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Soñando entre la prosperidad y la demolición

Oliver Samson/ lbm (jov)11 de enero de 2009

Construir también puede significar demoler: 20 años después de la reunificación de Alemania, el este del país sigue enfrentándose a enormes desafíos políticos y sociales. Las ciudades prosperan, el campo muere.

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"Estilo de construcción comunista" en el este de Alemania.Imagen: AP

Prosperidad prometió el ex canciller Helmut Kohl para la Alemania reunificada. Hoy, en el este del país existen lugares en los que la economía florece: Berlín, Dresde, Leipzig, Erfurt… Y, sin embargo, en la mayor parte de la antigua zona comunista lo que crece es la mala hierba sobre las ruinas de puertas tapiadas y vacíos huecos de viejas ventanas.

Die Vierradener Straße von Schwedt
¿Dónde está la gente? Schwedt, en el Estado de Brandeburgo, ha perdido la mitad de sus habitantes.Imagen: Stadt Schwedt

1,3 millones de viviendas no encuentran inquilinos en la Alemania oriental. 350.000 edificios van a ser demolidos antes de acabe 2010. “Programa de Reconstrucción Urbana en el Este”, se llama oficialmente el proyecto. La esperanza es que de lo malo nazca una oportunidad para lo nuevo.

“En el este hay perdedores relativos y ganadores relativos”, dice Philipp Oswalt, director de la iniciativa internacional “Shrinking Cities”. Arquitectos, etnólogos, geógrafos y artistas han estado observando ciudades en decadencia en todo el mundo. Urbes ganadoras como Leipzig y Erfurt han logrado al menos ponerle límites al desplome. En Potsdam, a las puertas de Berlín, los alquileres se encuentan entre los más caros del país. La recién renovada Görlitz recibe con alivio la afluencia de jubilados del oeste. Pero junto a estos rayos de luz, en el este de Alemania prevalece oscuridad.

El indicador demográfico

No hay mejor indicador para medir la fisura social y económica que ha supuesto la reunificación alemana que la demografía. Según las estadísticas oficiales, si la tendencia actual se mantiene, en 2050 la población del este alemán se habrá reducido a la mitad. Dos Estados orientales, Sajonia-Anhalt y Turingia, y una ciudad también del este, Chemnitz, se encuentran según el Instituto de Población y Desarrollo de Berlín entre las 10 regiones más decadentes de Europa.

Plattenbau Abriss in Stralsunder Wohngebiet
Demolición de un bloque de viviendas en Stralsund, una ciudad del noreste alemán.Imagen: dpa - Report

El problema, dicen los expertos, es el efecto de desindustrialización poscomunista unido a las dificultades que trae consigo el pertenecer a la periferia. Lejos de las zonas económicamente activas del centro europeo, lejos de las grandes metrópolis, el futuro es incierto. Las ciudades industriales de mediano tamaño son las que más sufren. Por ejemplo Eisenhüttenstadt, un asentamiento fundado en torno a un yacimiento de acero que un día portó el nombre de “Ciudad Stalin”: aquí, la población ha pasado de 50.000 habitantes en 1990 a 33.000 en la actualidad. También Schwedt del Oder lucha contra la sangría de población. Y la lista continúa.

A las zonas exclusivamente agrarias y alejadas de los centros urbanos les quedan escasas esperanzas. El Instituto berlinés de Población y Desarrollo les recomienda que se acoplen a las administraciones de municipios con posibilidades de supervivencia. De lo contrario, muchos pueblos podrían desaparecer del mapa: la infraestructura es demasiado cara cuando sólo sirve a un puñado de habitantes. En Sajonia, por ejemplo, se van a ver obligados a reducir la red de abastecimiento de agua porque, al abrir el grifo un número reducido de personas, el líquido fluye demasiado despacio y podrían acumularse las bacterias.

Cuando la gente se va

Un índice de natalidad reducido y el abandono de la población son las dos manifestaciones principales de la decadencia. Alrededor de un millón de habitantes se han marchado de los Estados orientales desde la reunificación de Alemania: la mayoría en dirección oeste, hacia donde están los puestos de trabajo. Sajonia pierde anualmente unas 20.000 personas, una ciudad pequeña al año.

El Centro de Investigación Social de Halle ha analizado el perfil de los que se van: son flexibles, altamente cualificados y, sobre todo, mujeres jóvenes. Las chicas en el este son mejores estudiantes que sus compañeros masculinos. En sus lugares de origen suelen encontrar buenos empleos, pero tienen dificultades para dar con una pareja de su mismo nivel intelectual. En algunas zonas de la Alemania oriental se concentran 80 mujeres por cada 100 hombres. Aquí, en 2030 el número de madres potenciales se habrá reducido a la mitad.

Con las féminas faltarán también los niños, y eso en la región en la que ya de por sí nace el menor número de bebés de Europa. Las escuelas y tiendas cierran. Las casas se vacían y a los edificios se los come el tiempo y el abandono. La brecha entre las regiones prósperas y las en decadencia es enorme en la Alemania oriental, diagnostica el Instituto de Población y Desarrollo.

Y a pesar de todo, en el este nadie quiere verlo todo negro. En la energía y las tecnologías ecológicas se oculta mucho potencial aún por explotar. E incluso puede que el proceso regresivo de los últimos años sea el inicio de una etapa de crecimiento, opina Philipp Oswalt, de “Shrinking Cities”. “Lo que está sucediendo puede ser una ventaja para el este”, dice. Porque también en el oeste la población mengua. La zona oriental podría estar mostrándoles a los alemanes occidentales lo que les espera.