Sublevación nacional en la Francia de Sarkozy
19 de octubre de 2010Los ecos de la sexta jornada de protesta en Francia enturbiaron la grata atmósfera de Deauville, el balneario en que el presidente galo ofició de anfitrión de una cumbre tripartita con su homólogo ruso, Dmitri Medvedev, y la canciller alemana, Angela Merkel. Nicolás Sarkozy enfrenta, en casa, el mayor desafío en lo que lleva al frente del gobierno: una movilización generalizada contra el proyecto de elevar la edad mínima de jubilación de 60 a 62 años.
De acuerdo con una encuesta del instituto demoscópico CSA, más del 70 por ciento de los franceses apoya la protesta. A los trabajadores de las refinerías, que llevan días de huelga, se sumaron empleados de los aeropuertos, conductores ferroviarios, maestros, carteros y estudiantes. En algunas ciudades como Marsella y Toulouse, también la recolección de basura se paralizó.
Temor a una radicalización
Más allá del recuento de cuántos cientos de miles de personas han salido a protestar –cifra que tradicionalmente difiere según la fuente- lo evidente es que las huelgas y manifestaciones están alterando la vida del país. En múltiples escuelas no hubo clases, algunas universidades permanecieron cerradas o bloqueadas, el tráfico aéreo se redujo sensiblemente y cientos de gasolineras se han quedado sin combustible. También ha habido disturbios. Autos y basureros incendiados en Lyon y enfrentamientos entre jóvenes y fuerzas policiales en los suburbios de París hacían temer una escalada de violencia, contra la que han advertido tanto los sindicatos como el gobierno.
Desde Deauville, el presidente Sarkozy apeló “al sentido de responsabilidad, para asegurar que no se excedan ciertos límites”, y anunció medidas para “garantizar el orden público” y terminar con el bloqueo del suministro de gasolina. Pero el gobierno ya ha dejado en claro que no dará pie atrás con la proyectada reforma del sistema previsional, cuyas arcas registran un déficit cercano a los 32 mil millones de euros.
Apoyo de Merkel
En medio de esta convulsionada atmósfera, la canciller alemana salió en ayuda de su anfitrión. “Creo que la población de Alemania, al igual que la de Francia, no podrá evitar mirar la verdad a los ojos”, dijo Angela Merkel a la radio France 2, explicando: “Si queremos garantizar una jubilación adecuada, el hecho de que vivamos más largo tiempo tiene que conducir a que la vida laboral también se prolongue”.
Merkel recordó que también en Alemania hubo resistencia al aumento de la edad de jubilación de 65 a 67 años. “Pese a ello, cada uno debe sentar las bases para el futuro”, indicó. No obstante, las protestas germanas no pueden compararse en su dimensión con las que actualmente agitan a Francia. Si bien el gobierno de París espera que declinen después de que la reforma sea aprobada en el Senado –lo que está previsto que ocurra aún en el curso de esta semana- los sindicatos no pierden la esperanza de lograr su cometido. Después de todo, ya en los años 1995 y 2006 consiguieron evitar que se llevara a cabo una reforma del sistema de pensiones. Por lo pronto, para este miércoles está programada una huelga del personal de aeropuertos a escala nacional.
Autora: Emilia Rojas (dpa/ap/reuters)
Editor: Pablo Kummetz