Reunificación alemana: responsabilidad de esta generación
2 de octubre de 2019La división alemana afectó a muchas familias. Los hermanos estaban separados, los niños tenían tías y tíos en la otra parte del país. La construcción del Muro de Berlín, en 1961 también significó un drama radical a pequeña escala. La mayoría de los que sufrieron las consecuencias siendo adultos en aquel entonces, o ya han muerto, o son muy mayores. Ellos veían la división de Alemania como un error que trajo dolor y que tenía que ser superado. Por lo tanto, la voluntad de muchos alemanes occidentales de ayudar a sus familiares en el este, económicamente más débil, era grande. Enviaron miles de paquetes de café, frutas, ropa y buen chocolate a través de la frontera interior hacia la República Democrática Alemana (RDA).
Pero incluso los niños de esa generación experimentaron la división alemana en las décadas de 1970 y 1980 como algo normal, porque crecieron en la República Federal o en la RDA, y, por lo tanto, vivieron en mundos completamente diferentes.
La identificación con la reunificación se debilitó
En el oeste, la generación del 68 empezó a preguntar a sus padres sobre su papel en el nacionalsocialismo. Conceptos como "nación" y "patria" pasaron a ser, de pronto, obsoletos y burgueses. Los primos del este, en su estricta y gris vida en dictadura, estaban muy lejos.
Luego vino la revolución de 1989, la caída del Muro de Berlín, y, apenas un año después, la reunificación alemana. Pero a medida que se acabó el éxtasis de la fiesta, el este pronto volvió a perder importancia. ¡Incluso hoy el 20 por ciento de los alemanes del oeste nunca ha visitado el este!
Después del "punto de inflexión", como también se llamó a la revolución de 1989, fluyeron cientos de miles de millones desde Occidente para la recuperación económica del este del país. Pero la reunificación significó para muchos alemanes orientales, en un principio, desempleo, ya que cerca de cada dos personas perdió su trabajo. La imagen ideal se desvaneció rápidamente, y muchos alemanes del este empezaron a idealizar la Alemania Oriental del pasado.
El desarrollo conjunto se detuvo demasiado pronto
Los partidos también perdieron el interés en la integración alemana, a pesar de que se presentaron datos económicos que indicaban que todo iba viento en popa, lo cual era cierto. Pero nadie realmente se atrevió a debatir sobre las fallas cometidas durante el cambio y sus perdedores. En el oeste, muchos no querían escuchar a sus hermanos del este, y solo querían que finalmente terminaran de contar historias negativas. Los alemanes del este solo querían hablar de cómo se sentían cuando despertaron, casi de la noche a la mañana, en otro país, con sus propias y desconocidas reglas y leyes. Después de todo, la RDA se había unido a la República Federal el 3 de octubre de 1990, por lo que se había disuelto como Estado.
Ambas generaciones, la de la construcción del Muro y la de su caída, habían pasado por muchas experiencias y mucho sufrimiento. Y algo de esto todavía no se ha procesado. Pero lo que no se elabora -y esa es la lección histórica- no desaparece simplemente, sino que se hereda a las generaciones siguientes.
El partido populista de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) reconoció este principio, y ya lo ha usado en beneficio propio. "¡Completa el cambio!" fue el eslogan central para las elecciones estatales en el este de Alemania. La referencia a 1989 aparentemente tuvo éxito, porque la AfD logró resultados electorales récord, especialmente entre los jóvenes.
Establecer el rumbo para la cooperación futura
La unidad alemana, la historia de la reunificación, aún no está completa. Aquello sobre lo que los padres y los abuelos ya no pueden o no quieren hablar es, ahora, tarea de los hijos y nietos. Que ellos asuman esa responsabilidad, y la manera en que lo hagan, marcará el rumbo para la futura coexistencia entre los alemanes del este y del oeste. La revolución pacífica y la reunificación fueron y continúan siendo momentos felices para los alemanes. Por un lado, esta historia necesita ser contada. Por el otro, se necesita coraje y voluntad política para hablar sobre los problemas del final de la división de Alemania. Sería una lástima dejar ese capítulo de la historia a quienes quieran explotarlo, ante todo, para la lucha por el poder político. ¡El este y el oeste no deberían volver a dividirse nunca más!
(rrr/cp)
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