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¿Qué quieren los separatistas ucranianos?

Roman Goncharenko (ERC)19 de abril de 2014

El acuerdo sellado en Ginebra para disipar las tensiones en territorio ucraniano no ha dado los frutos esperados todavía. Los separatistas prorrusos no quieren saber de pactos, sino imponerle sus condiciones a Kiev.

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Imagen: picture alliance/AA

Poco antes del mediodía, dos aviones de combate de la Fuerza Aérea ucraniana surcan el cielo sobre la ciudad de Donetsk, asegurándose de pasar por encima de la sede donde funcionaba la administración distrital antes de ser tomada por los separatistas prorrusos a principios de abril. Esa es una escena que se repite casi a diario, como un ritual. Este viernes (18.04.2014), un día después de que se sellara un acuerdo en Suiza para disipar las tensiones en esa exrepública soviética, el edificio en cuestión seguía rodeado de barricadas.

Frente a su fachada continuaban reuniéndose cientos de personas, expuestas a los rayos del sol primaveral e indiferentes a lo que el nuevo Gobierno de Kiev, Washington y Bruselas hubieran negociado con los representantes de Moscú en Ginebra. Esos hombres y mujeres, en su mayoría adultos mayores, no daban la impresión de querer mover un dedo para desmontar la autodenominada “República Popular de Donetsk” o pedirle a los rebeldes más jóvenes que desocupen las oficinas estatales invadidas y entreguen sus armas.

“Nosotros somos manifestantes pacíficos”

Eso y el desarme de todas las asociaciones ilegales es lo que el pacto suscrito por Ucrania, Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia estipula, pero los separatistas prorrusos dejaron claro este 18 de abril que no están dispuestos a aceptar esa demanda; más bien le hicieron exigencias al nuevo establishment de Kiev: la retirada de las Fuerzas Armadas ucranianas y la renuncia del Gobierno liderado por el presidente Aleksandr Turchínov y el primer ministro Arseniy Yatsenyuk.

En una conferencia de prensa realizada en Donetsk, un miliciano negó categóricamente que estuviera armado. “Nosotros somos manifestantes pacíficos”, acotó con vehemencia. Pero a estas alturas es evidente que él no puede hablar por todos los separatistas: en otros rincones de ese bastión carbonífero conocido como Donbás o la cuenca del Donéts, hombres enmascarados con armas ocuparon varios edificios gubernamentales y estaciones de policía. Y muchos de ellos exhiben sin ambages su rechazo hacia los planes urdidos en Ginebra.

No todos quieren lo mismo en Donetsk

“¡Nosotros nos quedaremos hasta vencer!”, grita la mujer de unos cincuenta años que anima a los presentes desde una tarima. “Nosotros queremos un referendo como el de Crimea sobre la posibilidad de una anexión a Rusia. Yo le rezo a Dios para que ese plebiscito se lleve a cabo a más tardar a principios de mayo”, comenta más tarde, alejada del micrófono. A ella le da igual que no exista un fundamento legal para esa consulta o que el Gobierno de Kiev no la haya autorizado. “Ya veremos cómo lo hacemos”, dice con confianza.

Sin embargo, no todos los manifestantes parecen querer lo mismo. Los unos desean que el este de Ucrania pase a formar parte de la Federación Rusia y los otros, que esa región siga perteneciendo a Ucrania, pero dotada con una mayor autonomía. Un afiche hecho a mano clama: “¡Nosotros queremos que Donetsk sea parte de una Ucrania federalista!”. ¿Sabe alguien por qué camino terminarán transitando los lugareños? “Hemos llegado a un punto en que el viento puede soplar en cualquier dirección”, sostiene Wolodymyr Kipen, profesor de Sociología en la Universidad de Donetsk.

Preocupante polarización

Aproximadamente dos tercios de la población de esa urbe aspira a que la región siga estando adscrita al Estado ucraniano. Así lo revela un sondeo realizado por el instituto que Kipen dirige. Un cuarto de los encuestados está a favor de que la región se adhiera al territorio ruso. Pero lo que a Kipen le preocupa son otras cifras: “Cerca del 20 por ciento dijo que le daría la bienvenida a las tropas rusas si éstas marcharan hacia Donetsk”, comenta el sociólogo. Y otro 20 por ciento recurriría a cualquier medio para resistir una ocupación rusa.

“La población está muy polarizada”, sostiene Kipen, acotando que eso puede propiciar una guerra civil. Lo más probable es que el nuevo Gobierno de Kiev ya conozca los resultados de la encuesta de Kipen. Quizás sea por eso que no envía tropa alguna hacia Donetsk para liberar los edificios estatales ocupados. Una vez al día, dos aviones de combate de la Fuerza Aérea ucraniana surcan el cielo sobre la ciudad de Donetsk. Esa parece ser la única señal de fuerza que Kiev desea emitir de momento.

Manifestantes a favor del nuevo Gobierno de Kiev.
Manifestantes a favor del nuevo Gobierno de Kiev.Imagen: Reuters
Un separatista prorruso en Donetsk frente a uno de los edificios gubernamentales tomados.
Un separatista prorruso en Donetsk frente a uno de los edificios gubernamentales tomados.Imagen: DW/O. Sawitski