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Sismos de 2017: ¿Cómo avanza la reconstrucción en México?

Itzel Zúñiga
19 de septiembre de 2022

Un lustro después de los terremotos del 7 y el 19 de septiembre en México, Hermenegildo Guerra es uno de los muchos damnificados que siguen sin hogar. El gobierno reporta una reconstrucción del 90 por ciento en el país.

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Trabajadores y vecinos ante escombros de un edificio colapsado.
Escombros de un edificio que colapsó en el barrio de Condesa, México, en 2017.Imagen: picture-alliance/ZumaPress

La noche de primer sismo la tierra se estremeció en México a 8.2 grados en la escala de Richter. Hermenegildo Guerra, como muchas otras personas, salvó la vida, pero no su patrimonio. Su modesta casa, en el centro de Juchitán de Zaragoza, en Oaxaca, se vino abajo por su cercanía al epicentro en el Golfo de Tehuantepec. Por seis meses su techo fue una "tienda de campaña”, hecha de plástico. Después vino la pandemia y nada mejoró.

"Llevamos cinco años sin apoyo. Me inscribí en dos o tres programas (para la reconstrucción) y ninguno salió. Ahora dicen que ya se pasó el tiempo. Alcancé a hacer una galera (cobertizo) con ayuda de mi hijo, pero se accidentó y ahora no puede trabajar. Mi mujer lo cuida. Después del temblor me operaron del corazón y de una hernia, así que ahí se fueron los ahorros”, explica a DW vía telefónica el hombre, que vive de la venta de tortillas. En otro momento, "daban un apoyo de 25 000 pesos (unos 1 250 dólares) para comercios, pero cuando fui me dijeron que era solo para jóvenes, no para viejos”, dice.

El cobertizo que Hermenegildo construyó con su hijo.
El cobertizo que Hermenegildo construyó con su hijo.Imagen: Itzel Zuniga/DW

Justo al recordarse 32 años del terremoto que en 1985 devastó Ciudad de México -con un saldo de víctimas que oscila entre las 5.000 y las 10.000-, la tarde del 19 de septiembre el suelo volvió a sacudirsea una magnitud de 7.1.

Los dos movimientos telúricos de 2017 dejaron 400 muertos y 7 000 heridos. También 160.000 inmuebles dañados, según cifras iniciales del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) -suprimido en 2021 por mandato presidencial "para frenar el desvío de recursos públicos”-, contrastantes con estimaciones civiles de 250.000. 

Francisca Arriaga, pobladora de Pijijiapan, Chiapas -junto a Oaxaca, uno de los estados más pobres del país-, también perdió entonces tres cuartas parte del hogar que le dejó su difunto marido. "Siguen en pie la sala y el baño, todo lo demás está cuarteado, sin paredes. Le pido a Dios que no se venga abajo porque no tengo más”, dice a DW por el celular prestado por una vecina.

"Solo recibí una vez 15 000 pesos (unos 750 dólares) que usé para que no se cayera lo que quedó. Nunca más me dieron nada”, dice la mujer, de 66 años, a pesar de que la ciudadanía, figuras públicas, fundaciones y la comunidad internacional donaron cantidades importantes para ayudar a los necesitados.

Al acercarse la fecha de la catástrofe, los testimonios de quienes han quedado en el desamparo en alguno de los 11 estados afectados se hacen oír.

Un avance "del 90 por ciento”

En julio de 2022, el equipo del presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que el gobierno federal ha invertido más de 33.000 millones de pesos (unos 1.600 millones de dólares) en el Plan Nacional de Reconstrucción (PNR), creado para hacer frente a los estragos telúricos de 2017, junto a otros de 2018.

En entrevista con DW, Edna Vega Rangel, Subsecretaría de Ordenamiento Territorial y Agrario de México y responsable del PNR, reporta hasta el momento 69.570 acciones de recuperación en cuatro rubros: vivienda, salud, educación y cultura. Se traducen "en un avance del 90 por ciento en todos los sectores”, hecho también gracias a la participación social, reconoce.

"Si recordamos las acciones del gobierno en 1985, luego de una década aún no se lograba atender a gran parte de los afectados. Con el programa actual el alcance fue mayor”, asegura la funcionaria de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano de México (Sedatu), quien prevé el fin de las labores para 2023.

Un camino agridulce

En febrero de 2020, la batalla colectiva de Francia Gutiérrez tuvo su recompensa. Tras 29 meses de protagonizar una serie de movilizaciones vecinales le entregaron un nuevo apartamento, un par de metros más amplio que el que se desmoronó el 19 de septiembre de 2017. Era uno del medio millar de hogares que integraban el complejo multifamiliar de Tlalpan, en el sur de la capital mexicana.

El colectivo Damnificados Unidos de la Ciudad de México ha velado por 800 inmuebles. "Comenzamos a luchar por dictámenes técnicos, tiempos de obra, un fideicomiso para la reconstrucción”, narra la representante, quien se ha topado con intereses privados, empresas fantasmas, sobrecostos, vicios ocultos, mafias inmobiliarias y contubernio de autoridades. Otros "buitres de la tragedia” fueron funcionarios acusados de desviar fondos públicos de la reconstrucción.

Varios que "no pudieron organizarse, no han vuelto a casa o no regresarán jamás”, lamenta Israel Ballesteros, vecino de Tlalpan e integrante de Damnificados Unidos.

La alcaldesa de la ciudad, "Claudia Sheinbaum, prometió terminar en el primer semestre de 2022, pero será hasta 2023”. Antes, en 2018, ella y otros "usaron el tema como campaña para ganar votos, ahora cayó en el olvido”, acusa Ballesteros, quien también recuperó el lugar donde creció.

El sector histórico, a paso más lento

Nunca antes se había registrado un deterioro semejante a la infraestructura histórico-cultural de México. De acuerdo con el censo oficial, 2.340 inmuebles del patrimonio edificado de los siglos XVI al XIX fueron afectados por los terremotos.

Entre ellos se cuentan zonas arqueológicas, iglesias, exconventos y otras construcciones. "No hay precedentes de tanto daño en los recintos culturales del país”, dice a DW René Alvarado López, coordinador de nacional de centros del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), dedicada a la conservación, estudio y restauración de bienes de este tipo.

Algunos tienen gran valía para sus comunidades, pero también para el turismo local o extranjero. Desde los Templos de Santa Prisca, en Guerrero, y de Santo Domingo Guzmán, en Oaxaca; el Palacio de Cortés, en Morelos; las Catedrales de San Cristóbal de Las Casas, en Chiapas, y la Metropolitana, uno de los lugares más visitados del país. Las ciudades prehispánicas presentan los daños más moderados.

Los números de la reconstrucción cultural divergen: Vega Rangel, portavoz del PNR, estima en 1.953 los inmuebles intervenidos hasta hoy con una inversión de 7 843,8 millones, frente a los 1.519 mencionados por el INAH con costo de 5.059 millones por concepto de restauración y reconstrucción.