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Signos de tormenta en Bruselas

11 de diciembre de 2003

En vísperas de la cumbre en que la Unión Europea habría de decidir sobre una Constitución, ideada para permitirle ser operativa con 25 socios, arrecia el tira y afloja. Todo lo acordado vuelve a ser objeto de discusión.

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La familia europea ampliada: ¿en qué quedará la Constitución?Imagen: AP

Cuando los representantes gubernamentales negocian entre si, la aplicación de necesarias reformas suele fracasar debido a que prevalecen los intereses nacionales; esa es la moraleja de la cumbre europea de Niza, celebrada a fines del año 2000. Por este motivo, para sacar adelante el gran proyecto de elaborar una Constitución europea, se creó una convención, en la que no sólo participaron los gobiernos sino también las instituciones de la UE. La idea era que el borrador allí redactado fuera aprobado en la cumbre que se inicia el viernes en Bruselas. Pero ahora el plan corre peligro de fracasar.

Palpable nerviosismo

El nerviosismo ya se vuelve palpable en la capital belga. ¿Se logrará un acuerdo amplio, o sólo uno en torno al mínimo denominador común? ¿Se desmenuzará el borrador de la Convención, o se logrará preservar sus ideas en lo fundamental? Y ¿quién saldrá como triunfador de la cumbre? ¿España y Polonia, que a toda costa quieren defender sus privilegios? ¿O Francia, Alemania y otros que desean mantener el texto como está en el borrador?

Las preguntas se multiplican. Y el optimismo no abunda en esta ocasión. En general se estima que las posibilidades de éxito son de un 50%. Los pesimistas temen que no se consiga acuerdo y que el asunto quede postergado para comienzos del año entrante.

Más que el clásico póker

Todos saben, ciertamente, que la dramaturgia de este tipo de negociaciones tan complejas implica también algo de póker, lo cual incluye los apocalípticos anuncios de un inminente fracaso. Un maestro en la materia es el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer. España y Polonia, por su parte, se muestran insistentes e inflexibles. Todo esto no es poco común ya que, si se descarta a priori la posibilidad de un fracaso, entonces el éxito del encuentro no representaría tampoco una victoria espectacular – así de simple es la lógica diplomática. Pese a lo anterior, algo no marcha como debiera en esta cumbre.

Tras largos meses de negociaciones, que arrojaron como resultado el borrador constitucional, todo ha vuelto a someterse a discusión. De pronto, los acuerdos de la Convención presidida por el ex presidente francés Valery Giscard d'Estaing ya no tienen validez. Nuevamente prevalecen los intereses nacionales. Algunos se niegan a desistir de contar con un comisario. Otros quieren mantener el peso político que se les concedió en la cumbre de Niza.

¿Qué ocurrirá con la idea de tener un ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Europea? Quién sabe.... ¿Y qué sucederá en cuanto a las decisiones por mayoría? Otro signo de interrogación. En otras palabras, todo aquello que se acordó en la Convención Constituyente está de nuevo en tela de juicio. Y con ello también la propia Constitución. En suma, los nubarrones anuncian tormenta en Bruselas.