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Putin: nueva guerra, viejos enemigos

Fiona Clark, desde Moscú (DZC/JC)4 de octubre de 2015

Mientras Rusia se embarca en bombardeos contra el Estado Islámico, el presidente Vladimir Putin parece utilizar tácticas ya probadas en Ucrania, país donde se estaría gestando otro dolor de cabeza para Moscú.

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Imagen: picture-alliance/dpa/M. Metzel

Hace varias semanas que el este de Ucrania está tranquilo y, de acuerdo al periódico ruso Kommersant, podría haber una buena razón para ello. El diario asegura haber entrevistado a un hombre de Tayikistán que combatió del lado de las fuerzas prorrusas en Ucrania, quien dice que él y sus colegas están siendo reubicados en Siria para luchar en defensa del presidente Bashar al Assad.

No está claro si se trata de una orden de reubicación de "voluntarios" o si estos combatientes de verdad lo hacen por propia voluntad, pero de cualquier manera les están pagando, aunque el entrevistado no dice quién está firmando esos cheques. El periódico cita al soldado diciendo que Rusia está lista para enviar a una veintena de voluntarios a la zona de conflicto y que ya hay 12 en Irak combatiendo junto a los kurdos. Si esto es cierto, seguramente no caerá muy bien en Washington, que de seguro sentirá un intenso y desagradable caso de déjà vu.

Rusia insiste en que no está interesada en poner "botas sobre el terreno" en Siria, y claramente esto no es un movimiento masivo de tropas, pero como modus operandi es muy similar a la táctica utilizada por Rusia en Ucrania, donde hasta hoy niega haber enviado tropas para apoyar a los rebeldes. Y es una extraña coincidencia que justo cuando Rusia centra su atención en Siria los voluntarios decidan ir a exponer sus vidas por el régimen de Al Assad.

¿El gran demonio?

Rusia equipara combatir del lado de al Assad con luchar contra el Estado Islámico. Occidente no lo ve de esa manera, pues considera al mandatario sirio como parte importante del problema y por ello quiere sacar del camino tanto a los yihadistas como al jefe de Estado. Putin ve al Estado Islámico como el gran demonio y cree que con Al Assad se puede negociar después. Su lógica es que Assad no amenaza a nadie más allá de sus fronteras, pero el Estado Islámico sí, y Rusia está muy cerca de territorios con población musulmana. Putin no quiere que combatientes del EI vuelvan a Rusia o a alguna de las exrepúblicas soviéticas, y realicen atentados. (Por cierto, también está esa hermosa base naval de aguas profundas en Latakia, que Rusia necesita para tener un acceso rápido al Mediterráneo, pero casi nadie menciona eso).

Pero Rusia parece no haber dado en el blanco con sus primeros ataques aéreos, o al menos eso dicen Francia y Estados Unidos, que aseguran que en vez de bombardear objetivos del EI, los aviones rusos ponen en el objetivo a otros combatientes rebeldes. Rusia lo niega, diciendo que los ataques lanzados han tenido "como resultado que depósitos de armas y combustible, así como equipamiento militar, sea destruido. Los centros de coordinación del EI en las montañas fueron totalmente destruidos".

Mientras ambos bandos intentan determinar exactamente contra quién golpearon las bombas rusas, Putin podría enfrentarse luego a su propio déjà vu, bastante más cerca de sus fronteras y en un futuro muy cercano.

La movida de Saakashvili

El expresidente de Georgia y ahora ciudadano ucraniano y gobernador de Odessa, en Crimea, Mikhail Saakashvili, aparentemente está elaborando un paquete de reformas para cambiar la cara no solo de su región, sino de toda Ucrania. De acuerdo a un reporte, esto supondrá todo un desafío para el primer ministro Arseni Yatseniuk, y podría dar la fuerza suficiente al popular Saakashvili para emprender el camino que lo lleve a ocupar ese cargo en Kiev, pese a que él mismo ha negado tener interés en el puesto.

Juega a su favor el hecho de que no está relacionado con ningún elemento corrupto, por lo que se cree que podría establecer un verdadero estado de derecho y sacar adelante al país. Pero lo que hace ruido es su historia con su país de origen. Muy popular en Georgia cuando fue elegido por primera vez presidente en 2004, Saakashvili llevó al país a una guerra contra Rusia en 2008. Cerca de 2.000 personas perdieron la vida en el conflicto y Georgia debió ceder territorios a Rusia. El exlíder prooccidental fue un héroe de corta duración por su decisión de plantar cara a un vecino considerablemente más grande y más poderoso.

También fue aclamado inicialmente por poner fin a la corrupción estatal, haciendo más o menos lo mismo que aplica ahora en Crimea: librando a la región de la corrupción policial y del crimen organizado a través de técnicas de contratación y despidos masivos, así como reentrenamiento. Descrito como errático y ególatra, fue acusado en Georgia de establecer un estado policial y hacer la vista gorda con las golpizas y asesinatos de manifestantes en manos de la policía. En 2014 fue acusado de abuso de poder por una corte georgiana, pero él y sus seguidores en Occidente afirman que los cargos tienen motivaciones políticas.

Sería un irónico giro del destino tener otra vez un cara a cara entre Saakashvili y Putin, aunque seguramente el georgiano-ucraniano no intentará oponerse otra vez al oso ruso. Ucrania podría perder mucho más territorio del que tiene bajo su control.

El gobernador de Odessa, Mikhail Saakashvili.
El gobernador de Odessa, Mikhail Saakashvili.Imagen: DW/D. Florin
Putin y al Assad, viejos aliados.
Putin y al Assad, viejos aliados.Imagen: dapd