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Portador de esperanzas

28 de enero de 2003

Su demanda es clara y precisa. Se requiere de un Fondo Internacional contra la Miseria y el Hambre y son las naciones más industrializadas las que deben financiarlo.

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El Presidente alemán, Johannes Rau, y su homólogo brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, en el Castillo Bellevue en Berlín.Imagen: AP

Lo dijo en el Foro Social de Porto Alegre, lo repitió con la misma fuerza en el Foro Económico Mundial de Davos y posteriormente en la capital alemana Berlín. El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, tiene una meta: la creación de un Fondo Internacional contra la Miseria y el Hambre, financiado por el G-7, así como poner fin a la subvención de la agricultura de los países ricos. No resulta equivocado pensar que su primera visita oficial a Europa, que comenzó en Alemania, sea el inicio de su difícil misión. Las estrechas relaciones germano-brasileñas, son ejemplo perfecto de la interdependencia que existe entre las naciones industrializadas y las que están en vías de desarrollo.

Un ejemplo de interdependencia

El presidente brasileño fue recibido con honores militares en la capital Berlín por su homólogo alemán, Johannes Rau, quien prometió a Lula el apoyo de Alemania para combatir el hambre en el país sudamericano en donde unos 43 millones de personas sufren de mal nutrición.

Luiz Inacio Lula da Silva und Johannes Rau
Imagen: AP

Brasil, el quinto país más grande del mundo por extensión y la nación latinoamericana con el mayor potencial comercial, generador del 50 por ciento de las transacciones económicas de todo el continente, es el principal socio comercial de Alemania en Latinoamérica. Las inversiones directas de Alemania en Brasil ascienden a unos 1.731 millones de euros. Cerca de 1.200 empresas alemanes cuentan con filiales en Brasil. Tan sólo en el 2001 las exportaciones alemanas a Brasil ascendieron a 5.000 millones de euros y las importaciones desde Brasil a 4.400 millones de euros.

Una muestra de confianza

Ya desde la década de los noventa las relaciones germano-brasileñas son dignas de especial atención por parte del gobierno alemán. En 1991 y 1996 el entonces canciller alemán, Helmut Kohl, visitó al gigante sudamericano. El actual canciller, el socialdemócrata Gerhard Schröder, visitó oficialmente al entonces presidente Fernando Henrique Cardoso, en cuatro ocasiones. Ahora recibe al nuevo presidente Lula da Silva, conocido crítico del movimiento globalizador y del Fondo Monetario Internacional. Una visita importante, que más allá de fortalecer relaciones entre amabas naciones, busca generar confianza, un factor importante para la estabilidad en los mercados y una base firme para la lucha contra el hambre que se ha propuesto el presidente brasileño.