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La vida después del Mundial de Fútbol

Hernán D. Caro19 de julio de 2014

En las últimas semanas, millones de personas vivieron solo para el fútbol. ¿Estamos ahora frente a una epidemia de depresión post-mundialista de alcance global? Algunas ideas para sobrevivir el fin del Mundial.

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Imagen: picture-alliance/dpa

No hay nada que hacer: el Mundial de Fútbol ha terminado. Y a medida que los videos de goles memorables, los comentarios deportivos en lenguaje poético y las imágenes de hinchas en medio de celebraciones delirantes desaparecen de los medios, las redes sociales se llenan de lamentos.

¡Qué desazón!”, escribe en Facebook una hincha latinoamericana: “se acabó la fiesta del fútbol”. Y tres días después del triunfo de la selección alemana en Río de Janeiro, un berlinés comenta con solemnidad bajo la foto de los jugadores alemanes levantando la copa: “¿Y después de esta alegría qué viene? El vacío”.

A este vacío que queda tras los festejos callejeros y los días laborales que parecían de vacaciones, algunos lo llaman “resaca futbolística”. Pero el estado en que se encuentran muchas personas tras el Mundial no es de malestar por haber disfrutado en exceso. Todo lo contrario: se trata del deseo de disfrutar más y no poder hacerlo.

Es un poco como la ansiedad causada por el final súbito de un gran amor. Y como suele suceder en ese caso, hay distintas formas de confrontar la abstinencia repentina: regocijándose en la nostalgia del pasado o abriéndole paso a nuevos horizontes.

Si de lo primero se trata, le aconsejamos:

1.

Reviva los días felices y vea de nuevo todos los partidos del torneo. Si después de un mes la ansiedad continúa, puede repetir todo el proceso hasta el cansancio, o hasta el siguiente Mundial de Fútbol en el año 2018, en Rusia.

Pero también en el futuro hay cosas para alegrarse. El 19 de agosto de 2014 empieza en Bolivia la Copa Sudamericana de Fútbol. Tres días después comienza la Bundesliga alemana. Y para quienes la final del Mundial entre Argentina y Alemania no fue suficiente: las selecciones de estos países jugarán un partido amistoso el próximo 3 de septiembre. ¿Quién se atreve a pronosticar lo que va a suceder?

2.

Si usted prefiere combatir la ansiedad de forma más sofisticada, aquí tres propuestas de lectura: el libro “El fútbol a sol y sombra”, del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Los simpáticos y agudos análisis periodísticos del mexicano Juan Villoro, reunidos en “Dios es redondo”. Y la novela autobiográfica “Fiebre en las gradas”, del escritor británico y fanático del fútbol Nick Hornby.

3.

Para quienes quieran poner a prueba su talento futbolístico en la cancha, pero estén aún impedidos por el consumo excesivo de comida chatarra y cerveza del último mes, existe una alternativa virtual. Los videojuegos “Pro Evolution Soccer” o “FIFA World Cup” permiten sentirse todo un Messi o un Robben. Y para los sabelotodo con ínfulas de entrenador internacional, el juego de PC “Championship Manager” da la oportunidad de dirigir el propio equipo de fútbol.

Ahora bien, si de lo que se trata es de empezar una nueva vida después de las alegrías y las decepciones futbolísticas de los días pasados:

4.

Guarde sus banderas, su colección de vuvuzelas, sus álbumes y camisetas de fútbol en una caja de cartón, y ponga todo debajo de la cama. Ojos que no ven, corazón que no siente.

5.

Y como, según dicen, un clavo saca otro clavo: busque un reemplazo para su pasión. Hasta finales de julio se celebra el Tour de Francia 2014. Y hasta noviembre de este año, los pilotos más famosos de la Fórmula 1 recorrerán los circuitos de todo el mundo.

6.

No hay nada mejor para un corazón herido que activar el cuerpo. Así que si está en Europa, salga a nadar a un lago este verano. Si nos lee desde el Cono Sur latinoamericano, vaya a sudar a la sauna. Sin importar dónde esté, salga a la calle, vea a sus amigos, vaya a correr 10 kilómetros cada mañana.

Y ante todo: diga para sí mismo en voz baja, una y otra vez , que por más increíble que suene, la vida continúa después del fútbol. En resumen: salga al mundo real y vea la vida con optimismo. Cuando menos lo piense, ¡la depresión post-mundialista se habrá esfumado por completo!