Si Grecia abandonase la unión monetaria, se volvería a utilizar la dracma. Su emisión masiva por el Estado provocaría una devaluación. Sin embargo, las viejas deudas europeas no desaparecerían y deberían ser saldadas en euros. Grecia sin embargo no cuenta con suficientes exportaciones para enfrentar este posible escenario.
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La crisis se agudizaría y Europa tendría que continuar apoyando al país heleno.