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¿Quién gobierna Argelia?

Rainer Sollich
5 de marzo de 2019

Las protestas contra una quinta candidatura a la presidencia argelina del gravemente enfermo Abdelaziz Buteflika no se apagan. Los hilos de poder, sin embargo, convergen en otras manos.

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Buteflika en silla de ruedas, durante las elecciones regionales de 2017.
Buteflika en silla de ruedas, durante las elecciones regionales de 2017.Imagen: Getty Images/AFP/R. Kramdi

¿Dónde está el presidente? ¿No estará ya instalado en el extranjero? No son pocos los que se han hecho estas preguntas últimamente, de cara al caos y las manifestaciones masivas en todo el país.

¿Primavera árabe tardía?

"El pueblo quiere que caiga el régimen", coreó la gente del país vecino en las calles, exigiendo la renuncia inmediata del presidente. Luego, un último momento espeluznante: una vez más, el rostro del impopular jefe de Estado apareció en las pantallas de televisión de la nación. Quien provoque el caos y socave la estabilidad del país será castigado sin piedad, amenazó. No obstante, le prometió a su gente más empleos y reformas políticas.

Pero, eso no lo salvó. Sólo cuatro días después, el eterno gobernante de Túnez era historia. La "Revolución de los Jazmines", en enero de 2011, puso fin repentinamente a la dictadura de Zine el Abidine Ben Ali. Desde entonces, el país ha estado buscando, con apoyo europeo, su propio camino hacia la democracia y el pluralismo. Es la única historia de éxito de los levantamientos populares árabes en 2011 y 2012, que en otras tierras dieron lugar al caos, guerras civiles o nuevas autocracias.

¿Experimenta ahora la vecina Argelia su tardía "Primavera árabe"? Los paralelos son bastante evidentes. Al igual que en Túnez, Egipto, Siria y Libia, la ira de las masas se dirige en Argelia sobre todo contra el jefe de Estado en funciones. Abdelaziz Buteflika, de 82 años, ha gobernado ininterrumpidamente desde 1999 a este país de 40 millones de habitantes, y está previsto que participe, por quinta vez consecutiva, en las elecciones presidenciales del venidero 18 de abril.

A diferencia de Ben Ali o Hosni Mubarak, sus coterráneos no odian a Buteflika como persona. Los ciudadanos mayores, sobre todo, rinden homenaje a sus méritos en la Guerra de Independencia de Argelia contra el poder colonial francés; así como, luego, en el fin de la guerra civil argelina en los años noventa.

Con un costo estimado de hasta 200.000 vidas, Buteflika fue capaz de desactivar el conflicto, en aquel momento, con medidas como una amnistía para los islamistas. La ira de los manifestantes predominantemente jóvenes que han protestado durante semanas en Argel y otras muchas ciudades, está más bien dirigida contra las opacas razones por las que el desarrollo de Argelia se ha estancado durante décadas.

Mientras muchos jóvenes no pueden encontrar trabajo, la corrupción se extiende por todo el país. La abundancia de recursos solo beneficia a unos pocos. Políticamente, casi nada se mueve. En un país donde la mitad de su población es menor de 30 años, la falta de perspectivas de futuro es un potencial peligroso de conflicto, especialmente entre los jóvenes.

Protestas contra una quinta candidatura de Buteflika.
Protestas contra una quinta candidatura de Buteflika.Imagen: Getty Images/AFP/R. Kramdi

Jefe de Estado ausente

Buteflika simboliza, justamente, este estado de cosas. Sin embargo, no está del todo claro si y hasta qué punto todavía lo modela hoy. El anciano jefe de Estado está postrado en una silla de ruedas desde que sufriera un derrame cerebral en 2013. Hace años que no le habla directamente a su pueblo. Los argelinos más jóvenes solo conocen los anuncios presidenciales leídos, como el del pasado domingo.

Buteflika competirá en las elecciones según lo planeado, se aseguró en el mensaje, presentado en la televisión como una "carta" del presidente, gravemente enfermo. Tras la cita electoral, sin embargo, inmediatamente introducirá reformas, nuevas elecciones y su propio retiro político, se agregó. "Escuché y percibí los gritos de los corazones de los manifestantes", habría dicho Buteflika. Pero no hay pruebas de ello. 40 millones de argelinos tienen un presidente fantasma.

¿Es el gravemente enfermo Buteflika capaz de seguir actuando y decidiendo por sí mismo? La incertidumbre al respecto ha durado años. El estado de salud del presidente se trata como un secreto de Estado en Argelia. El embajador argelino en Francia se ha visto incluso obligado a desmentir rumores sobre la muerte de Buteflika en estos días.

Insistentemente interrogado al respecto para el programa árabe de DW, un miembro destacado del partido de Buteflika no pudo ofrecer una respuesta plausible a la pregunta de cómo el mandatario, gravemente enfermo, puede haber escrito su carta al pueblo argelino.

 "El poder", un complejo entramado

Los observadores coinciden en que la persona de Buteflika es hoy, en última instancia, no más que una figura de compromiso entre las fuerzas del complejo entramado de poder que, a su sombra, ha determinado el destino del país en los últimos años: oligarcas, militares y políticos de varios partidos. Los argelinos les llaman "le pouvoir": "el poder".

El hermano de Buteflika, Said, es percibido como parte del más estrecho círculo de poder en ese entramado, así como el Jefe del Estado Mayor, Gaid Saleh, y el importante industrial Ali Haddad. Los intereses de diferentes clanes y regiones también juegan su rol en este complicado sistema. Durante todos estos años, los poderosos no han logrado ponerse de acuerdo sobre un sucesor para Buteflika. Ahora, la situación amenaza con hacerles perder sus privilegios políticos y económicos. Tienen que reposicionarse.

El Jefe del Estado Mayor, Saleh, dio el primer paso este el martes (5.03.2019): algunas fuerzas querían que Argelia volviera a la "era del dolor extremo", declaró sombrío, en referencia a la guerra civil de la década de 1990. El ejército no permitirá un colapso de la seguridad pública, subrayó. Esto podría entenderse como una amenaza.

Desde una exitosa rebelión contra el régimen, pasando por una nueva fórmula de compromiso tras bambalinas, hasta un golpe militar, actualmente se pueden concebir muchos escenarios futuros, pero pocos prometen estabilidad. Solo algo parece seguro: Argelia enfrenta tiempos difíciles.

Sin embargo, a diferencia de Ben Ali en Túnez, hasta donde se sabe, Buteflika no tendría que huir al extranjero si los manifestantes logran imponerse y poner fin en breve a su carrera política. Ha estado fuera del país por semanas. Mientras su pueblo protesta furiosamente contra su renovada candidatura, el grave enfermo de Argel está en Ginebra, supuestamente para "chequeos médicos de rutina".

(rml/jov)

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