¿Quién le tiende una mano a Bush?
7 de diciembre de 2006El radical cambio de estrategia en Irak, recomendado por la comisión que dirigió el ex secretario de Estado norteamericano James Baker, debe haber caído como ducha de agua helada para el presidente George W. Bush, pero fue bálsamo para los oídos de políticos alemanes de diversos sectores, que comparten la conclusión medular: de continuar como hasta ahora, el país mesopotámico corre peligro de sucumbir en el caos. Peor aún: la crisis iraquí amenaza con convertirse en un conflicto regional.
¿Aporte alemán?
El informe Baker confirma el acierto de quienes se opusieron en su día a la intervención en Irak, advirtiendo de las consecuencias que podía acarrear de esta aventura militar. Pero no es el momento de frotarse las manos ante el desastre político exterior de la administración Bush, según subrayó el encargado de las relaciones germano-estadounidenses en el gobierno de Berlín, Karsten Voigt, recordando que los europeos "tenemos interés en un Estados Unidos fuerte".
Voigt consideró, en todo caso, que los cambios aconsejados en el informe Baker son "urgentemente necesarios". Entre ellos, uno de profundo alcance es el de intentar inducir a países como Siria e Irán a ejercer una influencia estabilizadora en Irak; una propuesta sin duda difícil de digerir para Bush, que los ha estigmatizado como integrantes del eje del mal y tendría que dar un giro radical en su política. A juicio del coordinador de las relaciones germano-estadounidenses, en este punto los europeos -y en particular Alemania- estarían en condiciones prestar valiosos servicios a Washington, por ejemplo ayudando a establecer contactos con Damasco, si bien su gestión no podría sustituir un diálogo directo entre Estados Unidos y Siria o Irán.
Steinmeier sondea terreno en Washington
"Alemania ya no es un país que está en el centro de la crisis, como ocurrió durante la Guerra Fría. Ahora se nos requiere como un país que ayuda en la solución de crisis fuera de Europa", puntualizó Voigt. Ciertamente, la diplomacia alemana ha cobrado mayor perfil en los últimos años y el ministro de Relaciones Exteriores Frank-Walter Steinmeier ha abonado terreno en sus diversos viajes al Medio Oriente. Pero todavía está por verse en qué medida la Casa Blanca está realmente dispuesta a seguir los consejos del grupo de trabajo de Baker y qué papel podrían desempeñar los europeos en una eventual nueva estrategia para Irak.
El viaje que emprende este jueves a Washington dará a Steimeier la oportunidad de sondear in situ cuán hondo ha calado el informe la Administración Bush. Las premisas para que se ponga en marcha un proceso de recapacitación parecen favorables. Por lo menos, la presión ha aumentado a un grado tal que difícilmente el presidente pueda sustraerse a ella.