Servicios secretos alemanes: a la defensiva
30 de noviembre de 2006¿Quién miente? ¿Quién dice la verdad? ¿Quién metió la pata? ¿Quién ocultó información? Muchas preguntas siguen abiertas en relación al secuestro de Khaled El Masri, el ciudadano alemán de origen libanés detenido por agentes de la CIA y torturado en una prisión estadounidense de Afganistán. Pese a ello, la Comisión para la Lucha Antiterrorista que investiga el caso en Alemania asegura que, antes de que acabe 2006, el "acta El Masri" estará cerrada.
La investigación dura ya más de un año. En este tiempo, una cuestión fundamental no ha podido aclararse: ¿qué sabían, y sobre todo cuándo supieron, el Gobierno alemán y los servicios secretos germanos del destino de su conciudadano? Y si estuvieron o no implicados en los hechos. A las preguntas de la Comisión se sometían hoy altos cargos del BND, el servicio de inteligencia alemán.
Lo que se sabe con seguridad
Se sabe con seguridad que en 2003 Kahled El Masri fue detenido en Macedonia por agentes secretos estadounidenses dentro de la campaña "antiterrorista" emprendida por el Gobierno de Estados Unidos. Se sabe que El Masri fue trasladado a una cárcel de Afganistán, sometido a torturas, y se sabe que era el hombre equivocado.
En 2004, los estadounidenses llegaron a la conclusión de que el germano libanés carecía de conexiones con grupos terroristas y fue puesto en libertad. El 31 de mayo de 2004, ya con El Masri fuera de prisión, el entonces ministro del Interior alemán, Otto Schily, y el ex embajador de Estados Unidos en Alemania, Daniel Coats, tuvieron una conversación en la cual Schily asegura haber oído por primera vez el nombre de El Masri.
Acusación y defensa
Pero las dudas acerca de la versión del Gobierno alemán aparecieron pronto. Primero surgieron los rumores de que el trabajo entre el BND y la CIA había sido más conjunto de lo que los alemanes querían reconocer. Luego, El Masri aseguró haber sido interrogado en Afganistán por un hombre en uniforme del ejército alemán que se hacía llamar Sam. Y por último, un agente alemán aseguró haber escuchado hablar de la detención de un ciudadano alemán en un bar de Skopje, en Macedonia.
El director del BND, Enrst Uhrlau, ha defendido hoy ante la Comisión investigadora la versión de que los servicios secretos alemanes supieron de la detención de El Masri después de que éste fuera liberado. "No teníamos ningún conocimiento de los hechos. Nos enteramos por la prensa ", dijo Uhrlau. "Sam no es ningún miembro del BND", añadió, y si la información recaudada por el agente en Macedonia nunca llegó a la cúpula de BND se debió a "un fallo". "En el BND trabajan más de 6.000 empleados. Que alguno de ellos cometa un error no puede descartarse", declaró el funcionario.
Uhrlau aseguró que no hubo colaboración directa entre el BND y la CIA. Se produjo un intercambio de información, pero los alemanes nunca preguntaron ni supieron de dónde procedían las pesquisas estadounidenses. Y mucho menos participaron en prácticas ilegales. "Estoy orgulloso de que el BND no haya hecho uso en la guerra contra el terrorismo de métodos como la tortura o el secuestro, pero lo considero también algo normal", aseguró Uhrlau. A la pregunta de si el BND hizo llegar a los estadounidenses datos sobre el entorno alemán de El Masri, Uhrlau no quiso contestar.
Por lo demás, Uhrlau considera que el caso quedó en manos de la Justicia y ahí acabó toda obligación para el BND.
Poca transparencia
"La acusación de que los servicios secretos alemanes estuvieron implicados en torturas o detenciones es absurda", dijo el socialdemócrata Thomas Oppermann. El Partido Socialdemócrata (SPD), estaba en el Gobierno en el momento en que se produjo el secuestro de El Masri. "Es de muy mal gusto que el SPD sentencie ya la investigación cuando ésta todavía no ha terminado", contrarrestó el liberal Max Stadler.
Stadler considera que es "poco creíble" que una información que estaba en manos de tanta gente nunca llegara a oídos de los altos cargos del BND. Además, la oposición se queja del secretismo con el que se están llevando a cabo las sesiones de la Comisión y las trabas que se ponen a la hora de hacer llegar preguntas a los testigos. La oposición amenaza con llevar la cuestión hasta el tribunal constitucional. "Perro ladrador, poco mordedor", fue la respuesta de Oppermann a las intenciones de los liberales.
Los próximos testigos estrella ante la Comisión serán el ex ministro de Exteriores, Joschka Fischer (Partido Verde), y su sucesor en el cargo, Frank-Walter Steinmeier (SPD).