Schröder vuelve a los reflectores
1 de abril de 2006
Desde el jueves pasado Gerhard Schröder es el flamante presidente del consejo de dirección de la empresa que construye el Gasoducto de Europa del Norte (NEGP), cargo por el que Schröder percibirá unos 250.000 euros anuales. El proyecto ruso -alemán, en el que también participan los importadores de gas alemanes Eon/Ruhrgas y Wintershall, pretende garantizar la seguridad de los suministros energéticos a Europa occidental, cada vez más dependiente de las importaciones de crudo y de gas natural.
Hasta ahora, la mayor parte de la demanda energética alemana es cubierta por Rusia y por países asiáticos pues las reservas del Mar del Norte se desvanecen rápidamente.
Aval de Gasprom
Según revela el diario Sueddeutsche Zeitung, en su edición del sábado, el gobierno de Schröder actuó como aval de un crédito para el consorcio ruso Gasprom de unos mil millones de euros para la construcción del gasoducto. La revelación ha vuelto a encender los ánimos. Se multiplican las voces que recriminan a Schröder que dicha garantía haya sido asumida por su gobierno cuando éste estaba a punto de dejar el cargo.
Según ha trascendido, en caso de que el consorcio ruso no pudiera devolver el dinero, el gobierno de Schroeder se comprometió con devolver hasta 900 millones de euros como parte de la deuda e intereses. El aval fue aprobado por la Comisión Interministerial a finales de octubre pasado pero apenas hace unos días fue informada la Comisión Presupuestal del Parlamento.
Los críticos del ex canciller lo acusan no sólo de haber dado al consorcio ruso un trato preferencial, sino de haberse creado su propio puesto de trabajo utilizando su investidura como canciller.
Schröder y Putin
En septiembre pasado Schröder y el presidente ruso Vladimir Putin, firmaron en Berlín un acuerdo para la construcción de un gasoducto submarino de 1.200 kilómetros de longitud que correrá a través de las aguas internacionales del mar Báltico. El proyecto inicia en Siberia y prosigue hacia el puerto de Víbora, en las afueras de San Petersburgo para desviarse después a Greifswald.
Inicialmente la opción submarina tenía como objetivo evitar el obstáculo terrestre de las repúblicas bálticas, Polonia y Ucrania. Sin embargo las protestas han sido tan acaloradas que el mismo presidente del Consorcio estatal Gasprom, Alexéi Miller, invitó hace unos días a los países ribereños del Báltico a sumarse al ambicioso proyecto.
El gasoducto empezará a funcionar a partir del 2010 y cuando alcance su pleno funcionamiento tendrá una capacidad anual de unos 30.000 millones de metros cúbicos.