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Ruth Klüger "Alemania ha cambiado“

Sarah Judith Hofmann (RMR/JC)26 de enero de 2016

Sobrevivió a tres campos de concentración y ahora está impresionada con la cultura de bienvenida de los alemanes hacia los refugiados. La escritora habla sobre Auschwitz y su discurso en el Bundestag.

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Ruth Klüger
Imagen: picture-alliance/dpa/W. Steinberg

DW: Señora Klüger, hablará en el Bundestag este miércoles en Berlín, en la ciudad desde la que los nazis planearon, ordenaron y cometieron atrocidades hacia usted y su familia. ¿Qué sensación tiene usted al estar en Berlín y hablar en el Bundestag?

Ruth Klüger: Veo que ha cambiado mucho, que el aniversario se celebra año tras año. Que un pueblo supere no lo que ha ganado en los campos de batalla, sino lo que ha cometido, es inusual. Veo que las nuevas generaciones intentan hacer algo bueno. Admiro la franqueza con la que el Gobierno y, si lo entiendo bien una gran parte de la población, acogen a los refugiados. Para mí y, desde el punto de vista germano-judío, es algo nuevo. Dios sabe que no era así hace dos, tres generaciones.

Estuvo en tres campos de concentración: Theresienstadt, Auschwitz-Birkenau y Christianstadt, en este último cuando era todavía una niña de 11 años. ¿Comprendía usted entonces lo que le estaba pasando?

Los niños absorben lo que viven como algo natural. No se lo pueden imaginar de otra manera incluso cuando uno sabe que está viviendo algo inusual, entonces el niño dice: más tarde diré algo sobre esto. Esto lo he pensado con mucha frecuencia: tengo algo que contar. Era una especie de ayuda para poder sobrevivir. Naturalmente, nadie quería después escuchar lo que quería decir, pero ese es otro tema. En aquella época tenía sobre todo la impresión que tenía que salir adelante y después vendrá una vida fabulosa. Yo tenía siete años cuando Hitler invadió Austria. A partir de ahí, la vida cambió totalmente, desde los siete a los catorce, hasta 1945.

Ruth Klüger en la recogida del Premio Grimm.
Ruth Klüger al recoger el Premio Grimm.Imagen: Pressestelle der Philipps-Universität/Markus Farnung

¿Le ayudó la literatura, la poesía, que tanto adoraba, en el campo de concentración?

Uno hace todo lo posible por pasar el tiempo. Yo recitaba poesías. Pero es casualidad sobrevivir en tales circunstancias. Si habla con los supervivientes, entonces notará que todos tienen una historia personal de supervivencia. Todos somos anormales al respecto. Sobrevivir no era lo normal, lo normal era morir.

¿Qué significado tiene para usted el 27 de enero, el Día de la Liberación de Auschwitz y el Día Conmemorativo de las Víctimas del Nacionalsocialismo?

Siempre pienso en dónde estaba yo ese día. Creo que estaba huyendo y no sabía que Auschwitz estaba siendo liberado. Y no es que se liberara a millones de personas. Murieron en las cámaras de gas y los otros estaban en las marchas de la muerte. Sólo quedaban los que estaban en las barracas de enfermos, y tenían motivo para creer que no sobrevivirían. El aniversario se eligió arbitrariamente. No es una mala elección, porque fue un campo de concentración especialmente destructivo.

¿Cómo vivió su liberación?

Estábamos huyendo. Nos hacíamos pasar por alemanes que huían de los rusos. Irónicamente, porque lo que queríamos era ir hacia los rusos. En abril de 1945, los estadounidenses llegaron a Straubing, Baviera, y allí ya no había guerra. Y los siete años que mencioné anteriormente, mis años de Hitler, llegaron a su fin y había mucha alegría, pero con el paso de los días cambió mi estado de ánimo.

Vías del tren hacia Auschwitz.
Vías del tren hacia Auschwitz.Imagen: Getty Images/C. Furlong

Este año se celebra el 50 aniversario de las relaciones germano-israelíes: ¿Es posible perdonar?

No me gusta en absoluto la palabra perdonar. Porque ¿qué tengo que perdonar? No puedo perdonar en nombre de otros. No puedo perdonar que mi hermano fuera tiroteado en Ucrania y que mi padre muriera, Dios sabrá dónde, probablemente en Lituania. No me corresponde a mí perdonar.

¿Considera importante conmemorar a los fallecidos que fueron brutalmente asesinados por los nazis?

En el entierro de mi madre, que vivió muchos años y murió en Los Angeles, tuve la sensación de que es importante enterrar a los muertos. El rito tiene un lugar. Antes no lo tenía tan claro. La gran pérdida de personas en mi familia, fue una pérdida, como si hubiese perdido algo textualmente, un objeto que no puedo volver a encontrar. El entierro es un punto final. Puedo decir un par de palabras, palabras de recuerdo, palabras religiosas. Uno se retira con una cierta satisfacción y hace otras cosas. Esto no es posible para los supervivientes del Holocausto. Los muertos están en algún lugar como cenizas esparcidas. Cenizas que no fueron esparcidas por nadie. Cuando alguien ha estado en un entierro de verdad, uno se da cuenta de la diferencia.

Maletas de los presos de Auschwitz.
Maletas de los presos de Auschwitz.Imagen: Reuters/P. Ulatowski

¿Qué desea usted expresar en el Bundestag?

Lo importante es que ha tenido lugar un cambio enorme. Que este país fue alguna vez muy fanático, no solo hacia los judíos. Y ahora es una potencia de la paz. Esto lo estoy digiriendo todavía.

¿Es importante que los supervivientes, como usted, que vivieron las atrocidades nazis, hablen sobre ello? Ya no hay muchos que puedan hablar sobre ello.

Creo que la preocupación “pronto no tendremos a nadie que pueda contar sobre ello” es exagerada e innecesaria. Desde hace siglos que estamos aprendiendo de lo escrito, y seguirá siendo así. Ustedes no nos necesitan. Si quieren acordarse, ya lo harán. Su voluntad, la de los jóvenes, juega un papel tan importante como lo que tenemos que decir nosotros.

Rüther Klüger nació en 1931 en Viena. Junto con su madre sobrevivió a los campos de concentración Theresienstadt, Auschwitz-Birkenau y Christianstadt. En 1947 emigró a Estados Unidos y estudió en Berkeley. Como catedrática impartió clases en Princeton, Universidad de California en Irvine y en Gotinga. Su éxito literario lo obtuvo con “Weiter leben” o “Seguir viviendo”, publicado en 1992. En la actualidad vive en Irvine, California.