Schröder al banquillo
18 de abril de 2003El canciller alemán, Gerhard Schröder, se encuentra en tela de juicio desde que presentara su plan de reformas, conocido como "Agenda 2010". En ella se propone liberalizar el mercado laboral para facilitar el despido y ampliar horarios de trabajo, y recortar en tiempo y monto los subsidios de desempleo, así como el subsidio para personas necesitadas. Reducir los gastos en la sanidad pública animaría a los desempleados a reincorporarse al mercado laboral y abarataría los costes sociales del empleo. Aseveró también el Canciller que el estado de bienestar sólo podía sobrevivir si se modernizaba. Estas reformas son imprescindibles para devolver a Alemania la competitividad perdida, agregó.
Sin embargo, las propuestas para revitalizar la economía –que encontraron buena resonancia en círculos financieros- cayeron muy mal en sus propias filas. Los "rebeldes", autodenominados "Izquierda Parlamentaria", temen que las reformas se lleven a cabo sobre las espaldas de la capa social más frágil de la república y las consideran una erosión de los valores fundamentales del partido, un desmantelamiento del estado social de bienestar.
El bendito estado social
La Fundación Friedrich Ebert, órgano de los socialdemócratas, aduce que la idea básica del estado social es impedir el deslizamiento de las personas activas y de sus familias hacia la pobreza. En consecuencia, los sistemas solidarios de seguridad están casi exclusivamente relacionados con la participación en el trabajo retribuido y se financian fundamentalmente con las aportaciones que proceden de las rentas salariales corrientes. En los casos de paro, de enfermedad y en la vejez es posible, en teoría, mantener un nivel de vida cercano al conseguido durante la vida profesional activa. Las prestaciones sociales no sólo cubren los riesgos habituales de los trabajadores, sino se amplían al sistema de igualdad de oportunidades de formación, la provisión de viviendas así como a ayudas a los padres y asistencia a personas necesitadas de cuidados.
Se debate su gobierno, no el programa
La cumbre extraordinaria del Partido Socialdemócrata alemán (SPD) que tendrá lugar a comienzos de junio no sólo decidirá sobre el futuro político de Gerhard Schröder, sino el de los socialdemócratas todos. Al convocar al congreso extraordinario, Schröder advirtió que lo negociable no es su programa de reformas, sino su gobierno. La cumbre, en realidad, dictaminará sobre la capacidad del gobierno para lograr las reformas sociales y económicas .
El trauma Helmut Schmidt
La situación actual del Canciller alemán recuerda la de su predecesor socialdemocráta, Helmut Schmidt, a quien un voto de desconfianza depuso del cargo dejando el volante a manos de los demócratacristianos, por 16 años. También en aquel entonces Schmidt colisionó con sus correligionarios, y fracasó.
Schröder no deja de tener la culpa de la situación. Él mismo se definió como la corporeización del pragmatismo socialdemócrata. Él quería ser el modernizador. Pero eso mismo es lo que le causa problemas, pues en los casi 140 años de existencia, el partido Socialdemócrata ha creado tradiciones y bastiones que no son fáciles de arrancar. Así, los casi cinco millones de desempleados enrolados en la nómina del estado, cobrando subsidio de desempleo, son para los más izqierdistas del SPD, un logro del estado social. No una seguridad social de alto costo. Ahora le toca a Schröder convencer a su propia casa que con la "Agenda 2010" lo que persigue son reformas, y no una traición a sus filas.