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Turismo de masas: ¿qué pueden hacer las ciudades?

Jonas Martiny
25 de julio de 2024

Las protestas contra los excesos de la industria vacacional crecen en muchos destinos europeos. Y cada vez son más los llamamientos a poner límites al turismo.

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Imagen de una playa en Mallorca, España, llena de sombrillas y veraneantes tomando sol en la arena.
El número de turistas ha alcanzado cifras récord en muchos lugares de Europa. En la imagen, la Cala Santanyí, en Mallorca, abarrotada de veraneantes. Imagen: Chris Emil Janßen/dpa/picture alliance

Unos manifestantes rocían agua con pistolas de plástico sobre unos veraneantes desprevenidos en Barcelona. Se trata del punto álgido de las protestas contra el turismo en esta región española, pero no son las únicas. Previamente, protestas en Canarias, Baleares y Andalucía agruparon también a varios miles de personas. El disgusto por las consecuencias del turismo de masas que ha llevado también a otros países europeos como Italia, Francia o Grecia a tomar medidas.

Barcelona: el fin del alquiler vacacional

Con más de 85 millones de visitantes extranjeros al año, España es el segundo destino vacacional más popular del mundo, después de Francia. En Barcelona, capital de Cataluña, en el noreste de España, el uso de viviendas para alquiler turístico ha tenido un impacto especialmente drástico en el mercado de alquiler regular. El ayuntamiento de la ciudad prevé ahora suprimir toda la oferta para finales de 2028. Con ello, se espera que los más de 10.000 pisos que hasta ahora se han alquilado legalmente a turistas vuelvan a estar disponibles para el mercado de alquiler a largo plazo.

Mallorca: ¿límites para los compradores inmobiliarios?

En esa isla mediterránea española, la falta de vivienda es uno de los principales problemas, y una de las cuestiones a debate es la restricción de la venta de propiedades a los no residentes de la isla. No obstante, no está claro cómo puede conciliarse eso con la legislación de la UE.

El año pasado llegaron a Mallorca casi 12,5 millones de turistas, más que nunca antes, y desde hace algún tiempo también se impusieron límites a los cruceros en el puerto de la ciudad.

Canarias: récord de turistas y salarios bajos

Canarias también registró el año pasado una cifra récord de veraneantes, con más de 16 millones de turistas. Sin embargo, el descontento está en auge. Unas 60.000 personas se manifestaron abril, marcando así el inicio de las protestas contra el turismo en España.

Los salarios medios en Canarias no ven reflejados los buenos resultados de la industria vacacional, por lo que los manifestantes reclaman un reparto más justo de la riqueza que genera el turismo en el archipiélago atlántico.

En las Islas Canarias sigue sin existir a día de hoy una tasa turística.

Barcelona, contra el turismo masivo

París: los turistas pagan mucho más

En la capital francesa, el impuesto de pernoctación existe desde hace muchos años, y sus ingresos se destinan a inversiones en beneficio de la población local.

Por otro lado, en Paris la escasez de alojamiento también es un problema grave, especialmente ahora, con el inicio de los Juegos Olímpicos. Por ello, el ayuntamiento ha endurecido la normativa sobre alquileres turísticos: solo pueden alquilarse a turistas las viviendas principales, en las que realmente vivan sus propietarios. El alquiler vacacional solo se permite 120 días por año, luego de haber registrado la vivienda.

Ámsterdam: no más hoteles

Ámsterdam desempeña un papel pionero en la limitación del turismo de masas. A diferencia de otros destinos, la capital holandesa ya ha definido los límites de su capacidad. El ayuntamiento ha decidido que no debe haber más de 20 millones de pernoctaciones al año en alojamientos turísticos.

Además, no se autorizarán más hoteles nuevos, a menos que se cierre alguno en otro lugar.

Grecia: límite de cruceros

El Gobierno heleno ha anunciado su intención de limitar el número de cruceros que hacen escala en algunas islas, como Santorini y Mykonos. Según la Oficina Federal de Estadística, hay más de 100 pernoctaciones de turistas por cada residente local, la cifra más alta en la Unión Europea.

Además, desde este año, en temporada alta hay que pagar un impuesto "de crisis climática", que se abona por noche y asciende hasta diez euros, según la categoría del hotel.

(aag/cp)