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¿Quién le cree a Lukaschenko?

Mirra Banchón20 de marzo de 2006

Según la versión oficial, un 92,6 % de los bielorrusos emitió su juicio ante las urnas y un 82,6 % de ellos eligió para un tercer mandato a su presidente desde 1994, Alexander Lukashenko. Europa no le cree.

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El president Alexander Lukashenko, omnipresente.Imagen: AP

Que sus elecciones no han sido libres y que se seguirá apoyando a la oposición democrática en Bielorrusia, declaró el portavoz del Gobierno alemán, Thomas Steg, después que el gobierno de Alexandr Lukashenko se declaró vencedor absoluto, con un 82,6 % de los sufragios del 19 de marzo. Sin embargo, añadió Steg, una valoración definitiva de estas elecciones se dará una vez que se tenga en la mano el informe de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Por su parte, el observador electoral de la OSCE y dirigente parlamentario de la Unión Cristianodemócrata, Manfred Grund, ha declarado ya que es posible que los resultados hayan sido manipulados.

"El sentido de unas elecciones", comenta por su parte el diario alemán TAZ, "es que los electores elijan a un gobernante y, en caso de que así lo quieran, lo cambien. No es así, empero, en Bielorrusia, en donde en las elecciones se trata básicamente de elegir al mismo presidente" que rige con mano dura los destinos de la pequeña república eslava desde 1994, apenas tres años después de que se independizara de la URSS.

Como se esperaba, Lukashenko el ganador absoluto

Según información difundida por la Comisión Electoral Central, Alexander Lukashenko fue reelegido con el 82,6% de los votos; y estos resultados oficiales no definitivos corresponden al 100 % de los sufragios. El líder de la oposición democrática, Alexander Milinkiévich, obtuvo el 6 % de los votos, mientras que los dos otros candidatos, Serguéi Gaidukévich y Alexandr Kozulin, consiguieron el 3,5 y 3,2 %. Con ejemplar participación electoral de 92,6 % no cabría duda de que Alexander Lukashenko es un líder con un amplio apoyo en su país.

Wahlen Weißrussland Reaktionen in Minsk
Adeptos de Milinkevich, después de "perder" las eleccionesImagen: AP

"Los hombres deben saber perder con dignidad", declaró la portavoz de la Comisión Electoral Central haciendo alusión a las denuncias de los opositores de que los comicios fueron un fraude, mientras que Milinkiévic arengaba a miles de sus partidarios en la plaza de Octubre de la capital, diciendo: " Procuraremos por todos los medios, inclusive a través de las estructuras internacionales, que estas elecciones sean declaradas no válidas". Según Milinkiévic, el actual presidente bielorruso habría obtenido sólo un 45% de los votos, lo que haría necesaria una segunda vuelta.

Una farsa consabida

Antes de las elecciones, la OSCE había criticado las intimidaciones y los encarcelamientos a los opositores de Lukaschenko, y envió a más de 550 observadores a acompañar´el proceso electoral este fin de semana. Los representantes de Rusia se pronunciaron el mismo domingo: "las elecciones en Bielorrusia han sido ejemplares". Lukaschenko, apoyado por Moscú, llegaría así a un tercer período presidencial.

Un avispero en la frontera de la UE

Desde 1997, debido a múltiples irregularidades bajo su gobierno, tanto el propio Lukashenko como los miembros del gabinete del líder bielorruso no son muy bien vistos en los países de la Unión Europea. .El vicepresidente de la Comisión Europea, el alemán Günter Verheugen, calificó el sistema político de Bielorrusia como "la última dictadura de Europa".

Wahlen Weißrussland Reaktionen in Minsk
"Long Live Belarus!" canta un adepto de Alexander MilinkevichImagen: AP

Milinkiévic ante miles de sus partidarios en la plaza de Octubre de la capital. Por ello y a pesar de que históricamente Minsk esté íntimamente ligada a Polonia y a los países bálticos que forman parte del club europeo, hablar de una remota adhesión bielorrusa a la UE carece de base. Las masivas violaciones a los derechos humanos, las muy probables manipulaciones de las elecciones, la censura a los medios y los asesinatos a opositores del régimen hacen de Bielorrusia si no un nido de víboras o, por lo menos, un avispero social y político en la frontera de la UE.