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Tratado de Lisboa: al final ganó la unidad en Europa

Luna Bolívar Manaut19 de octubre de 2007

Se llamará Tratado de Lisboa, será firmado el próximo 13 de diciembre en la capital portuguesa y se espera que entre en vigor el uno de enero de 2009. Hasta aquí el camino ha sido arduo. Europa respira aliviada.

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En Portugal se logró el acuerdo: el nuevo Tratado se espera para 2009.Imagen: AP

“Tendríamos que ser muy torpes para no tener éxito esta vez”, anunciaba al llegar a Lisboa Jean Asselborn, el ministro de Exteriores luxemburgués. Y pese a todo, el acuerdo alcanzado durante la noche de ayer en Portugal se celebra como un gran acontecimiento. “Un compromiso histórico”, en palabras del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso. “Un gran día para Europa”, según el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier.

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Los 27 jefes de Estado y de Gobierno europeos, reunidos en Lisboa.Imagen: AP

Hace un año, un tratado como el de Lisboa quedaba muy lejos de la Europa sumida en una “profunda depresión”, como la describió Steinmeier. Los “no” de Francia y Holanda al ambicioso proyecto comunitario de dar una constitución al continente dejaban a la política europea sin horizonte definido.

Sin embargo, la presidencia alemana de la Unión durante el primer semestre de 2007 logró echar a andar de nuevo los engranajes de este gran complejo. Volvieron las rondas, los encuentros, las exigencias e incluso los enfados. También las cumbres. En junio en Bruselas se redactó el borrador de lo que entonces se llamaba “Tratado de Reforma”. Ese bosquejo empaquetado formalmente ha recibido ahora el visto bueno de los jefes de Estado y de Gobierno. Bautizado en Lisboa, queda por saber si los padres aceptarán al niño.

Eliminada la discordia

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La canciller alemana, Angela Merkel: una de las impulsoras del acuerdo.Imagen: AP

Las negociaciones se alargaron “hasta el último minuto”, ha reconocido Barroso. Y es que ni siquiera a Lisboa se llegaba con todos los cabos atados. Italia no estaba conforme con que la limitación a 750 asientos en el Parlamento Europeo le restase 6 diputados, pasando de 78 a 72 parlamentarios mientras que Francia y Gran Bretaña conservaban 74 y 73 respectivamente.

Polonia, una vez asumido que contra el sistema de voto por doble mayoría en el Consejo Europeo no estaba en condiciones de luchar, quería asegurarse el derecho a retrasar la aplicación de las decisiones cuando éstas fueran tomadas con escaso margen de votos a favor.

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El presidente de Polonia, Lech Kaczynski.Imagen: AP

Finalmente, en aras del entendimiento, italianos y polacos obtuvieron lo que querían: los primeros un parlamentario más gracias a un pequeño truco matemático (el presidente del Parlamento ya no contará como diputado); y la posibilidad de que un país prorrogue la puesta en marcha de una medida si la aceptación no es holgada, un proceder que ya se aplica en la práctica, será recogida en el protocolo del Tratado. Además, hasta 2017 se podrá evitar el recurso a la doble mayoría en las votaciones si un Estado así lo solicitase.

Pero no sólo Italia y Polonia reciben atenciones. Gran Bretaña podrá abstenerse de adoptar las decisiones comunitarias que afecten a los campos de la política interior y la Justicia, y para los británicos, como para los polacos, la Carta de Derechos Humanos no será legalmente vinculante. Los restantes 25 Estados miembros sí estarán obligados a atender los principios del documento humanitario.

El proceso de ratificación

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El Tratado tendrá que ser ratificado por todos los Estados miembros.Imagen: AP

El 13 de diciembre de este año, los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea están llamados a firmar el Tratado de Lisboa en la capital lusa. Después se inicia el proceso de las ratificaciones, en el que cada país tendrá que aprobar lo que sus mandatarios traigan de Portugal. Aquí fue donde quebró la Constitución.

Gordon Brown ha anunciado que en Gran Bretaña el texto no se someterá a referéndum y también los alemanes eligen de nuevo, como lo hicieran con el documento constitucional, la vía parlamentaria. “Alemania debería mostrarse ambiciosa y estar entre los primeros países que den luz verde al Tratado”, considera Steinmeier. El acuerdo debe pasar por el gabinete de gobierno berlinés cuanto antes y estar ratificado, a ser posible, antes de Navidad.

Si todo sale bien y no hay sorpresas, los países miembros cumplirán con el calendario impuesto y en enero de 2009 el nuevo Tratado podrá entrar en vigor, justo a tiempo para que los europeos voten ese mismo verano a sus representantes en el Parlamento de Bruselas y Estrasburgo bajo el marco de la nueva legislación.

¿Qué cosas cambiarán en la Unión Europea? ¡Siga leyendo!

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El Tratado de Lisbona quiere ser la "reforma necesaria" de la UE.Imagen: picture-alliance / Sven Simon

¿Qué cosas cambiarán en la UE?

El Tratado de Lisboa salva la esencia de la frustrada Constitución. Ese era el objetivo. Y ese es el resultado. Mucho de lo que se incluyó en el primer texto ha sido eliminado, sobre todo los elementos simbólicos como las referencias a la bandera, al himno, etc. Pero otras cosas han salido ilesas de los recortes.

El principio de la doble mayoría (el 55% de los Estados a favor, siempre que éstos representen al 65% de los ciudadanos de la UE) fue uno de los más combatidos y es una de las victorias, pese a sus matices, más valiosas. Además, tras Lisboa serán más los temas que el Consejo Europeo podrá decidir por mayoría, dejando de lado el freno que suponen las aprobaciones por unanimidad.

El Parlamento Europeo, el único órgano que los ciudadanos comunitarios votan directamente, gana en peso. La toma de decisiones la llevará a cabo conjuntamente con el Consejo, y no ya el Consejo en solitario, y los parlamentarios elegirán al presidente de la Comisión. Además, para fortalecer los principios democráticos dentro de la Unión, con un millón de firmas los europeos podrán solicitar a la Comisión que elabore un proyecto de ley.

También habrá cambios en el reparto de puestos políticos. A partir de 2014, cada país dejará, como hasta ahora, de enviar un comisario a Bruselas. La Comisión estará formada por 18 miembros, mientras que el número de Estados comunitarios siga siendo 27, de manera que habrá que turnarse para estar presente en esta alta instancia.

Se creará la figura de un “alto representante”, que no ministro de Exteriores, que unificará la labor del actual comisario de Exteriores con la del hasta ahora Enviado Especial para los Asuntos Exteriores y, pese a que la presidencia de la Unión seguirá siendo rotativa y los Estados miembros la ocuparán cada seis meses, habrá un presidente fijo elegido por un periodo de dos años y medio.