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¿Son “bio” los biocarburantes?: dudas en Europa y Alemania

Luna Bolívar Manaut4 de abril de 2008

En 2009, los coches alemanes seguirán sin repostar E10: la gasolina con un 10% de biocombustible que el Gobierno alemán planeaba introducir. La retirada de la ley reabre el debate sobre los carburantes ecológicos.

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3,5 millones de vehículos no soportan en Alemania un 10% de biocarburante.Imagen: AP

Europa se ha propuesto convertirse en el paradigma de la defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Los objetivos apuntan alto: en el 2012, los coches comunitarios no podrán circular si emiten más de 120 gramos de CO2 por kilómetro recorrido. En 2020, el 10% del carburante consumido dentro de la UE tendrá que ser biológico. Y ese mismo año, los gases nocivos deberán contaminar el cielo europeo un 20% menos de lo que lo hacían en 1990.

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Proteger el medio ambiente, frenar el cambio climático: objetivos de la UE.Imagen: AP

En esta batalla de tan verdes fines, Alemania ha decidido colocarse voluntariamente a la cabeza. La posición requiere algo de ambición adicional y cierto esfuerzo extraordinario. Así, el país centroeuropeo se ha fijado para el 2020 una cuota de biocombustibles en su mercado interior del 20% y unos niveles de contaminación un 40% por debajo de los valores registrados en 1990.

Con su idea del E10, Sigmar Gabriel, ministro alemán de Medio Ambiente, quería ayudar a la todopoderosa industria automovilística alemana a cumplir con los compromisos ecológicos. La ley que iba a obligar a mezclar un 10% de biocarburante en la gasolina convencional ya estaba aprobada. Pero no podrá ser. 3,5 millones de vehículos en Alemania no toleran el combinado, frente a los 375.000 calculados inicialmente. Demasiados.

Biocarburantes en problemas

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Sigmar Gabriel, ministro alemán de Medio Ambiente.Imagen: picture-alliance/dpa

Mientras que en Berlín se discute si la marcha atrás legislativa es motivo o no para el bochorno de Sigmar Gabriel, en la bolsa de Fráncfort se derrumban las acciones de empresas como CropEnergies, Biopetrol o Petrotec.

En torno a la movilidad ecológica se ha formado rápidamente un amplio negocio. En Alemania, las uniones, asociaciones, gremios y organizaciones de productores de biocombustibles han proliferado en los últimos años, dejando tras de sí un interminable reguero de siglas.

Pero no corren buenos tiempos para el sector. Por lo menos, no en Alemania. Desde 2007, el apoyo del Ministerio de Finanzas alemán se ha visto considerablemente reducido: con un volumen de ventas constantemente al alza, esta rama ya no tiene el aspecto de una que necesite ser subvencionada. Y en 2008 los biocarburantes han empezado a pagar impuestos: 15 céntimos de euro por litro.

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Producción de biodiesel en Alemania.Imagen: AP

Sin embargo, no es el Estado alemán quien hace tambalear a Petrotec y las otras compañías. Mucho más desestabilizadores son los altos precios las materias primas, en este caso alimentos, de los que se extraen los carburantes con etiqueta “bio” que son, por lo tanto, causantes en parte y sufridores a un tiempo de estas subidas.

“El mercado de colocación para el biodiesel y los aceites vegetales está completamente hundido”, escribió en marzo la Federación para la Biogasolina a la canciller alemana, Angela Merkel, según informa la cadena de televisión pública germana ARD.

Biodiesel
El sector se queja de precios al alza en las materias primas.Imagen: AP

La pérdida de puestos de trabajo es la pesadilla de todo político. Esta es la carta preferida de la todopoderosa industria automovilística alemana: para presionar al Gobierno basta con recordar que los ajustes significan despidos. En el sector de los biocarburantes parecen haber tomado buena nota.

“Entre 5.000 y 10.000 empleos estarían en peligro” si Gabriel se decidía a abandonar la iniciativa del E10, declaró Peter Schrum, presidente de la Federación de Biogenes y Combustibles Regenerativos, al diario Berliner Zeitung.

El tiempo dirá si la situación es tan grave como la pintan, con una producción de bioetanol que se espera aumente este año en Alemania en 800.000 toneladas. Pero lo cierto es que E10 está ocasionando al sector daños que van más allá de su mera no puesta en práctica: el debate sobre la sostenibilidad de los biocarburantes se ha desatado con fuerza en Alemania y, de momento, la gasolina natural pierde.

Repensar la estrategia ecologista

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Recolecta para el motor, no para el pan.Imagen: AP

El maíz, la soja, el trigo… quien quiera ganar dinero en la bolsa puede decidirse entre invertir en oro y crudo, o confiar su capital a la agricultura: los productos del campo alcanza precios históricos y suben al mismo ritmo que los tradicionales puertos de inversión segura.

La consecuencia: en Europa se incrementa el coste de la vida, pero, sobre todo, amenaza el hambre en los países en desarrollo, la comida empieza a convertirse en fuente de conflicto social y Naciones Unidas hace un dramático llamamiento porque a su Programa de Alimentos se le agotan las reservas.

Los biocarburantes no son los responsables exclusivos de este encarecimiento, también China e India, con su demanda creciente, y la especulación internacional con sus predicciones de grandes ganancias. Pero lo cierto es que está sucediendo lo que siempre se dijo que no debía ocurrir: el biocombustible comienza a competir con las áreas que dan de comer al mundo.

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La solución no pasa por los biocarburantes, dicen los ecologistas.Imagen: AP

Además, las noticias que llegan de Asia y América Latina encuentran muchos oyentes en Europa. Pueblos indígenas amenazados, tala de selvas, extensión del monocultivo, desequilibrio en los sistemas biológicos y destrucción de los hábitats: nada de esto suena a compatible con el ecologismo.

Sólo el Gremio de Agricultores se ha atrevido estos días en Alemania ha referirse a los biocarburantes como una “buena tecnología de futuro”. De los grupos ecologistas llueven las críticas, y a nivel europeo se está organizando la resistencia al bioetanol y demás sustancias. La UE y Alemania, si realmente quieren actuar a favor del medio ambiente, tienen que repensar su estrategia, dicen los verdes.

Hay que presionar a la industria automovilística para sus coches consuman menos, castigar con impuestos a los vehículos sucios, y olvidarse de los biocarburantes. La propuesta gana adeptos a un ritmo fulminante.