"Reconstruir la Zona Cero es reconstruir el corazón de Nueva York"
10 de septiembre de 2006
En el mundo arquitectónico, Libesking es una figura internacional. No por nada ha sido el autor de obras como el Museo Judío de Berlín, la ciudad de los museos de Osnabrück, también en Alemania, o el Imperial War Museum North en Inglaterra. Ha sido premiado en más de una ocasión: con el Premio Alemán de Arquitectura en 1999 por el Museo Judío, con el Medallón Goethe en 2000 por su contribución a la cultura. Y Mr. Libeskind es, además, el primer Embajador Cultural para la Arquitectura en el Departamento de Estado estadounidense.
DW-WORLD: La reconstrucción de la Zona Cero es el proyecto arquitectónico más importante del presente. De su diseño se esperaba mucho. ¿Se sintió usted presionado ante tantas miradas fijas en su trabajo, o le sirvió más bien de inspiración?
Daniel Libeskind: Ambas cosas. La Zona Cero es la obra más famosa de la historia de la arquitectura. Todo el mundo ha oído hablar de ella y opina sobre lo que se debería hacer. Hay muchos sentimientos mezclados entre el significado que tiene la reconstrucción de la Zona Cero, y la presión es enorme.
Al mismo tiempo, uno tiene que sentirse inspirado por el hecho de que reconstruir la Zona Cero significa reconstruir el corazón de Nueva York. Se trata de mantener el equilibrio entre la tragedia y la carga espiritual del lugar, crear una ciudad vibrante que reacciona a los atentados de manera artística, así como lograr que la gente regrese a Lower Manhattan. Todo eso es una gran fuente de inspiración y un desafío increíble.
DW-WORLD: Usted es el arquitecto del Museo Judío de Berlín, además presentó un concepto para la construcción del Monumento al Holocausto. Ahora la Zona Cero. ¿Qué es lo que le atrae tanto del recuerdo?
D.L.: El recuerdo es seguramente la dimensión más profunda del alma humana. Sin recuerdos no sabríamos de dónde venimos ni a dónde vamos. Por eso creo que, en toda obra arquitectónica, el recuerdo es importante. El recuerdo evoca la tradición y una parte del pasado que debe ser transmitida al futuro. Tanto en el Museo Judío como en la Zona Cero, el recuerdo juega un papel muy importante. El recuerdo del 11 de septiembre ha cambiado el mundo. Por eso la Zona Cero tiene que representar para los seres humanos algo que deben recordar.
DW-WORLD: ¿Cree usted que el 11 de septiembre transformó las bases de la arquitectura?
D.L.: Sí, definitivamente. En ese momento los seres humanos pudieron vivir dos cosas al mismo tiempo: por un lado, la vulnerabilidad del mundo y, paralelamente, la esperanza que éste ofrece. Vieron lo que el fundamentalismo y el terrorismo pueden provocar en una ciudad. Pero vieron también como una ciudad puede reafirmarse en sus valores democráticos y aferrarse a sus libertades ante la imagen de semejante ataque.
La opinión pública se movilizó por primera vez. Nunca antes un proyecto arquitectónico había despertado tanto interés. Por primera vez, la gente dijo que la ciudad no es sólo para los planificadores, para los políticos… es decir, para seres abstractos, sino para las personas que viven en ella. Creo que la Zona Cero y su reconstrucción han influido en el modo en que la gente contempla lo que le rodea: en todo el mundo, no sólo en Nueva York.
DW-WORLD: ¿Cómo han reaccionado las familias de las víctimas a sus planes para la reconstrucción?
D.L.: Trabajé muy estrechamente con las familias de los fallecidos. En el centro del mis planos hay algo fuera de lo normal: más de cinco de los 16 acres que componen una gran plaza son un monumento y desde el principio decidí que sobre ese suelo no se construiría nada. En ese lugar no debía colocarse ningún edificio, como mucha gente propuso. El corazón de todo el complejo es un monumento a la memoria. Alrededor están los edificios en los que tienen lugar todas las actividades y el optimismo con vistas al futuro.
