguirá siendo un continente perdido."

Idealismo hoy, decepción mañana

The Times, de Londres: "El idealismo frente a África es positivo, pero la simplificación un problema. Ningún otro continente ha recibido en las últimas tres décadas más ayuda que África, sin que se hayan logrado muchos resultados. Si no se registra un cambio radical de las condiciones económicas y de la cultura política en la que viven los africanos, cualquier idealismo sobre África desembocará en decepción.

Los participantes de la cumbre del G8 no deben alejarse de sus esfuerzos básicos que intentan lograr la erradicación de la pobreza por medio del libre comercio, los mercados y las sociedades libres."

'Live Eight'

El País, de Madrid: "Los conciertos de rock no pueden resolver los problemas del mundo, pero deberían sensibilizar a los máximos dirigentes políticos del planeta cuando engloban causas tan justas y necesarias como la de la lucha contra la pobreza en África.

Es probable que no todos los que cantaron y bailaron al ritmo del líder de U2, Bono, Paul McCartney o Madonna el sábado en Hyde Park sigan de cerca el desarrollo de la cumbre del G-8. Pero, en cualquier caso, los dirigentes de los siete países más ricos del mundo, además de Rusia, se deberían sentir más presionados y vigilados cuando se reúnan de miércoles a viernes en la localidad escocesa de Gleneagles tras esta inmensa concentración juvenil.

Evidentemente, una reunión de tres días de los dirigentes más ricos del planeta no puede resolver problemas de raíz. Al final de estos encuentros abundan más los largos compromisos de intenciones para erradicar la pobreza que a menudo quedan luego en papel mojado. En esta ocasión, sin embargo, existen fundadas esperanzas de que el G-8 apruebe medidas concretas para reducir la deuda externa, doblar la ayuda al desarrollo -aunque en eso Europa quiere hacer más que Estados Unidos-, y alentar acuerdos para un comercio justo que aliente más la inversión.