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¿Qué tanta contaminación soportan los mares?

José Ospina Valencia / dlr21 de noviembre de 2007

Bali será entre el 3 y el 16 de diciembre la próxima etapa en la lucha por encontrar soluciones al cambio climático. En Alemania se debate sobre la capacidad de los mares de almacenar gases tóxicos. ¿Otra pesadilla?

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El calentamiento global provocó en 2007 la evacuación de la Isla Carteret en el Pacífico. Depósitos de CO2 también amenazan los mares.Imagen: picture-alliance/ dpa

El almacenamiento de dióxido de carbono es una posibilidad de proteger la atmósfera de este gas causante del efecto invernadero. Con la ayuda de la tecnología los expertos estiman que en el transcurso de 50 años se podría captar entre un 40 a 50% de las emisiones de CO2.

Los probables lugares de almacenamiento son sitios singulares: antiguos pozos de petróleo y de gas explotados y vacíos tanto subterráneos como submarinos. Sobre las oportunidades y las limitaciones que pone el mar a los almacenamientos de CO2 debatieron científicos del Instituto de Ciencias del Mar en Kiel (GEOMAR) y la Oficina Federal de Medio Ambiente.

CO2 bajo el Mar del Norte

Para los noruegos la idea no es muy nueva. En efecto, El consorcio gasífero y petrolero Statoil inyecta CO2 a las profundidades del Mar del Norte desde hace un tiempo. El gas extraído desde la plataforma marina Sleipner West es limpiado de su componente de dióxido de carbono. Un proceso que realizan los noruegos desde hace 10 años.

A través de tubos de 1.000 metros de longitud, el CO2 es entonces bombeado hasta el fondo del mar e inyectado en las capas de piedra arenisca. Así va a parar cada año un millón de toneladas de dióxido de carbono al mar. Una cantidad equivalente a algo cercano al 3% de las emisiones de CO2 de Noruega.

Tore Torp, director del proyecto Sleipner West asegura a la emisora alemana de radio Deutschlandfunk, que el gas no podrá escaparse de allí: “Hay que tener en cuenta que los depósitos de CO2 están cubiertos por una capa de arcilla fangosa de 800 metros de espesor y que se ha estado formando en los últimos 20 millones de años”.


Dicha “arcilla fangosa” fue examinada por diferentes laboratorios del mundo, entre ellos el de la Oficina alemana de Ciencias Geológicas y Materiales, con sede en Hannover. La conclusión a que se llegó en Hannover es sorprendente: “Es prácticamente imposible que el CO2 pueda traspasar esa barrera”.

El lado débil de los depósitos

Pero mientras los ingenieros de Statoil creen que no habrá averías del depósito submarino, algunas organizaciones ambientales lo dudan. También para Klaus Wallmann, de Geomar, probables averías son el lado débil del concepto de almacenar dióxido de carbono en los suelos de los océanos.

“Las capas de protección de los suelos marinos no son tan homogéneas como creen los noruegos. La verdad es que, a menudo, la arcilla fangosa presenta irregularidades”, agrega Wallmann. Esto significa que el CO2 podría escaparse por allí. “Es muy difícil cartografiar los suelos marinos y no encontrar fallas”, concluye el científico alemán.

Producción de dióxido de carbono crecerá

El CO2 en si no representa un gran problema para los océanos que, por lo demás, son grandes receptores del gas invernadero. Es más, casi la mitad de todo el CO2 de la atmósfera es absorbido por los mares. Las plantas y el plancton lo necesitan incluso para su desarrollo. Según el biólogo marino Ulf Riebesell, los mares podrían asimilar más CO2: actualmente los mares absorben 25 millones de toneladas de dióxido de carbono producido por la humanidad. Y las cantidades subirán, dicen los geólogos marinos alemanes que estiman el crecimiento de la producción de CO2 en un 50 a 80% en los próximos 50 a 100 años.

Es mejor evitar que contaminar

Pero la benevolente resistencia de la naturaleza tiene límites. Los mares del mundo estarían en alto riesgo de perder su equilibrio químico. Un peligro del que advierte Ulf Riebesell: “Averías en los gigantescos depósitos submarinos de CO2 serían fatales porque las aguas de los mares se volverían ácidas”.

Una acidificación de los océanos provocaría la muerte de los animales que necesitan calcio para desarrollar desde sus esqueletos hasta su caparazón. ¿Mares ácidos? Lo mejor sería rebajar la producción de CO2. De lo contrario ésta sería otra pesadilla más hecha por la mano del hombre que aún podría frenar en cierto modo el cambio climático que ya cobra víctimas en todos los continentes.