¿Mirar al futuro o pensar en el pasado? El nuevo barrio ideado por Libeskind. ¡Siga leyendo!
DW-WORLD: Cinco años después del 11 de septiembre: ¿ha llegado el momento de pensar en el pasado o mirar hacia el futuro?
D.L.: Creo que no se puede mirar hacia adelante sin echar la vista atrás y mantener vivo el recuerdo. El corazón de Lower Manhattan fue destruido y en medio de Nueva York late una gran herida. Mi intención es devolver vida. Asegurarme de que allí triunfe la vida.
Sin obviar la dimensión de la tragedia, quiero al mismo tiempo hacer palpable la resistencia, la belleza y la vitalidad de Nueva York. Y construir un barrio nuevo, que es por supuesto un monumento, pero que también es un lazo de comunicaciones, un lugar para las actividades culturales, en el que se crean nuevos puestos de trabajo.
DW-WORLD: Con la altura del edificio principal alude usted al Día de la Independencia estadounidense. ¿Por qué?
D.L.: Quería demostrar que no se trata simplemente de un edificio puesto ahí de cualquier modo. Existe una dimensión simbólica. Pensé: 1776, la declaración de independencia, la altura del edificio [en pies]… Al mirar hacia el cielo, las personas no debían ver sólo un edificio que mañana crees reconocer en Shangai o en Nairobi. Esa fecha trajo la democracia a la Historia y el edificio es una referencia a la igualdad de derechos de todos los seres humanos: ningún otro edificio tuvo nunca un significado tal.
DW-WORLD: ¿Hubo aspectos a tener en cuenta, relacionados con la seguridad, que antes del 11 de septiembre hubieran carecido de importancia?
D.L.: Sí. La seguridad es uno de los temas principales en la reconstrucción de la Zona Cero. Todos debemos, tras los atentados al World Trade Center, recapacitar sobre el modo en que se construyen los edificios. Esta cuestión es básica porque todos nosotros sabemos la importancia que va a tener en el futuro. Hay que aplicar la tecnología punta para que los edificios sean más seguros. Pero al mismo tiempo debemos tener en cuenta que la ciudad que construimos sea abierta y democrática. No levantamos fortificaciones.
DW-WORLD: Su idea inicial para reconstruir la Zona Cero fue profundamente modificada. ¿Qué opina de esto?
D.L.: Mi idea principal ha quedado, partiendo del hecho de que yo no soy el arquitecto, relativamente intacta. El boceto inicial ha ido evolucionando, pero se ha mantenido fiel a lo que Nueva York eligió. En el proyecto trabajan muchas personas diferentes. Hay buenos arquitectos como Frank Gehry, Lord Foster y Rogers. Existe una separación del trabajo, pero también unidad en las ideas y en el espíritu del diseño que yo propuse.
DW-WORLD: ¿Cómo ha influido el 11 de septiembre en los intelectuales de Nueva York?
D.L.: Creo que, por desgracia, ha traído las tensiones mundiales hasta nuestro mismo centro. Ya no es algo abstracto. Todos entendemos hoy mejor lo que significa la globalización. Lo que significa estar en medio del mundo y reaccionar a un ataque. Los políticos o los militares reaccionan a su manera, pero la arquitectura sólo puede reaccionar de forma creativa, construyendo, reconstruyendo. Puede crear algo positivo.
DW-WORLD: ¿Ha vivido usted personalmente el 11 de septiembre?
D.L.: La constelación de fechas fue muy extraña. El 11 de septiembre fue el primer día en que el Museo Judío de Berlín abrió sus puertas al público. Ese día me fui a mi despacho y pensé: "Ahora ya no tengo que pensar en el Museo Judío. Ahora está abierto". Entonces ocurrieron los atentados y la oscuridad se hizo a mi alrededor mientras veía en Berlín las imágenes televisivas. Entonces me giré y le dije a mi mujer y a mis colegas: "Vuelvo a Nueva York. Vuelvo a Lower Manhattan". Qué extraño estar ahora aquí en la Zona Cero y tener la responsabilidad de reconstruirla.