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Sentimiento contra EE. UU. no hará a Xi Jinping rey de Asia

17 de septiembre de 2022

El líder chino espera forjar una alianza antioccidental a través de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Pero no tendrá éxito, opina Konstantin Eggert, de DW.

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El presidente ruso Vladimir Putin (izquierda en la imagen) y su homólogo chino Xi Jinping
El presidente ruso Vladimir Putin (izq.) y su homólogo chino Xi JinpingImagen: Alexandr Demyanchuk/Sputnik/AFP

Bastaron pocos pronunciamientos del presidente ruso Vladimir Putin y su homólogo chino Xi Jinping para llevar la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en la ciudad de Samarcanda, en Uzbekistán, de ser una reunión predeciblemente aburrida de los regímenes autoritarios selectos de Asia (más India, que todavía es una democracia) a convertirse en un evento divisivo.

Mientras que Putin prometió suministrar fertilizantes a las naciones pobres y sugirió que los países de la OCS organicen juntos un gran evento deportivo, Xi intentó enérgicamente proporcionar a la cumbre un marco político. Hizo un llamado a los líderes de la OCS para que luchen contra las "revoluciones de color" o los movimientos de poder popular que destrozaron los regímenes corruptos en Georgia, Ucrania y Kirguistán a principios de este siglo. Como era de esperar, el líder chino dijo que tales movimientos fueron dirigidos desde el extranjero, entiéndase Occidente, especialmente Estados Unidos.

Xi Jinping (izquierda en la imagen), Vladimir Putin (centro) y el presidente de Mongolia, Ukhnaa Khurelsukh, posan para una foto en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Uzbekistán (15.09.2022)
Xi Jinping (izquierda en la imagen), Vladimir Putin (centro) y el presidente de Mongolia, Ukhnaa Khurelsukh, posan para una foto en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Uzbekistán (15.09.2022)Imagen: Alexandr Demyanchuk/Sputnik/REUTERS

Aunque Putin, sin duda, estará de acuerdo con el sentimiento, el mensaje de Xi en Samarcanda refleja el papel decreciente de Rusia, incluso entre los regímenes asiáticos de ideas afines. También muestra el intento contundente del régimen chino de imponer su pensamiento político en el bloque y configurarlo como un contrapeso asiático político y de seguridad para Estados Unidos. Se espera que Irán se una oficialmente a la OCS en 2023, lo que aumentará su estatura, con su reputación como uno de los enemigos más implacables y duraderos de Washington.

La agresión hasta ahora infructuosa de Rusia contra Ucrania ha debilitado la influencia del Kremlin, incluso, en los Estados de Asia Central que solían ser parte de la Unión Soviética. Dos días antes de la cumbre en Uzbekistán, Xi realizó una visita a Kazajstán, el tradicional aliado regional de Rusia. Allí, habló sobre el deseo de China de apoyar y fortalecer la soberanía y la seguridad de los países de Asia Central. Sonaba como una clara advertencia a Rusia para que no intentara anexar las regiones tradicionalmente de habla rusa del norte de Kazajstán, algo que muchos en el país temen.

Pekín no oculta su oferta a los gobiernos de Asia central para disminuir gradualmente (si no reemplazar por completo) a Rusia como su principal garante de seguridad. "A medida que Ucrania continúa minando los recursos de Putin, Rusia seguirá perdiendo su influencia en la región”, me dijo el analista político kazajo Dosym Satpayev. "Este proceso ahora es irreversible", advirtió. 

Konstantin von Eggert
Konstantin von Eggert

China está extralimitándose

La obsesión de China con la influencia estadounidense se parece cada vez más a la fijación de Putin. Y existe una gran preocupación de que tendrá el mismo resultado desastroso. Tratar de crear un bloque antiestadounidense y antioccidental desde la OCS terminará en un fracaso. Es posible que a los países miembro no les gusten Estados Unidos y Occidente, pero las diferencias, incluso los conflictos, entre los signatarios de la OCS son con frecuencia mucho más agudos que sus disgustos comunes. India y Pakistán son el ejemplo más conocido, pero de ninguna manera el único.

En segundo lugar, incluso si algunos gobiernos de la OCS están preparados para tratar e incluso estar cerca de China, sus ciudadanos frecuentemente tienen otras opiniones. India, nuevamente, es un caso especial. Pero en Kazajstán, por ejemplo, la reacción popular contra la influencia de China es históricamente muy fuerte y es algo que el gobierno debe tener en cuenta. El apoyo que Occidente da a Ucrania contra Putin representa en un gran ejemplo de solidaridad que no pasa desapercibido en muchos países de la OCS.

Finalmente, las principales alianzas occidentales como la OTAN y la Unión Europea están firmemente arraigadas en valores comunes de democracia, Estado de derecho y respeto por los derechos de los ciudadanos. Esto no quiere decir que no tengan problemas, pero resolverlos es mucho más fácil cuando la filosofía que sustenta a estas organizaciones es compartida.

Este puede ser el mayor obstáculo para los diseños de China. No existen valores comunes que sustenten la Organización de Cooperación de Shanghái. La OCS puede brindar seguridad temporal a algunos de los regímenes miembro, pero ni siquiera esto está garantizado. Con Putin disminuido por su invasión fallida, Xi puede que piense que pronto estará al mando. Pero está equivocado.

(rr/ct)