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República Checa: el arte del compromiso

Pablo Kummetz26 de abril de 2004

Los checos son maestros en el arte del consenso y, cuando no lo hay, prefieren hacerse los testarudos antes que rebelarse abiertamente: buenos requisitos para integrarse en la UE.

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Panorama de Praga.Imagen: AP

Hace seis años, el por entonces jefe de gobierno checo, Milos Zeman, echó un vistazo a una lista con los problemas del país y dijo con un suspiro, dirigiéndose al gabinete: "en realidad somos unos suicidas". Privatización de la economía, ingreso a la OTAN y a la UE, reforma comunal: a los socialdemócratas las preocupaciones les parecían demasiadas para un gobierno de minoría. Pero a pesar de que Zeman debió dejar sin resolver algunos temas y se los pasó a su sucesor, Vladimir Spidla, según los expertos los checos lograron realizar admirables avances en sus reformas.

Tschechische Republik Flagge
Bandera de la República Checa.

La economía checa se beneficia de su cercanía al mercado alemán. Numerosas empresas de Alemania han invertido en el país vecino. Y viceversa, también empresas checas planean invertir en Alemania después del ingreso del país a la UE el 1 de mayo. Más impulsos tendrían que venir de los políticos, pero desde 1996 ningún gobierno dispone en Praga de mayorías estables. En 1997, una coalición de centro-derecha colapsó luego de un año en el gobierno como consecuencia de un escándalo de donaciones para los partidos políticos.

Polarización del electorado

De 1998 a 2002, un gobierno de minoría socialdemócrata fue tolerado por la oposición conservadora, pero no más. También la actual coalición socialdemócrata-liberal tiene una mayoría de sólo dos votos en el Parlamento, lo que no alienta para emprender justamente grandes reformas. "Todos los partidos políticos quieren ganar las elecciones, pero ninguno quiere gobernar". Así describió un diario la débil posición de todos los gobiernos checos. La razón es una extrema polarización de los electores, bastante peculiar en Europa Central, en un bando liberal de izquierda y otro conservador que se llevan como gato y perro.

Esos frentes políticos y una fuerte animosidad personal entre los líderes impiden toda aproximación de los contrincantes. Por ello, la política cotidiana de todo gobierno checo está marcada por compromisos, que en la mayoría de los casos no hacen avanzar realmente al país. No obstante, con el ingreso a la OTAN en 1999 y a la UE el 1 de mayo de este año, la República Checa alcanzó sus más importantes objetivos de política exterior. En cuanto a la política interna, las tareas más importantes son la lucha contra la corrupción y la integración de la minoría de gitanos en la sociedad.

La personificación de la desconfianza

Para el Comisario de Ampliación de la UE, Günter Verheugen, los checos son la personificación de la desconfianza. Si existiera un Premio Nobel del Escepticismo, todos los años lo ganaría un checo, agrega el diplomático. La razón de su comentario son las encuestas: en ellas, muchos checos manifiestan una y otra vez no saber en realidad qué ventajas les puede reportar la Unión Europea. Además al checo no le gusta el enfrentamiento, sino que prefiere quitarse los problemas de encima con astucia: una característica de la que muchos están orgullosos. En tiempos de la opresión por parte de los Habsburgo, la Alemania nazi y el régimen comunista, los checos se opusieron más con obstinación que con resistencia abierta.

Ambos regímenes totalitarios en Praga –el nazismo alemán y el comunismo soviético– tienen consecuencias hasta hoy. La ocupación del país por parte de la Alemania nazi ha dañado sostenidamente la relación entre ambos pueblos. En recientes sondeos de opinión, una clara mayoría de checos ve en los alemanes socios en la OTAN, pero también vecinos "de los que hay que cuidarse ". Alemania es para los checos "inspiración y simultáneamente dolor", dijo una vez Vaclav Havel.

Leyendo en el autobús

Alemán es el idioma extranjero que los checos más dominan. Y en alemán escribieron algunos de los mayores escritores del país, por ejemplo Franz Kafka, Franz Werfel y Egon Erwin Kisch. Los checos también leen mucho. Por doquier, en autobuses, parques o estaciones de ferrocarril se ven jóvenes leyendo un libro o un periódico. Cuando sale un nuevo libro se forman a menudo colas antes las librerías.

Problemas tienen los 10 millones de "checos blancos", como se llaman a sí mismos, con la minoría del 30.000 gitanos del país. Hasta ahora faltan formas de convivencia armónica. También la corrupción y el hurto callejero son un dolor de cabeza, sobre todo para los turistas.

Donde hay un checo, hay un músico

No obstante, los habitantes de Praga, Pilsen, Brünn y Ostrau son para la mayoría de los visitantes amables anfitriones. Así se ven también los checos a sí mismos. "Donde hay un checo, hay un músico", reza un popular dicho. En muchos bares, clientes habituales interpretan con instrumentos que han traído de su casa canciones de Bohemia, mientras los parroquianos comen cerdo asado y beben hectolitros de cerveza. Con 160 litros de cerveza per cápita por año, los checos van claramente a la cabeza del consumo mundial, delante de alemanes e irlandeses.