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Ensayos de democracia

25 de octubre de 2011

Las primeras elecciones libres en Túnez, con el triunfo del partido islamista Ennahda, las posibles consecuencias para el país y el panorama en otros países de la primavera árabe son comentados por editorialistas.

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Gran participación del electorado en elecciones en Túnez.
Gran participación del electorado en elecciones en Túnez.Imagen: DW


Lidove Noviny, de Praga: “El simbolismo es evidente: en Túnez comenzó la primavera árabe y fue Túnez el primer país árabe en el que llevaron a cabo elecciones democráticas. ¿Se debe interpretar el resultado de estos comicios, con el triunfo del partido islamista Ennahda, como una señal de alarma? ¿Llevarán las sociedades árabes a los islamistas al poder no bien puedan elegir libremente? Esto es cierto sólo en parte. Toda sociedad en la cual la oposición fue reprimida durante mucho tiempo tiende a entregar su voto justamente a esa oposición cuando tiene la posibilidad de elegir. Así fue como el Foro Civil de Vaclav Havel ganó el en 1990 una mayoría rotunda. Los comicios se realizaron sólo seis meses después de la Revolución de Terciopelo. Queda por ver qué experiencias hará Túnez, el laboratorio político de la revolución árabe, con los partidos islámicos.”

Liberation, de París: “Sólo el futuro nos dirá si el Ennahda es un partido islamista, islámico moderado, conservador con tendencias a la devoción religiosa o simplemente de derecha –y eso en un escenario político en el cual los tunecinos que defienden el laicismo son enmarcados en la izquierda. Hoy, lo único seguro es que el fin de las dictaduras en el mundo árabe podría hacer que el islamismo político llegue al poder, desde Túnez y Libia hasta Egipto. El ansia de libertad no conduce necesariamente y como por arte de magia a una sociedad secular. Los que vivimos en sociedades democráticas podemos lamentar este hecho y hasta rebelarnos. Pero –también como demócratas que somos- debemos aceptarlo.”

Rzceczpospolita, de Varsovia: “El fantasma del fundamentalismo islámico –y hasta, podría decirse, el del terrorismo- recorre Occidente luego de los sucesos ocurridos en Túnez y en Libia. Pero eso es una exageración. A los islamistas del norte de África se les debe dar una oportunidad. Es probable que los países que ellos gobiernan no puedan renunciar al contacto con Occidente, así como les sucedió a Turquía y a Arabia Saudí, y los islamistas tampoco espantarían al turismo, ya que éstos son factores que contribuirán a mejorar la calidad de vida de su electorado. Además, sus buenas relaciones con Occidente también tendrán un efecto positivo en la vida de la población cristiana de esos países.”

La Croix, de París: “Lo esencial de todas las dictaduras es su intento de eliminar a todas las fuerzas y actores culturales, espirituales, sociales y políticos que amenacen con minar su poder. El hecho de que hayan caído los regímenes de Ben Ali en Túnez, de Mubarak en Egipto o de Gadafi en Libia no significa que el futuro democrático de esos pueblos esté asegurado. Quedan muchas incertidumbres, como, por ejemplo, la reconstrucción económica de países divididos por conflictos internos, luchas tribales, el rol confuso de las Fuerzas Armadas y el avance de corrientes islamistas que fueron reprimidas, pero que siguen siendo las únicas redes organizadas. (…) A pesar de lo alarmante de la situación, no es en absoluto de lamentar que se haya derrocado a los tiranos. El orgullo, la dignidad y la calma de los tunecinos, que participaron masivamente de sus primeras elecciones democráticas, son la respuesta a toda esa incertidumbre. En su actitud, manifestaron claramente que sus esperanzas están puestas en la democracia.”

Autora: CP/ dpa
Editor: Enrique López