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¿Subestima Afganistán la amenaza del EI?

Masood Saifullah20 de julio de 2016

En marzo, el gobierno afgano había declarado “vencido” al EI en ese país. Pero las últimas conquistas de territorio hechas por la milicia terrorista pintan otro panorama. ¿Minimiza Kabul intencionalmente el peligro?

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Bildergalerie IS in Afghanistan
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Habibi

De acuerdo con informaciones de prensa, cientos de personas huyeron a fines de junio de la provincia oriental de Nangarhar, tras días de duros combates entre las milicias del “Estado Islámico” y el Ejército afgano. Una situación que contradice la derrota del EI anunciada en marzo por el presidente afgano, Ashraf Ghani, tras una prolongada operación militar.

De acuerdo con fuentes militares estadounidenses, se estima que hay unos 3.000 combatientes del EI en Afganistán, la mayoría en la región cercana a la frontera con Pakistán. Tanto Kabul como Washington consideran que el movimiento talibán representa el mayor peligro para la seguridad interna afgana. Pero la situación en Nangarhar y otras zonas da indicios de que el EI está ganando terreno en el país y de que el gobierno subestima su fuerza.

El EI, que controla territorios en Irak y Siria, recluta a gran parte de sus combatientes en Afganistán. Muchos de ellos provienen de grupos escindidos del movimiento radical islámico talibán. Expertos de seguridad temen que la progresiva atomización talibán pueda llevar a más y más militantes frustrados a adherir al “Estado Islámico”. “El EI es actualmente el mayor problema para el movimiento talibán. Gana cada vez más adeptos y eso obedece también a las luchas intestinas imperantes en ese grupo”, explica a DW Sigfried Wolf, del Instituto de Asia del Sur, con sede en Heildelberg.

Asia Central

Wahid Mazhda, experto en la milicia talibán, cree que, aunque el EI pueda reclutar combatientes de algunas agrupaciones islamistas menores, no está en condiciones de ganar mayor adhesión en la totalidad de la región. “El EI y el movimiento talibán son muy diferentes desde el punto de vista de la ideología y la cultura”, indica en entrevista con DW. A su juicio, “para el EI, Asia Central es más atractiva, porque allí existen muchas dictaduras y algunos grupos extremistas. Estos han mostrado disposición a sumarse al EI para derrocar a regímenes locales”.

De todos modos, la situación exige una actuación más decidida del presidente Ghani. Los analistas le aconsejan tomar en serio la amenaza del EI y presionar al gobierno de Pakistán para que coopere más en la lucha contra el terrorismo. Este país es conocido internacionalmente como incubadora de militantes sunitas. Allí reciben adiestramiento y, según Kabul, son infiltrados luego en Afganistán, para desestabilizar al gobierno. Pakistán lo niega.

Alianza improbable

Entre el movimiento talibán y el EI hay hostilidad, pese a que ambos son dominados por extremistas sunitas. Expertos consideran “sumamente improbable” que formen una alianza, si bien podría haber hasta cierto punto una cooperación entre ellos.

Los observadores coinciden, eso sí, en que ningún país de la región quisiera ver a Afganistán bajo el control del Estado Islámico. Pero cabría plantear la pregunta de hasta qué punto la amenaza del EI podría servir de catalizador para que los diversos bandos en pugna en Afganistán –incluido el talibán- se sienten a una mesa a buscar soluciones para el conflicto persistente en su país.