Tras una cumbre y antes de la otra
12 de diciembre de 2005
El diario muniqués Süddeutsche Zeitung analiza los resultados de la Conferencia del Clima en Canadá: "El éxito de la cumbre de Montreal no radica ni en las dos declaraciones finales emitidas ni en los detalles técnicos discutidos. Lo más importante fue lo que no sucedió: Estados Unidos no se despidió, definitivamente, del Acuerdo marco para la Protección del Clima. Los países adheridos al Tratado de Kioto no permitieron que los instrumentos de protección del Medio Ambiente fueran debilitados. Y tanto los países en desarrollo como los industrializados no se dejaron enemistar, a pesar de que Estados Unidos lo intentara. El experimento Kioto pasó el examen en Montreal".
China ahora el segundo más contaminador
El periódico Frankfurter Rundschau de Fráncfort del Meno destaca: "Montreal no produjo el avance esperado, pues Estados Unidos no se hará camino de Kioto mientras Bush esté en el poder. Tardará además, unos buenos años hasta que los países signatarios del Tratado de Kioto pongan en práctica las ambiciosas metas ambientales. China entretanto, a pasado a ocupar el segundo lugar de los países con mayores emisiones de dióxido de carbono. Pero en Montreal hubo un éxito real: aquellos que aún creen que el sol gira en torno a la Tierra son, cada vez, menos".
En vísperas de la Cumbre Mundial del Comercio
El rotativo madrileño El País apunta: "La Organización Mundial de Comercio vuelve a estar amenazada. En esta ocasión, la que se inicia este 13 de diciembre en Hong Kong, se palpa un inquietante consenso sobre la elevada probabilidad de fracaso de la Ronda Doha, abierta en 2001 con el fin de acordar un marco de liberalización del comercio en productos agrícolas, manufacturas y servicios.
Los principales bloques económicos, EE.UU. y la Unión Europea, siguen anteponiendo la defensa de los intereses de un reducido grupo de población, y sus contrapartidas electorales, a la prosperidad de la mayoría. Ahora ha sido la UE la que ha frenado concesiones adicionales a la reducción de aranceles agrícolas, en una medida similar a la ciertamente generosa decidida en octubre por la Administración americana y que reclaman India y Brasil, representantes de los países en desarrollo que conforman el G20.
Los aranceles a la importación vigentes en los grandes, más los subsidios a la producción y a la exportación, son un mecanismo distorsionador que perjudica no sólo a los competidores potenciales, sino también a los propios consumidores y contribuyentes de los países donde se practican esas ayudas. Su defensa a ultranza, beneficiando a una parte muy minoritaria de la población de los países ricos, constituye el peor ejemplo de lo que ha de ser el comercio limpio.
Hay que desear que en Hong Kong no se bloquee el avance hacia el libre comercio y el multilateralismo. No hay duda de que un fracaso ahora significaría entrar en una espiral de acuerdos bilaterales, especialmente a partir de mediados de 2007, cuando expira la autorización del Congreso de EE. UU. al presidente Bush para negociar acuerdos comerciales. La principal perjudicada no sería otra que la más joven de las organizaciones multilaterales, la OMC. Y el proceso de globalización sin gobierno global no es mucho mejor escenario que el dominio del bilateralismo".
Bonitos discursos y malas acciones
El parisino Libération no se asombra de que: "…antes de iniciarse la conferencia comercial en Asia su fracaso ya se anuncia. Pero lo peor no está nunca asegurado, teniendo en cuenta que la Ronda de Doha - impulsada con el objetivo de reducir los aranceles para los países en desarrollo - durará hasta finales de 2006. Sea como sea, los mecanismos del desequilibrio económico fueron desvelados en todo el mundo. Así es como la comunidad internacional ha podido ver las inmensas contradicciones entre los discursos y las acciones de los países industrializados".